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Disco de piedra del dios del maíz confirma que Toniná y Palenque compartían una tradición religiosa
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▲ El arqueólogo Juan Yadeun explicó en un comunicado emitido por la SC que hay una relación entre el disco y una cabeza estucada hallada en Palenque recientemente.Foto MauricioMarat-INAH
 
Periódico La Jornada
Martes 23 de agosto de 2022, p. 6

El disco de piedra con la representación iconográfica del joven dios del maíz que recuperó la Secretaría de Cultura (SC) federal en 2021, en el Templo del Sol de la zona arqueológica de Toniná, mediante el trabajo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se relaciona con la cabeza estucada descubierta recientemente en Palenque, y evidencia una tradición religiosa compartida en torno al dios del maíz, el más importante del mundo clásico.

El responsable del sitio, Juan Yadeun Angulo, indicó en el comunicado emitido ayer por la SC y el INAH que la ubicación de este objeto de piedra caliza –de 45 centímetros de diámetro y nueve de grosor– derivó del hallazgo de una cripta en el costado norte de dicho templo, en la que se teoriza eran transmutados los cuerpos de los gobernantes de Po’p, a fin de que con sus cenizas fueran creadas esferas para el juego de pelota.

Luego de explorar la cripta, comenzamos a investigar el costado sur en busca de alguna simetría en la arquitectura, lo que nos permitió hallar este disco, el cual había sido empotrado al edificio, ya descontextualizado de su sitio original, probablemente un altar, añadió.

Los glifos de la pieza circular apuntan al año 505 dC y representan a un gobernante fallecido que encarna a dicha deidad maya en el inframundo. El personaje aparece sentado en un trono, portando un faldellín de cuentas de jade y un tocado de máscara de serpiente; se observa un soporte dorsal con una representación del universo de tres niveles y cuatro rumbos, características que identifican al personaje con el dios del maíz.

Angulo subraya que el disco de piedra de Toniná –ya resguardado y remplazado por una réplica– evidencia una tradición religiosa compartida en torno a la deidad más importante del mundo clásico, en asociación con la cabeza cercenada localizada en Palenque en mayo pasado, en la que se representa al mismo dios con una escultura en estuco considerada su primera representación tridimensional, durante los trabajos dirigidos por el arqueólogo Arnoldo González Cruz, como se señaló en estas páginas (La Jornada, 1/6/22).

Una cosmogonía común

En el año 687 dC, los reinos de Lakamha’ y Po’p, asentados en las actuales zonas arqueológicas de Palenque y Toniná, respectivamente, iniciaron una cruenta guerra de 24 años. No obstante, nuevos estudios brindan luz sobre el universo cosmogónico y la ritualidad que ambas sociedades compartían a pesar de su rivalidad política.

En términos generales, explica Angulo, las historias de ambas ciudades transcurrieron paralelas, lo que causó que sus apogeos las llevaran a una inevitable colisión, que se inició cuando Yuhkno’m Wahywal, señor de Po’p, fue secuestrado y sacrificado en Lakamha’, por K’inich Kan Bahlam II, primogénito y sucesor de Pakal El Grande.

El motivo de la guerra no sólo era que Kan Bahlam II quisiera recursos y esclavos que le permitieran erigir obras tanto o más fastuosas que las de su padre. El objetivo de ambos reinos era controlar la cuenca del Usumacinta, ya que dominar las aguas era conquistar la agricultura, la economía y la vida de las Tierras Bajas mayas.

Un año más tarde, los monumentos de Toniná registran el ascenso como soberano de K’inich B’aaknal Chaak, quien no era miembro de la dinastía, sino un guerrero cuya meta fue crear un amplio ejército para vengarse de Lakamha’ (Palenque) y los nueve señoríos menores que habían perpetrado el primer asalto.

Esos 24 años de guerra fueron la puntilla que terminó con el mundo maya Clásico, caracterizado por el realce de los grandes señores, para dar paso a una época epiclásica, en la que pequeños y numerosos estamentos se dividieron el poder, continúa Angulo, quien concluye que ambas ciudades fueron enemigas y se desgastaron hasta colapsar; sin embargo, la importancia de hallazgos arqueológicos, como las dos representaciones del joven dios del maíz, la cabeza cercenada y el disco de piedra, corroboran la base común de creencias y tradiciones que las unía.