Aprendí a través de mi padre el amor por la tierra, por la comunidad, por sus bosques, por la conservación de la misma y a través de él, en sus palabras, te enamoras de la historia del origen de nuestra comunidad. Fue un hombre que le daba su lugar a las mujeres “ellas son primero”. Como yo era más cercana a él, me dejó su número (lugar en la asamblea), él fue uno de los comuneros de la lista original cuando se creó la comunidad. La tierra no tiene precio, querer que tu bosque siga vivo fue lo que más me impulsó a dar la pelea.
Gracias a esto llegue a ser comunera hace 7 años, gracias también a las propuestas e irme involucrando con la comunidad y en la asamblea de comuneros, fue así que un grupo de personas me vieron “con buenos ojos” y eso me permitió ser la propuesta de candidata para la tesorería. Sin embargo, nunca pensé que podríamos llegar a ganar porque iba como candidata para un cargo que es muy importante dentro de la comunidad y, sobre todo, porque nunca había habido mujeres al frente de los bienes comunales. Yo vine a representar a las mujeres porque como mujer no te dan el derecho a la voz, en las asambleas ellos no te permiten exponer tus puntos, te cortan.
Desde que llegué al cargo ha habido muchas reuniones, mi planilla tuvo la fortuna de llegar a la representación con el cambio de presidente de la república y eso permitió una mayor apertura a la opinión de la mujer, hubo más foros donde nos invitaban a participar, sobre todo, como mujer en la representación de los bienes comunales. Es muy gratificante sentir ese apoyo porque gracias a esos encuentros descubrí que ya hay mujeres en cargos importantes dentro de las representaciones como: presidentas del colegiado o presidentas del consejo de vigilancia y eso me motiva y pienso, si ellos lo lograron, ¿por qué nosotros no? ¿por qué nosotros no podemos erradicar el machismo?
Esto también me permitió darme cuenta que hay más participación de las mujeres fuera de mi comunidad y comunidades aledañas. Entonces sí se puede y por esa razón he incluido a mi grupo de mujeres en estas actividades, en estos foros, para que ellas vean que sí se puede porque aquí lo que creo que hace falta es valor: tener el valor de enfrentarnos a la asamblea de comuneros, valor para enfrentarnos a un cargo, tener el valor de enfrentar que tú puedes llevar adelante ese cargo y que puedes estar hasta arriba, que puedes dar soluciones a todas esas problemáticas.
He hablado con muchas personas, con muchas mujeres y me he dado cuenta que hay muchas que tienen muy buenas propuestas, pero les da miedo decirlas en la asamblea porque sienten que las van a hacer menos, que va a pesar más el simple hecho de ser mujer que la propuesta por muy buena que sea y por más que atienda problemáticas comunes. Porque ellos siempre ganan, porque ellos gritan y nos dejan calladas.
El miedo de nuestras mujeres es porque siempre han estado relegadas, porque su valor sólo es medido por ser las amas de casa, las jefas del hogar y aunque los hombres dicen que las mujeres son muy importantes para la comunidad y nos permiten sembrar y cosechar, no nos dejan ser parte de la representación comunal porque “la política es para los hombres, las soluciones las dan los hombres” y no es así, las mujeres damos más soluciones y con menos violencia: somos de menos amenazas pero de más acciones.
El principal obstáculo que he enfrentado es que a veces tu mismo grupo te detiene cuando quieres avanzar, aunque tengas buenas ideas o propuestas te tratan como adorno, no toman en cuenta la capacidad que tienes sólo por ser mujer. No sólo los hombres lo hacen, también las propias mujeres.
Por otro lado, las personas de los grupos opositores me han agarrado de pretexto para querer quitar a mi planilla. Ha habido gente que me ha pedido que renuncie a la tesorería de la comunidad primero por ser mujer y segundo por mi forma de ser, porque yo no me quedo callada, yo me hago escuchar, yo planteo mis propuestas y si me tengo que quejar, lo hago sin importar ante quien sea, pero eso no le gusta a la gente, que te expreses porque la idea común es que las mujeres están diseñadas para estar calladitas, para verse bonitas, para ser adornos y a mí eso no me gusta. A mí me gusta que todas mis compañeras opinen, que si ven algo más lo externen porque si no lo hacen no vamos a avanzar.
El gran reto es convencerlas de que todas valemos lo mismo o más que ellos, convencerlas a través de lo que yo hago de que todas podemos hacerlo y salir adelante. Porque, aunque he hablado con ellas y las he llevado a estos foros ellas no quieren participar. La excusa para no participar es que “no es su momento”, y yo les pregunto ¿cuándo va a serlo? Porque si no lo haces en el momento que tú sientes que debes dar tu opinión no lo vas a hacer nunca porque siempre te va a detener el miedo. Yo no quiero que nadie tenga miedo y menos ahorita porque es cuando mayor violencia sufrimos.
Como tal, a la fecha no existe ningún proyecto que sea exclusivo para nosotras (ni productivo ni de otro tipo), aunque como mujeres tenemos derecho a la Unidad Agrícola Industrial para la Mujer que está prevista en los artículos 103, 104 y 105, de la Ley Federal de la Reforma Agraria, sin embargo, la asamblea no ha destinado ningún espacio para que se pueda realizar. Estamos luchando por obtenerla para que podamos trabajar aquí, en nuestra comunidad, no tener que salir de ella y, además, obtener ingresos económicos que nos permitan solventar las necesidades de nuestras familias y no depender económicamente de los hombres, ya sean esposos o padres.
Hicimos una investigación dentro de la comunidad y descubrimos que muchas mujeres conocen las propiedades de las plantas, para qué sirven, en qué enfermedades ayudan, cuales son preventivas para determinadas enfermedades y entonces ¿por qué no usar ese conocimiento para bien de la comunidad? Entonces se nos ocurrió la idea de la Farmacia Viviente. Investigamos con la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) y nos dijeron que sí hay apoyos para mujeres y estamos iniciando el proyecto, ya tomamos un curso al respecto y estamos en proceso de construir unas jardineras para hacer la plantación y así recuperar nuestras plantas endémicas. A la par de esto, podemos compartir este conocimiento entre los miembros de la comunidad y rescatar muchas plantas dentro nuestras 7,619.20 ha. Este es un proyecto para incluir a las mujeres, sobre todo a las que son de tercera edad, quienes guardan estos saberes.
Las mujeres participan en todos lados, sin embargo, aún tenemos miedo. Me enorgullece haber participado en esta representación para sacar adelante a mi género en esta comunidad y me llena de orgullo que quienes no creían en mí ahora se acercan con la propuesta de que podamos volver a la representación porque significa que no hice tan mal mi trabajo y que hay gente que pensó que mis ideas no están tan locas como otros dicen.
Creo que sí se puede cambiar a la comunidad, que se puede cambiar ese punto de vista machista no por un punto de vista feminista sino por un punto de vista donde todos seamos iguales, todos y todas, donde tengamos los mismos derechos a opinar, a ser escuchados y a trabajar. Creo que todos podemos trabajar en conjunto para sacar adelante a nuestra comunidad que, si trabajamos en conjunto, lado a lado (ni por encima ni por detrás del otro) sí se puede, que podemos ser iguales en todo tanto derechos como obligaciones. •