La temible recesión
esde hace milenios la sociedad padece los ajustes de los ciclos económicos. El Génesis, en la Biblia, nos habla de un sueño del Faraón de Egipto que ve siete vacas hermosas, seguidas de siete vacas famélicas. Un hombre llamado José interpreta que se trata de siete años de abundancia contra siete años de hambre, por lo que Egipto debe prepararse en los años de bonanza contra la adversidad.
Ahora el mundo vive uno de esos momentos de profundos desequilibrios. El calentamiento global, las sequías, la guerra, la pandemia y la ruptura de las cadenas de producción y distribución traen consigo hambre y miseria. Incluso en los países más ricos. Estados Unidos, por ejemplo, ya lleva dos trimestres con caídas de su producción, por lo que se habla del inicio de una recesión.
¿Qué tanto afecta a México esta debilidad económica? Por desgracia, afecta profundamente, no tanto por la caída de la producción, sino por el incremento de los precios. Para muchas familias sus ingresos ya no les alcanzan para comprar lo indispensable.
Vivimos tiempos difíciles, pero hay que dimensionarlos en su duración, ya que ahora las recesiones son relativamente cortas frente a las del pasado preindustrial. Entre los siglos XX y lo que va del XXI, las contracciones han durado entre dos trimestres y dos años. Ya no se trata de siete años de vacas flacas. En esta ocasión se pronostica que la recesión dure menos de un año y que luego comience una recuperación vigorosa.
El gran problema es que, aunque se supere la recesión rápidamente, la inflación permanecerá en el largo plazo. Eso es precisamente lo que daña a las mayorías y por más esfuerzos que hacen los bancos centrales y los gobiernos para frenar el alza de precios no han tenido buenos resultados. En los hechos, sus políticas ortodoxas de manual
han sido poco efectivas para lograr su propósito.
Lo peor de todo es que si los bancos centrales mantienen la misma estrategia obtendrán el mismo resultado y a nivel institucional no se aprecia un plan alterno para resolver este problema.
La reflexión es la misma que José le dio al Faraón: en años buenos hay que prepararse para la adversidad, cosa que no hicimos, por lo que el pueblo padecerá las consecuencias.