Opinión
Ver día anteriorMiércoles 7 de septiembre de 2022Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Isocronías

Jaime, respirando

A

caso la menos afortunada manera de presentarlo sea decir que es padre de Cecilia Santiago, la portera de la selección nacional femenina de futbol, pero lo es y, además, con mucha razón, está orgulloso de eso (orgullo que, de mi parte sin derecho alguno, comparto). Lo conocí en Navachiste (Sinaloa), un encuentro playero de artistas o de gente que, me perdonarán mis amigos, anda en la artisteada. Se llama Jaime y es de Oaxaca, de un pueblo muy bonito y muy chiquito: Teotongo. Aunque no propiamente es su lengua materna el chocholteco, lengua casi perdida, de allí viene. Decidió recuperar sus raíces y ahora es promotor y hablante de esa lengua. Hasta donde me entero, la aprende de sus mayores y la enseña a los niños de su localidad. Me sorprendió su sensibilidad (es mecánico). Daba yo un taller allá, en esa playa. Dejé una tarea y el mejor texto que llegó era de él. Claro, no parece poeta; parece lo que es, mecánico. Eso, si se me permite, fue lo que me hizo valorarlo. Tiene dos libros, uno sobre su pueblo, al cual hace tiempo regresó a vivir, y otro sobre la pinche y hermosa Ciudad de México (intento citar una dedicatoria de Elena Poniatowska en cierto libro del que alguien, años ha, se apropió). Este su segundo título, Respirar concreto, acaba de –bajo el sello de El Cuajilote– aparecer. Para el anterior (en edición tapatía de La Zonámbula), algo que imagino del todo insólito, Francisco Toledo le regaló la ilustración de la portada. El más reciente cuenta con el arte gráfico del regiomontano René Almanza.

Gusto de su sencillez: En la bolsa del pantalón / hay un vacío de fin de semana, / una credencial con fotografía que cree decir mi nombre. / Viajo en un vagón naranja, me vuelve lapa. O: Tu ausencia me ha dejado grande la cama. / El gato se posa sobre mis pies descalzos, / lame el dedo gordo del izquierdo. / Afuera hay una distancia abierta / que no sé cómo andar. O este final de poema: Hay neblina en la carretera. / A lo lejos un pueblo descolorido se disuelve.

Antes, mismo texto, ha dicho: Al sueño lo aplaco con un café doble / de una tienda con anuncio verde. Sabe a metal oxidado. / La Luna me acompaña como copiloto / desde que salí de un pueblo pequeño en la Mixteca.

Concluyamos: Volveré. / Llegaré de cualquier parte / convertido en todas las cosas. / Como un río revolcado.