a recesión está cada vez más cerca. La decisión de la Reserva Federal estadunidense (Fed) de aumentar varias veces consecutivas 75 puntos base su tasa de interés, dejándola entre 3 y 3.25 por ciento anual es importante para la economía estadunidense, pero afecta negativamente a muchos otros países: provoca que los bancos centrales sigan a la Fed, incrementando sus tasas de referencia con el fin de detener la inflación; provoca que el dólar se fortalezca globalmente; alimenta el aumento de precios en mercancías de relevancia global que se comercian internacionalmente; eleva el valor de la deuda externa y de los pagos de intereses de muchos países.
Estos efectos negativos han aumentado el riesgo de una recesión global. El crecimiento económico internacional ha disminuido en los últimos meses y como la inflación sigue aumentando, los bancos centrales encabezados por la Fed seguirán elevando sus tasas de interés. Además, la Reserva Federal ha reiterado que está comprometida con lograr que la inflación regrese al 2 por ciento. Esta señal al mercado y los propios aumentos de las tasas han fortalecido al dólar, devaluando otras monedas. En los pasados tres meses la libra esterlina perdió 13 por ciento de su valor respecto al dólar, el euro casi 9 por ciento, el yen japonés un poco más de 6 por ciento, casi lo mismo que el dólar canadiense. Incluso la moneda china, el renminbi, ha perdido 6 por ciento.
El peso mexicano sobresale porque es la moneda que menos se ha devaluado respecto al dólar, perdiendo en estos últimos tres meses poco más de 2 por ciento de su valor. Casi todos los países están en una situación de perder-perder: detener la inflación es prioritario ya que los precios de las mercancías comerciables internacionalmente, las commodities, han aumentado a niveles récord en la historia. El precio de los cereales, carne y aceite de girasol, entre otros, han llegado a niveles sin precedente. Se trata de un verdadero choque de precios.
Resolver este choque de precios se complica porque las decisiones de la Fed al fortalecer al dólar han afectado negativamente a las demás economías. Frente a esto, los gobiernos tienen escaso margen de maniobra: más de 40 por ciento de las transacciones comerciales internacionales se realizan en dólares, aunque no haya ninguna empresa estadunidense involucrada; además, muchos gobiernos tomaron deuda para aliviar los efectos económicos nocivos derivados de la pandemia; esta deuda, denominada en dólares, se ha incrementado ya que el fortalecimiento del dólar aumenta los montos a pagar en moneda local, sumado al doble efecto sobre las tasas de interés.
México presenta una situación particular claramente favorable. Por una parte, el gobierno de AMLO no tomó deuda adicional para financiar sus programas de apoyo a diferentes sectores económicos y sociales. En realidad, los apoyos fueron limitados. Por eso la economía tuvo una contracción de 8.2 por ciento. Por otra parte, esta caída de la actividad económica no provocó una crisis social mayor, porque ha habido una importante y sostenida inyección de recursos externos provenientes de nuestros compatriotas que trabajan en Estados Unidos y Canadá. Las remesas permitieron a más de 11 millones de hogares resistir la pandemia, pero además fortalecieron al peso.
En los próximos meses, los análisis de organismos financieros internacionales, así como de economistas destacados, indican que el panorama global se complicará. Europa y Estados Unidos se aproximan a que su actividad económica se desacelere. Se espera que Alemania, un motor fundamental de la economía europea, se contraiga en 2023. China, la locomotora que ha jalado a la economía global los pasados 15 años, reducirá su tasa de crecimiento a cerca de 3 por ciento. Esta situación convierte a la política fiscal de los diferentes gobiernos en la gran protagonista, ya que será necesario que actúen contra cíclicamente. Sin embargo, las decisiones de sus bancos centrales podrían actuar en sentido contrario.
Las decisiones de las autoridades monetarias y fiscales mexicanas están en la misma situación. El Banco de México seguirá elevando las tasas de interés, siguiendo a la Fed, pero también proponiéndose contener el aumento de precios. Los efectos negativos de estas decisiones son incuestionables. Por su parte, la política fiscal anunciada ya en el paquete económico para 2023 señala que los programas sociales se ampliarán. Del lado de los ingresos, no habrá recursos tributarios adicionales de modo que habrá un déficit fiscal importante, que tendrá que financiarse con deuda pública adicional. Hay márgenes de libertad logrados por la disciplina presupuestal con la que se han ejercido los recursos, pero lo que no se lograrán son las metas de crecimiento propuestas.