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Ciudad perdida

Morena: el poder de la militancia real

S

i algo quedó claro en el ejercicio que durante dos días practicó Morena en todo el país, es que mientras la militancia, los que de verdad nutren las urnas con sus votos, claman por un partido fuerte que impulse la transformación de México, hay pequeños grupos de poder que desde las trincheras digitales se golpean entre sí para bañar al partido con su desprestigio.

Sí, en Morena hay quienes han usado el triunfo del organismo para encaramarse en un podio que no les dio su trabajo, y desde ahí encauzar luchas ajenas al interés de la militancia, pero convenientes para los intereses de sus tribus, y sólo de sus tribus.

Y eso ha demostrado que no es la mejor cara de Morena, porque su triunfo más importante en el ejercicio practicado está en la fuerza de su militancia, que al parecer no se dejó atrapar por las jefaturas tribales y sufragó para comprometer a Morena en la tarea inmensa de la transformación.

Hay que recordar que Morena es un organismo joven que más que vivir del poder sobrevive a la estrategia mediática enemiga, concentrado en la defensa y el quehacer, y ahora, por lo demostrado, deberá entender que la lucha interna tal vez sea más difícil que las que ya ha librado, y tener una respuesta rápida y contundente para contener los daños que pueda generar esa guerra intestina.

La estrategia enemiga también jugó sus cartas en el proceso. En algunos casos, como lo comentamos en la entrega pasada, hubo morenistas que pidieron a sus contrarios gente de sus partidos para alimentar su votación, y así se dieron fenómenos tan graves como que en Cuajimalpa, Adrián Ruvalcaba, un híbrido entre PAN y PRI, y a veces hasta del PRD, metió a su gente y ganó el distrito 10, desde donde planea reventar a Morena.

Como ese hubo otros, parece que no son mayoría, pero muestran debilidades que el organismo deberá corregir lo más pronto posible. Aquí en la ciudad, a la mitad del mes, se habrá de elegir a un nuevo líder del partido y esas anomalías podrían cambiar el curso de las cosas.

Por eso es necesario decir que quienes votaron el sábado y el domingo seguramente no obedecen ni a los jefes tribales ni a las dirigencias corruptas de otros partidos de la oposición, sino a la 4T, a la que quieren apoyar de todas formas.

Habrá tiempo para ir desmenuzando los nombres y los números que arrojó la elección y con ello montarse en un aprendizaje que evite, por ejemplo, que la oposición pueda colarse para dañar al partido, que por más joven que sea, y por ello mismo, tiene que apresurarse a crear sus propias formas con el fin de cerrar fisuras peligrosas.

Sería más que absurdo plantear que Morena se ha ganado la corona de las democracias, o que el proceso de selección de los miembros de su Congreso Nacional fue tan limpio que será, en adelante, el ejemplo a seguir. No, nada de eso. En Morena deberá trabajarse con mucho cuidado y fuerza para consolidarse como la opción política del país, cuando menos ahora.

En fin, lo que sí debe quedar claro es que hay un respaldo muy fuerte al compromiso de hacer que la 4T siga adelante, y eso le debe quedar claro a la oposición, que en una de esas en lugar de reventar a Morena por dentro, pierden militancia ante su falta de propuestas y su muy escasa posibilidad de triunfo. Vamos a ver.

De pasadita

Bueno, pues ahora les voy a contar la historia de uno que sin ser corcholata se siente destapado, y es que las palabras del presidente López Obrador de pronto parecen señalar el futuro de alguien, y se malentienden.

Así, el solo hablar de alguien puede ser interpretado como la señal de arranque para los procesos en los que aún no hay candidatos abiertos, lo que se presta para toda confusión, y para que alguno se sienta tocado por el dedo elector, que por mala suerte para quien así lo ve ya no existe.

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