Lunes 25 de julio de 2022, p. 7
Prensa Latina. El museo Ernest Hemingway en esta capital celebró el jueves pasado 60 años de haberse creado, como testigo indiscutible de la alianza cultural entre el escritor estadunidense, Premio Nobel de Literatura, y Cuba.
El 2 de julio de 1961, tras la muerte del reconocido literato, autor de icónicas obras como Adiós a las armas y Fiesta, el líder cubano Fidel Castro acudió a la finca Vigía, devenida pinacoteca, para la lectura del testamento en presencia de su ex esposa Mary Welsh.
La primera vez que ambos coincidieron fue en el concurso internacional de pesca de la aguja, el domingo 15 de mayo de 1960, cuando Hemingway salió a la mar en su yate Pilar y el dirigente de la nación caribeña, acompañado del comandante guerrillero Ernesto Che Guevara, lo hizo en el yate Cristal.
Al concluir el día ambos se reunieron en el muelle. Se desconoce si alguna vez lo visitó en la finca Vigía, pero algunos manifiestan el interés del intelectual por comentarle cuestiones de la política estadunidense que él debía tener presente
, indicó el periodista Ciro Bianchi en exclusiva a Prensa Latina.
En 1975, durante una conversación entre Fidel Castro y los estadunidenses Kirby Jones y Frank Mankiewicz, devenida posteriormente en el libro With Fidel: a portrait of Castro and Cuba, el abogado y político aseguró: “De los autores estadunidenses, Hemingway es uno de mis favoritos (…) Conocía sus obras desde antes de la revolución (…) hablaba de la retaguardia de un grupo guerrillero que luchaba contra un ejército convencional (…) Esa novela fue una de las obras que me ayudó a elaborar tácticas para luchar contra el ejército de Batista”. La última etapa de su vida en Cuba la pasó en la finca Vigía, ubicada en las alturas del barrio San Francisco de Paula, a 15 kilómetros del centro de La Habana. Ésta se encontraba en estado de abandono cuando Hemingway y su tercera esposa, Martha Gellhorn, la compraron en 1940.
“En la finca Vigía trabajó muchísimo: escribió Al otro lado del río y entre los árboles, París era una fiesta y El viejo y el mar que es su novela cubana. Fue un hombre que se entusiasmó con Cuba”, comentó Bianchi.
El Nobel para los cubanos
En 1954, cuando recibió el Nobel de Literatura, expresó Hemingway: Este es un premio que pertenece a Cuba porque mi obra fue pensada y creada en Cuba, con mi gente de Cojímar, de donde soy ciudadano. A través de todas las traducciones está presente esta patria adoptiva donde tengo mis libros y mi casa
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Bianchi recordó que durante el regreso del escritor a la isla en 1959 un periodista lo interrogó sobre la frialdad de Estados Unidos hacia la nación caribeña.
Además de reconocer que deploraba esa situación, el novelista respondió que, tras dos décadas de residencia en el país, se consideraba un verdadero cubano.
“Agarra entonces la bandera del archipiélago antillano y la besa. Los fotógrafos que no tienen tiempo de captar el gesto le piden que lo repita, entonces el intelectual riposta con una sonrisa: ‘Dije que era cubano, no un actor’. Incluso, ofrendó la medalla del Nobel a la Virgen de la Caridad, patrona en la mayor de las Antillas”, explicó Bianchi.
El 13 de agosto de 1956, en el salón de fiestas de la cervecería Hatuey, el novelista entregó esa medalla a los invitados.
Si bien más de 20 instituciones culturales de ese entonces participaron en la celebración, Hemingway sentó en la presidencia a sus amigos pescadores de Cojímar, por considerarlos la mejor gente de Cuba
.
Muchos estiman que, al marcharse de la isla en 1960, el autor no pudo olvidar sus olores, sabores, rutinas y paisajes.
Ese mismo año, hospitalizado en una clínica de Estados Unidos y como sentencia de despedida, declaró a periodistas que lo abordaron: La gente de honor creemos en la revolución cubana
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