Número 179 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
El campo de la ciudad. Primera parte
Panquesitos de frutos secos y amaranto. Marco Antonio Bravo

Potencialidades de la producción y certificación agroecológica en la Ciudad de México

Marco Antonio Bravo Vázquez roductor y transformador de amaranto, Santiago Tulyehualco

Si hablamos de la producción de amaranto y maíz en la Ciudad de México, podemos mencionar a la localidad de Santiago Tulyehualco, la cual se ubica al sureste de la capital y forma parte de la alcaldía Xochimilco. Por aproximadamente 10 décadas los productores que viven en esta demarcación se han dedicado a la producción y transformación del amaranto en tierras donde hace más de 100 años se practicaba la producción de verdura en chinampas, mismas que se ofrecían en mercados tan emblemáticos como lo es el de Jamaica.

Como parte de esta producción y transformación, el tema de la certificación agroecológica es tan importante para los productores de esta región, ya que es a través de ella que los productos derivados podrán adquirir un plus al momento de ser ofrecidos a los futuros compradores. Es por ello, que esta certificación hacia la que estamos transitando nos emociona y nos enorgullece, ya que debemos poner especial atención en la sustentabilidad de nuestras áreas de siembra, conservándolas y haciendo que duren mucho tiempo siendo fértiles y productivas. Tan es así que no debemos dejar que se vuelvan suelos salinos como los que existen en nuestro ejido, ya que estos han adquirido esta característica gracias al monocultivo y a la falta de prevención.

Una de las líneas que estamos siguiendo para lograr el sello verde es la eliminación de los fertilizantes químicos y sustituirlos por fertilizantes orgánicos como la composta, la lombricomposta y el guano. Otra línea a seguir es la eliminación de quemas controladas de la maleza que se obtiene de la limpia de los terrenos al inicio de la temporada de producción y donde, en lugar de quemar dichos residuos de hierbas, esta se incorpore al suelo o se utilice para elaborar composta con estiércol o excremento de equinos. Asimismo, se está optando por la rotación de cultivos y la siembra de leguminosas para la fijación del nitrógeno en el suelo.

Dentro de estas acciones que se han encaminado para que nuestra producción sea sustentable con el medio ambiente, reconocemos el apoyo recibido por parte de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (CORENADR), para la transición de una producción tradicional a una más agroecológica, puesto que su apoyo nos ha sido de gran importancia ya que no sólo nos ha motivado, sino que también se ha vuelto nuestro acompañante en este proceso.

Por otro lado, queremos comentar algunos de los beneficios que esperamos conseguir con este modelo de producción agroecológica, que no sólo están enfocados en los recursos económicos que podamos percibir, sino en un bienestar para nuestras unidades productivas y nuestra descendencia.

  1. Tener un mayor y mejor ingreso por la comercialización de los productos producidos agroecológicamente.
  2. La recuperación y conservación de las áreas de siembra, ya que al llevar a cabo la producción agroecológica aseguramos la sustentabilidad de nuestras parcelas.
  3. Con mayores ingresos se podrá hacer frente a gastos personales y de salud que actualmente no podemos cubrir, como son: gastos médicos, dentales, de especialidades como oftalmología y odontología entre otras.
  4. Acceder a mercados especiales donde se coloquen nuestros productos agroecológicos, mismos que se podrán ofrecer a un mayor y mejor precio, pensando hasta en la posibilidad de exportación a países que soliciten mercancía con las características que este tipo de productos pueden ofrecer a los consumidores debido a que fueron elaborados de manera inocua y sustentable.
  5. Estaremos heredando tanto suelos productivos como buenas prácticas de cultivo a nuestros sucesores, a las nuevas generaciones, quienes serán los encargados de conservar y dar a conocer los conocimientos que con tanto esfuerzo hemos defendido de las prácticas depredadoras y contaminantes de este modelo comercial en el que nos hemos desarrollado y, en el que la naturaleza no tiene cabida si no puede ser explotada.

Finalmente, como productores de amaranto del poblado de Santiago Tulyehualco, es que hacemos un llamado a nuestros compañeros que trabajan y viven en todo el suelo de conservación de la Ciudad de México, para que hagan lo mismo que nosotros y se den cuenta que la utilización de fertilizantes químicos o la sobreexplotación de sus terrenos o monocultivos, a la larga cobrará la factura correspondiente y tendrán suelos salinos, improductivos y mucho que hacer para la recuperación de dichos terrenos. •

Cultivo de amaranto en zona cerril de Santiago Tulyehualco. Marco Antonio Bravo