urante la pandemia de covid-19 ha quedado más claro que nunca el papel primordial que desempeñan los estados en favor del bienestar público, así como la falacia de que las privatizaciones hacen más eficientes los servicios. Un caso ejemplar es el de los servicios postales, y contaré una historia de frustración reciente.
La editorial Grano de Sal, que cumple cinco años con un catálogo espléndido, ha publicado en español el valioso libro Defender el agua (https://bit.ly/3zabsRq), el cual relata con profunda investigación e inspiradora narrativa, cómo la gente de El Salvador enfrentó durante años a empresas mineras, venciéndolas en tribunales internacionales y alcanzando en 2017 una ley de prohibición a la minería metálica, la primera en el mundo. Los autores Robin Broad y John Cavanagh volaron entusiasmados a El Salvador la semana pasada a presentarlo en San Salvador y en el departamento de Cabañas, donde comenzó la resistencia a la industria extractiva. Para estas presentaciones, el Institute for Policy Studies (IPS) y la Asociación Centroamericana Frente a la Minería, pagaron un lote de libros para otorgarlos gratuitamente a personas de comunidades que luchan por sus derechos territoriales y ambientales.
El 29 de junio contratamos un envío con Fedex para asegurar que 112 ejemplares del libro fueran transportados de México a El Salvador con celeridad y llegaran a tiempo a las presentaciones. Fedex, la segunda mayor empresa de envíos a nivel mundial, fijó su arribo para el 8 de julio. Nos dimos cuenta con el número de rastreo de que los paquetes estaban varados en el aeropuerto de Memphis, Estados Unidos, (notar que estas empresas transportan mercancías de la manera más indirecta y, por ende, contaminante) pero un representante nos aseguró que llegarían a San Salvador el lunes 11, un día antes de la primera presentación. Para no hacer el cuento largo, los libros nunca llegaron, pues resulta que los paquetes habían llegado vacíos desde el aeropuerto de Toluca
, (y que por los términos del envío se nos repondrían 51 dólares, más o menos 10 pesos por libro). Punto. Por suerte, contratamos también un envío de libros a Washington y los autores pudieron llevar algunas copias a El Salvador, al menos para mostrar el libro y entregarlo a algunas personas, prometiendo que el envío más grande, por tierra, llegará pronto.
La irresponsabilidad de Fedex en este caso muestra que el servicio postal debe ser considerado un bien público, al igual que el agua y otros recursos naturales. Es esencial para el funcionamiento de economías y sociedades; hemos visto su importancia durante la pandemia. Pero los servicios postales en todo el mundo están intensamente presionados para ser privatizados. En México se creó Mexpost como parte del Servicio Postal Mexicano, pero compite bajo estrictas reglas de mercado con poderosas empresas como la mentada Fedex o DHL, UPS u otras.
El IPS ha sido participe de la intensa defensa del Servicio Postal de Estados Unidos (USPS) (ver https://bit.ly/3uSNGHe) el cual es una importante fuente de empleos y del cual millones de personas dependen para recibir medicinas. Pero USPS ha estado (en particular bajo la presidencia de Donald Trump), bajo una feroz presión privatizadora. USPS debe competir con empresas como Fedex cuyos empleados no están sindicalizados y con un número cada vez mayor de repartidores de Amazon cuyos trabajadores temporales
bajo el esquema Amazon Flex son mal pagados, deben usar sus propios vehículos y pagar su gasolina. Tampoco cuentan con derechos laborales básicos porque se clasifican como contratistas temporales en lugar de empleados formales. A menos que el gobierno intervenga para regular mejor este servicio, Amazon Flex seguirá reduciendo los estándares para los servicios de entrega. Y a diferencia del USPS, estas empresas privadas no tienen la obligación de servicio universal
de realizar entregas en todas las direcciones postales de Estados Unidos sino sólo en aquellas localidades que les son lucrativas. Este gigante de reparto minorista se expande globalmente y México podría estar en su mira.
Ya que Fedex perdió los tomos de Defender el Agua, muchas personas que viajaron horas desde regiones alejadas del país, apenas pudieron ver el libro pero no hacerse de un ejemplar. Pero las presentaciones fueron magníficas y pudieron escuchar importantes ponencias de protagonistas de esta historia. Por ejemplo, Vidalina Morales, presidenta de la Asociación de Desarrollo de El Salvador dijo que cuando pienso en todo el sufrimiento, las muertes, la demanda contra El Salvador, el engaño empresarial, era tan importante que tuviéramos apoyo y aliados internacionales. Somos conscientes de que ésta es una lucha continua, que las empresas mineras quieren volver. Continuaremos organizándonos y luchando, mientras sea necesario
. Luis Parada, quien fungió como abogado de El Salvador durante la demanda en su contra de la minera canadiense Pacific Rim, dijo estar muy complacido de que con este libro se pueda compartir esta notable historia con personas de todo El Salvador y América Latina
. Luis González, de la Unidad Ecológica Salvadoreña, advirtió que existe la amenaza de que se pueda volver a explotar la minería por lo que hay que educar a la población sobre el medio ambiente, el agua, y este libro es clave
. Afortunadamente, se cuenta, y se presentó también, la sistematización de la lucha de la Mesa Nacional frente a la Minería Metálica de El Salvador (https://bit.ly/3aGT21e). La defensa del medio ambiente y la de los servicios públicos se entrelazan.
*Investigador del Institute for Policy Studies www.ips-dc.org
Twitter: @ManuelPerezIPS