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Tumbando caña

Spanish Harlem Orchestra, buenas noticias para la salsa

B

endecida por la parroquia más salsera de la capital, la Spanish Harlem Orchestra (SHO) llegó para dejar en claro su vitalidad y legado dentro de la salsa dura. La presentación en vivo de su álbum Imágenes latinas (Ovation Records), en el Lunario del Auditorio Nacional el miércoles pasado, registró un espectacular lleno con un público ya sabedor de lo que iba a escuchar: pura salsa dura impregnada de historias de la calle y canciones de amor.

Poco importó que el espacio no tuviera las condiciones idóneas para el baile, tampoco las incomodidades por estar de pie casi sin poder moverse, frente al empuje y magnetismo de esta banda neoyorkina que se ha convertido por su frescura, fuerza musical y capacidad de conectar en uno de los fenómenos más importantes de la salsa internacional.

Óscar Hernández, pianista, arreglista, compositor y fundador de la orquesta, ha llevado a la SHO a la vanguardia de la música afrolatina. Destaca su visión musical y la manera de arreglar y profundizar en la música bailable. El sonido de la Hispánica es fuerte, bien ritmático, con argumentos y pasajes armónicos/melódicos diferentes a los establecidos en la órbita salsera. Todo esto, asumido y ejecutado por un selecto grupo de instrumentistas de gran experiencia musical con los que Óscar ha trabajado desde hace 20 años, cuando inició con la agrupación.

La SHO está integrada por Gerardo Madera, bajo; Alex Norris y Manuel Maneco Ruiz, trompetas; Doug Beavers y Juan Gabriel Lakunza, trombones; Mitch Froman, saxofón barítono y flauta; Luisito Quintero, timbales; George Delgado, tumbadoras, Jorge González, bongó y campana; Carlos Cascante, Jeremy Bosch y Marco Bermudez, cantantes.

Ellos son los que hacen la música poderosa, son inteligentes, sensibles y bravos de verdad. En cada uno de ellos hay una historia musical que se une y se condensa en esta agrupación. Cuando la gente nos escucha en el escenario descubre lo talentosos e increíble que son. Yo, quizá, sea el que ponga la idea y los dirija, pero ellos ponen más: su enorme talento en el desarrollo con el que se logra un sonido muy especial, ese que nos identifica, nos dijo Óscar Hernández en entrevista.

Con Imágenes latinas, nos comentó, la agrupación ha logrado definir su ruta. Pensamos que hemos llegado a un color definitivo, a una identidad musical. Este trabajo significa eso.

El álbum contiene 10 temas y esa noche en El Lunario sonaron todos, desde Llegó la hispánica, autoría de Óscar Hernández, con la que saludaron al público asistente, hasta Música latina, de Carlos Cascante, con la que cerraron su presentación. Los que ya habían escuchado el álbum en Spotify o lo habían adquirido en Amazon reconocieron los temas en las voces alternada de los cantantes: Vestido de flores, De mí para ti, Romance divino, Cómo te amo, Mambo 2021, Sentimiento y son, Cuando La Hispánica toca y Mi amor sincero.

Desde un principio La Hispánica mandó a regocijo musical sin regateos. Fueron dos horas con 40 minutos de tralla salsera, de música nueva y clásicas del grupo. Temas cocinados con rumba cubana, mambo y una buena dosis de jazz latino.

Con aplausos y algarabía la concurrencia celebraba cada exposición. Óscar agradecía el entusiasmo y comprometía su hacer musical en favor de ese público que me ha brindado su confianza. El talento para saber llegar al oyente también cuenta mucho y eso es algo que a Óscar Hernández y compañía le sobra. Llegar para calar, para buscar lúdicas complicidades, para superar cualquier barrera intelectual y hacer que la fiesta arda.

Precisamente esa clave de eterna juerga es lo que la Hispánica parece dominar mejor y sacarle un partido en el que siempre hay quien se siente implicado. ¿Un camino fácil? Tal vez, pero el grado de interés artístico no lo suelen marcar solamente la dificultad o el virtuosismo, sino ese ingrediente de más que contiene la agrupación. 

Llegado el momento, Óscar agradeció la empatía de ese público gozón con una sabrosa versión de La media vuelta, de José Alfredo Jiménez que los presentes cantaron eufóricos. Se despachó con un bolerazo de su autoría y, luego, mandó a refuego con Mambo 2021, jazz latino puro y enegético compuesto en honor de su amigo el trompetista Manuel Maneco Ruiz, en el que destaca el timbalero Luisito Quintero con una soberbia cátedra de improvisación.

Fue suficiente en todo momento para retomar la acción en el punto álgido y provocar desde allí el delirio cómplice de los asistentes, gente profundamete salsera, como pudo verse en todo momento y a lo largo de la noche en los que la Orquesta no cejó en la idea de mandar salsa brava hasta la eclosión final en que se despidieron con un bis de descarga antológica.