sta reflexión, ¿a qué viene? Es el primer problema, porque la respuesta es a todos y a todo, lo que claramente no es respuesta. Lo que se busca aquí es hacer relevante lo que se juega y a quiénes corresponde la tarea de que todo vaya bien, aun con los nubarrones predecibles.
El problema es abrumador. Es tal la importancia de esta elección que rebasa el ámbito local y, aun siendo un asunto sujeto a leyes y actores estatales, enredará a responsabilidades federales sin desestimar el ruido que nos puede ocasionar ante la comunidad internacional.
El PRI ha sido dueño del gobierno por más de 90 años. Es un terreno que sus líderes suponen que tiene dueño. El ambiente electoral, visto de manera simplista, anticiparía un simple proceso de continuidad.
El PAN es fuerte en municipios al noroeste de la Ciudad de México, en el llamado corredor azul y seguramente mantendrá tal hegemonía. Es de Morena el cinturón norte-este del estado, Ecatepec, Neza, Texcoco, Chimalhuacán y los Chalcos, dicho en breve.
El estado por su tradición política, dimensión demográfica y económica es más complejo que ciertos países. En tal apreciación debe incluirse que tiene también la infraestructura de una entidad que camina y camina bien en términos comparativos.
Enfrenta una situación crítica de seguridad ciudadana al ser uno de los estados más violentos del país. De acuerdo con el Inegi, es uno de los estados con la mayor percepción de inseguridad e impunidad.
Salvo en el suroeste, no hay presencia mayor de cárteles tradicionales, pero sí de creciente narcomenudeo y una expansión del delito común. Los diagnósticos sobre la demanda social están más que claros: seguridad, justicia, agua, habitación, transporte y trabajo.
Lo agudo de los problemas hace anticipar que las propuestas de los candidatos vayan a ser semejantes. El reto será cómo expresarlas con lenguaje fresco y diferente al de sus oponentes. Las precandidatas muestran una clara diferencia de personalidad. Una candidata es fifí; la otra, fajadora.
La otra parte de la incógnita es hasta dónde comprometerán sus máquinas de guerra ejecutando las clásicas trapacerías de la vieja escuela. Ya surgen frentes opositores
e informes
sobre la frágil salud de una de las partes. No es aventurado señalar que muy posiblemente el próximo gobernador lo decidan los tribunales.
La campaña venidera será una lucha entre ríos de dinero y sucias artimañas electorales, no sólo entre las poco carismáticas señoras. El match será: Chueco vs Tramposo. La decisión caerá en la judicatura electoral.
Están en liza un PAN desdibujado, salvo la zona citada, y un PRI en su peor momento, pero históricamente vencedor en el estado. Como arma letal de Morena siguen pendientes nuevas revelaciones sobre Peña Nieto y sus nada virginales atlacomulquenses atrincherados en El Colegio Mexiquense. Morena irá con todo, urgido de remediar los dos fracasos de dos actuales estrellas de la 4T.
Como valor auméntese la influencia que esa elección tendrá sobre la federal de 2024. Quien gane y quien pierda en el Edomex generará un ambiente de triunfo o derrota que impactará a los candidatos a la Presidencia. Al PRI en ello le va la vida y sobre Morena tendría efectos sobre su actual dominancia. Queda pendiente la dudosa mezcla de agua y aceite de una coalición.
A su tiempo los legisladores mexiquenses pesarán mucho en el Congreso de la Unión durante la primera legislatura del gobierno federal 2024-30. Se juegan tres senadurías y 40 diputaciones con importantes efectos sobre la gobernabilidad nacional. ¡Poca cosa!
Por ello es esencial anticipar que la importancia de la elección estatal es también contundente como factor sicológico sobre el proceso de 2024. Es el juego por la grande anticipado 12 meses. Un round de calentamiento quizá cruel.
Quien gane esta gana todo, quien pierda perderá mucho. En esta batalla quien debe ganar es nuestro sistema de derecho, la paz social posible y el beneplácito de cara al futuro. Todo un mañana está en juego. El éxito de los comicios es el valor a custodiar. Lograrlo solamente a medias sería muy costoso.
Condicionantes hay mil: la actitud del gobernador Del Mazo que ya se adueñó de la autoridad electoral; la conducta de los partidos y candidatos, la sesuda tarea preventiva respecto de la seguridad con coadyuvancia de recursos federales, el profesionalismo de los medios de comunicación social y la conducta de la sociedad. Es un examen de civismo.
Ante ello, ¡ojo!: está la mano negra del crimen organizado. De manera opaca pueden aplicar sus recursos financieros y amenazas para influir con maniobras tan sucias que hoy se antojan poco imaginables.
En el estado de México, respetada comunidad, estado insigne en el que con este proceso se arriesgan bienes de interés nacional, existe un criptograma. De la suerte de esos comicios saldremos beneficiados todos o seremos víctimas todos.