Opinión
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70 Festival de San Sebastián
Porno gay de fabricación nacional
E

n mi recuento de películas con inversión mexicana se me olvidó una importante: Pornomelancolía, coproducida entre Argentina, Francia, Brasil y nuestro país. El director Manuel Abramovich es argentino, pero toda la acción transcurre en México, donde un sex-influencer llamado Lalo Santos vive de subir sus fotos en cueros y videos eróticos a las redes sociales y recibir reacciones de miles de seguidores.

Compitiendo en la sección oficial, Pornomelancolía no es otra cosa que el rodaje de la primera película porno de Santos, una parodia de la revolución mexicana en la cual el protagonista interpreta a Emiliano Zapata, copulando con Pancho Villa y Venustiano Carranza, entre otros. En otros tiempos, eso hubiera sido un escándalo internacional. Hoy a nadie le importa y sólo se escucharon risitas aisladas en la sala Kursaal 1.

La propuesta hubiera sido válida si tuviera algo de ingenio. No es así. La película es una colección de rutinarias cópulas softcore entre hombres, que intercambian información sobre cuál práctica sexual paga mejor. Ocurre algo muy raro en un comité de selección que rechaza películas mexicanas de auténtica calidad y acepta una cosa como Pornomelancolía. Eso sólo puede interpretarse como una broma.

Las otras dos concursantes del día ilustran el dilema de San Sebastián que, al estar posicionado después de Locarno, Venecia y Toronto, ya no tiene mucho de dónde escoger. El resultado suele ser el mismo: películas discretas que no son estrictamente malas, pero tampoco estimulan el ojo o la neurona.

La japonesa Hyakka ( Cien flores) es justamente eso. El debut como director del productor Genki Kawamura es una película bienpensante sobre un hombre llamado Izumi (Masaki Suda) cuya madre Yuriko (Mieko Harada), maestra de piano, sufre de Alzheimer y cada vez olvida más recuerdos de importancia. Incluyendo un episodio en el que Izumi se sintió abandonado por ella. El drama es sensible, hay imágenes sugerentes, pero la calidad recuerda a un esforzado telefilme.

Más problemática es La maternal, segundo largometraje de Pilar Palomero cuya anterior Las niñas (2020) fue una de las películas más sobrevaloradas de su año. En esta ocasión la realizadora secentra sobre Carla (Carla Quílez), una agresiva y desafiante adolescente de catorce años, con una relación sumamente conflictiva con su madre Penélope (Ángela Cervantes). Cuando la chica resulta embarazada, una asistenta social la interna en la institución titular, donde dará a luz a su hijo y enfrentará las responsabilidades de la maternidad.

Palomero incorpora una mirada de documentalista para registrar la interacción de Carla con otras adolescentes en la misma situación. A veces eso contiene instancias reveladoras, aunque siempre da la impresión de que hace falta rigor y disciplina en el trazo narrativo de la directora, tan enamorada de su material que no sabe cuándo cortar.

Twitter: @walyder