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La cinta 13 vidas destaca el heroísmo en el rescate de atrapados en una cueva: Ron Howard
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▲ Sentí una gran responsabilidad con los involucrados en la historia, relata el director, quien aparece con niños tailandeses durante la filmación.Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Jueves 4 de agosto de 2022, p. 9

Los Ángeles. Podrá ser lugar común no revelar el desenlace de una película, pero Ron Howard aprendió hace años, en Apolo 13, que saber el final de una historia es distinto de conocer la historia misma, y aunque el rescate de un equipo de futbol masculino tailandés y su entrenador en 2018 está aún fresco en la memoria colectiva, el director vio en el hecho una oportunidad similar.

Es posible que uno sepa por los titulares que las cosas salieron bien, pero no qué tipo de luchas personales pueden estar reservadas para los personajes claves, dijo Howard. A través de la dramatización, de buenas actuaciones, escenas y realización cinematográfica, uno comienza a conectarse emocionalmente con los personajes, de manera que no puede con un documental directo o la cobertura noticiosa.

De alguna manera, la historia estaba hecha a la medida para una producción de Hollywood, con final feliz y actos sencillos de heroísmo. La saga de 18 días ya inspiró un gran documental, Rescate en las profundidades, y varios otros proyectos. Pero la realidad de hacer 13 vidas, que pronto estará disponible en Amazon Prime Video, fue una tarea compleja y por momentos angustiosa. Incluso, Howard dijo que se ubica en el cuadrante superior de sus películas más desafiantes.

No se trataba sólo de las dificultades de filmar el peligroso buceo en cuevas en los estrechos corredores submarinos de Tham Luang Lang Non –que fueron recreados para el filme por la diseñadora de producción Molly Hughes–, sino de contar las historias de todas las personas que contribuyeron al éxito de la misión imposible. Había bastantes personas dignas de aparecer en cámara, como los buzos británicos y los Seals de la Armada tailandesa, por supuesto, pero también los padres, los niños y el entrenador en la cueva; los servidores públicos que manejaron la crisis y los miles de voluntarios extranjeros y locales que contribuyeron de pequeñas y grandes maneras.

Me sentí un poco como un director de orquesta, dijo Howard. Logísticamente, fue muy complicado, y sentí una responsabilidad más profunda de hacer esto bien en nombre de los involucrados que con cualquier otra película que haya hecho basada en hechos reales.

Lo más fiel a la realidad

Por las restricciones de viaje por el covid-19, la mayor parte del rodaje tuvo lugar en Queensland, Australia, con escenas adicionales en Tailandia que Howard tuvo que dirigir de forma remota, lo que fue un obstáculo para él porque lo más importante era asegurarse de que la historia fuera lo más auténticamente tailandesa posible. Reclutó a un equipo de artistas y productores locales, incluido el reconocido director de fotografía de Llámame por tu nombre, Sayombhu Mukdeeprom.

Sabía que no sólo era lo correcto, sino que también sería terrible si nos equivocábamos, contó Howard.

Otro fue el productor Raymond Phathanavirangoon, a quien le encargó infundir en el guion de William Nicholson (Gladiador) detalles y matices de la cultura del norte de Tailandia, desde la manera correcta de vestir a un monje birmano, hasta el uso de oraciones y acentos regionales.

Una gran parte de la cinta está en tailandés, lo cual es bastante inusual para una película de Hollywood, dijo Phathanavirangoon. Tratamos minuciosamente de hacer los acentos adecuados. Incluso en ese cine, rara vez escuchas a la gente hablar con acento norteño.

Naturalmente, sin embargo, hay un enfoque en los buzos británicos que sacaron a nado a los niños y entrenador de la cueva. Los papeles atrajeron a los actores Viggo Mortensen, Colin Farrell y Joel Edgerton, quienes desarrollaron una estrecha relación con sus contrapartes de la vida real.

Lo que hacen como pasatiempo está más allá de mi comprensión, dijo Farrell. Realmente son exploradores subterráneos, y hablando con ellos, supongo que lo más asombroso fue la normalidad que destilan. No son adictos a la adrenalina.

De entrada, el plan era que los actores hicieran parte del buceo en cuevas y lo complementaran con trabajo de dobles.

Habría un supervisor de buceo y un director de fotografía submarina, pero en algún momento del intenso entrenamiento de tres semanas, se tomó la decisión de que harían la mayoría de las escenas de la cueva por sí mismos.