Acciones para la valoración de maíces de la Ciudad de México: aportes del Proyecto Agrobiodiversidad Mexicana
En la zona agrícola del sur de la Ciudad de México, desarrollada en el llamado Suelo de Conservación, todavía se cultivan especies de origen mexicano como: maíz, calabaza, frijol, chile, chayote, nopales, verdolagas y romeritos, entre otras especies.
Esa zona enfrenta la presión de la expansión de la mancha urbana, que ha sido exitosa en varios momentos al concretarse el cambio de uso del suelo, de agrícola a urbano, o de bosque a urbano, disminuyendo así la superficie de protección ecológica definida en la década de los años 70, y con ello también la disminución de los servicios ecosistémicos implicados, como son, en el caso agrícola, el de brindar alimentos y evitar la extinción de los recursos genéticos de la agrobiodiversidad mexicana, que se mantiene y reproduce gracias a las familias que aún los cultivan. La producción de alimentos en esos sitios también significa seguridad alimentaria actual y futura para esas familias y las que consumen los excedentes generados.
El Proyecto Agrobiodiversidad Mexicana (2018-2023), financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés), tiene como agencia implementadora a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y como ejecutor a la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO). Entre sus objetivos contempla que se continúe con el cultivo de las especies mexicanas y que tanto éstas como las familias que los cultivan sean valoradas. Esto dentro de un marco de acciones mundiales para la adaptación al Cambio Climático, nos plantea el reto de cómo motivar la preservación de la agricultura tradicional en pequeña escala, para que las especies originarias de México continúen con el proceso de evolución bajo domesticación de las mismas, de tal forma que ocurra la adaptación a los cambios de temperatura y las modificaciones en las cantidades y momentos de lluvia, que ya afectan a las plantas, silvestres o cultivadas.
¿Dónde se cultivan los maíces en CDMX?
Para conocimiento de todas(os), unos 30 años antes del fin del siglo pasado, se definió el área de protección ecológica del entonces Distrito Federal, hoy Suelo de Conservación (SC). Esta significaba el 59% del territorio siendo la mayor parte bosques, y otra parte, superficie dedicada a la agricultura. La zona urbanizada ocupaba el 41% del territorio de la CDMX. Esa área de protección ecológica ha disminuido, se ha documentado que entre 1980-2000 hubo una gran expansión de la mancha urbana hacia el sur del territorio de la CDMX, donde se ubica mayoritariamente el SC. Es probable que en estos tiempos, la superficie de protección apenas rebase la mitad del territorio de la CDMX, pero no hay que cantar victoria, pues el proceso de urbanización no cesa y posiblemente en poco tiempo la condición se invierta, comprometiéndose la viabilidad de la ciudad.
Es en el SC donde aún sobrevive el cultivo de maíces nativos en la CDMX, principalmente en zonas altas, en las serranías de Tlalpan, Xochimilco y Milpa Alta. Por ejemplo, en localidades de Tlalpan como: San Miguel Topilejo, San Miguel Xicalco, San Miguel Ajusco, Santo Tomás Ajusco. En Xochimilco: San Luis Tlaxialtemalco, San Mateo Xalpa, Santa Cecilia Tepetlapa, San Francisco Tlanepantla. En Milpa Alta: Santa Ana Tlacotenco, San Pedro Oztotepec, San Antonio Tecómitl, San Juan Tepenáhuac. También hay cultivo en las faldas de la Sierra de Santa Catarina, en Tláhuac, donde está el pueblo originario Santiago Zapotitlán. Y es en la zona de humedales o zona chinampera de Xochimilco y Tláhuac (San Juan Ixtayopan) —en este pueblo se cultivan más variedades híbridas de maíz que variedades nativas— donde hay menor cantidad cultivada porque se siembra otro tipo de cultivos.
Afortunadamente somos testigos de la aún existencia del cultivo de maíz en esas tierras, sobre todo en un momento en que crece la población que valora la labor campesina que los reproduce y que se interesa en probar las tortillas y otros productos elaborados a base de maíz nixtamalizado, pero es importante conocer los números del maíz en CDMX. Revisando la información del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), encontramos registros de 1980 a 2020 del maíz grano, y a continuación, presentamos los gráficos elaborados, que nos permiten conocer la evolución del cultivo en la CDMX entre 1980 y 2020.
Por otro lado, en la tabla podemos ubicar los datos específicos con los que se construyeron los gráficos. Se ha sombreado con color naranja la última cifra registrada, la de 2020, una superficie cosechada de 3,417.7 hectáreas, que significó casi 4.5 toneladas de grano producido (4,500 kilos). En sombreado azul están dos años, 1981 y 1982, cuando la superficie fue la más alta, 14,384 ha., la máxima en 1982, que resultó en una producción de casi 40 mil toneladas, el récord histórico en el periodo revisado. ¿Qué pudo haber acontecido en esos años para lograr esas cifras?, una producción 10 veces mayor a la de 2020. La única pista en mente es que, en esos años, operó brevemente el Sistema Alimentario Mexicano (SAM), que realizó esfuerzos significativos para aumentar la producción alimentaria para consumo nacional. Queda aquí pues la duda, para quien quiera indagar más, o si algún lector maneja la información, tal vez en un próximo número del suplemento nos la quiera compartir. La certeza que sí nos dan los datos es que después de ese 1982, la caída de la producción de maíz para grano en la CDMX ha sido sostenida y se mantiene la tendencia a la baja, salvo que desde varias trincheras se haga -hagamos- algo para cambiar el curso de esa historia.
Involucrando a diversos actores
En una tercera etapa del proyecto de valoración de maíces de la CDMX -la segunda etapa fue invitar a productoras(es) de maíces a una diversidad de talleres y cursos técnicos agroecológicos para la mejora de sus sistemas productivos, que permitan generar sistemas que resistan y se adapten mejor al cambio climático-, realizamos encuentros entre las familias productoras que manifestaron contar con excedentes de maíz grano -varias familias de productores venden sus cosechas como elotes, al no tener garantizado quién compre grano a precio justo-, después de lograr su abasto y actores interesados en la buena tortilla de maíces nixtamalizados, ya sean transformadores de maíz de pequeña escala ubicados en CDMX, consumidores finales que adquieren sus alimentos en las denominadas Redes Alimentarias Alternativas, así como con miembros de la comunidad académica de la UNAM, por ejemplo, estudiantes y profesoras(es).
Como resultado de esa vinculación, se han logrado algunos ejercicios de intercambio comercial directo entre los involucrados, en condiciones más justas para ambas partes, de tal forma que el consumidor final también logre un acceso físico y económico a productos de maíces de la CDMX de los cuales se conoce quién los produjo, dónde y bajo qué sistema productivo.
Consideramos que sí hay una oportunidad para la contención de la mancha urbana de la Ciudad de México y para la continuación de la siembra de maíces, desde la valoración de los maíces nativos y las familias productoras, así como para la protección de los recursos genéticos del maíz. Con estas acciones pretendemos contribuir a la seguridad y soberanía alimentaria de la Ciudad, así como dignificar la tortilla que se ofrece en la Ciudad. Una opción de abasto de maíz grano local para la CDMX es posible, para la población consciente de lo que significa el maíz para nuestra cultura, nuestra alimentación y que, a través de su consumo, defienda con más fuerza y congruencia al maíz en su centro de origen. •