íctima de la orfandad el PRI puede entregar lo que parece ser su último baluarte, el estado de México. En un proceso que puede ser histórico quizá entregue sus banderas en julio próximo. Caería como cayeron imperios víctimas de sus corrosiones internas. Al PRI la pérdida de la Presidencia de la República lo sumió en el desamparo.
La ausencia del primer priísta del país
, como llenos de contento nombraban al presidente, lo liquidó. Era el dictum que prescribía el qué, cuándo y sobre todo con qué a través del poderosísimo secretario de Gobernación.
El partido debió haber advertido el riesgo cuando Zedillo abiertamente, durante un desayuno en su propia sede, anunció la sana distancia
, discurso que los comensales sin entenderlo aplaudieron jubilosos.
Acostumbrados a batir palmas ante todo dicho presidencial, no supieron interpretar el letal anuncio. Se los va a fumar, pensé yo. Y sí, la distancia aludida primero fue política y paulatinamente económica.
Una tarde de febrero de 1994, siendo él coordinador de la campaña de Colosio y yo candidato al gobierno de Morelos, en su oficina del CEN me comentó: El partido cuesta más que tres secretarías y eso no puede ser
; mencionó Relaciones, Turismo y Trabajo.
El total del financiamiento del partido sólo éste lo conocía dadas sus distintas fuentes: gobierno federal, dineros de los estados y cajas de las empresas paraestatales. La ruina se agudizó cuando Fox cerró las arcas.
Un mal añejo ya lo había carcomido. El fin previsible era originado por la descomposición. Estaba en las manos laxas de la alta jerarquía en el manejo de caudales, como en las candidaturas de diputados y ediles, que eran una especie de concesión a líderes sindicales y delegados estatales.
La simulación de cumplir con compromisos estatutarios fue lo que aceleró la descomposición. Llevó al partido a olvidar su central compromiso: democracia y justicia social
. Con eso hubiera bastado, pero se traicionó.
La corrupción era socarronamente referida por el pueblo llamándola comaladas de millonarios
que surgían de manera mágica cada gobierno. No era sólo el dinero sino las mil prebendas que se dispensaban.
Es compromiso de honestidad mencionar dos cosas que engloban mil: 1) México se construyó con mucho mediante el talento, eficacia y honradez de miles de funcionarios de los gobiernos de los tres niveles vinculados al PRI, y 2) el partido disfrutó de dirigencias ejemplares por su verdadero amor al país, intenso sentido de la política y conducta honorable. ¡Ojalá fuera posible mencionarlas!
Sin ninguna pretensión es que siendo objetivo, así entiendo la agonía del partido. Duele ver traicionada su esencia popular pero no deben olvidarse sus méritos. Así fue y así se le recordará. El invencible está enfermo y parece no tener remedio. ¿Es evitable su extinción?
Frente a la campaña del Edomex su maquinaria que fue imparable está confundida, desconcertada, no entiende qué pasó. Quizá pronto vea a muchos de sus afiliados viajando a nuevos territorios. Para otros serán momentos de amargura.
Todos estos argumentos nos regresan a los primeros renglones en que se afirma que la elección del Estado de México, la elección de un solo hombre, de perderla para el PRI sería su momento terminal.
Con una ideología indeterminada, sin líderes ni propuestas propias, una maquinaria desarmándose y en serio desprestigio tiene poco que ganar. Ante ese vacío parece que su último recurso sería coaligarse, si logran mezclar agua y aceite.
A Morena hay que hacerle un examen largo y profundo, porque tampoco es aplanadora probada. Le falta concisión, madurez, a pesar de su arrastre popular. Le está exigido el triunfo por claras razones. No puede perder porque perdería mucho de su misticismo. No puede perder otra vez la batalla, ya la perdió dos veces, perdió con Alejandro y la misma Delfina. No puede perder, pues ya está preparando lo que sigue.
Es deber político aceptar que el PRI importa nacionalmente para participar en el sistema de partidos, que en su naturaleza implica ser un conjunto y su dinámica que forman un espacio de competencia. Su supuesta ausencia significaría un serio mal.
Su ideología se disolvió en el tiempo, su propuesta original de democracia y justicia social fue estupenda en sus años mozos. El partido corporativista esparcía sus dones mediante fortísimas organizaciones: CNC, CTM y hasta la heterogénea CNOP, todo ello son ruinas. La relación partido/pueblo, en todo el país ha cambiado y sus organizaciones han sabido ajustarla. El PRI se quedó atorado, insensible en el absolutismo, unido con falsos pegamentos. Fue sordo ante voces de alarma. Ahora tiene que volver a la vida, resolver sus conflictos, lo que sólo compete a él.