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La derecha chilena ofrece reformas que por décadas evitó, a cambio de rechazar la nueva Constitución
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Miércoles 13 de julio de 2022, p. 23

Santiago. La derecha chilena, que con apenas 37 de 154 representantes en la concluida Convención Constitucional (CC) vio cómo sus pares independientes y de la centroizquierda concordaron un texto que desmantela el Estado subsidiario y lo remplaza por uno de derechos sociales garantizados, se aglutina ahora en la consigna de rechazar para reformar, a contranatura de lo que durante 40 años fue su comportamiento histórico: impedir cualquier cambio que alterara la esencia del neoliberalismo.

De partida, en 1988 apoyaron que la dictadura de Augusto Pinochet continuara por ocho años más e hicieron campaña por ello en el plebiscito del y el no. Basta un breve repaso para constatar que los conservadores incumplieron siempre lo que prometieron impulsar, e incluso impidieron, o dilataron hasta el máximo, que se legislara para terminar con aquello decimonónico vigente en Chile, por ejemplo, la discriminación de los hijos.

En 1989, en los estertores de la dictadura, un sector de la derecha se comprometió a terminar con los senadores designados, una figura que la Constitución pinochetista instauró para bloquear reformas; pero los designados continuaron por 16 años hasta 2006 y la derecha mantuvo así una mayoría artificial en la cámara alta. Más recientemente, en 2018, congelaron en el legislativo la propuesta de Carta Magna que envió la ex presidenta Michelle Bachelet, iniciativa que tal vez, de avanzar, hubiera evitado el estallido social de 2019.

Suma y sigue

En 1993 boicotearon durante cinco años establecer la igualdad legal de los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio, considerando a los segundos ilegítimos, algo que cambió apenas en 1998. Otros ejemplos: en 2004 votó contra la ley que estableció el divorcio, en 2014 se opuso a la creación del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, en 2018 estuvo contra la ley de aborto por tres causales y en 2020 en contra de declarar el agua como bien de uso público. Hay mucho más.

Ahora los partidos derechistas –que en octubre de 2020 llamaron a votar por el rechazo y de nuevo están por el no al plebiscito del 4 de septiembre– dicen que el texto herencia del dictador no va más e impulsarán uno distinto, basado en el que salió de la CC, pero al cual demonizan como refundacionista, partisano, divisionista y proindigenista, entre muchos epítetos.

“Nuestro país exige un compromiso solemne y decidido de avanzar hacia una nueva Constitución que permita rencontrarnos, favorezca los cambios que anhela la ciudadanía y busque los mayores acuerdos para proyectarnos las próximas décadas con unidad y estabilidad.

Chile necesita un nuevo pacto constitucional, políticamente transversal, con vocación mayoritaria y de alcance nacional, dijeron en una declaración, jurando su compromiso con la continuidad del proceso constituyente.

Nada dicen de cómo sería eso, no dan detalles al respecto y le endosan al presidente Gabriel Boric proponer una fórmula que prolongue el escenario constitucional, pero a la vez le exigen no intervenir en la campaña a favor del apruebo.

Así reaccionaron al anuncio presidencial ayer de entregar un bono invernal equivalente a 120 dólares a 7.5 millones de personas a pagar en agosto, tildándolo de bono apruebo, pese a que las temperaturas bajo cero entumecen los hogares modestos en buena parte del país.

Se mueve por intereses, no por ideales

Felipe Delpín, presidente de la Democracia Cristiana (DC) –partido del centro político que llama a votar por el apruebo–, dijo que “nosotros como DC no les creemos, la derecha siempre se comprometió con cambios (…) y nunca cumplió. La historia demuestra cuál ha sido la actitud y el comportamiento de la derecha, se mueve por intereses, no por ideales”.

A todo esto, la inaudita indefinición del ex presidente concertacionista Ricardo Lagos (2000/06), quien la semana pasada evitó pronunciarse acerca de si apoyará o no el apruebo, e incluso insinuó que podría votar en blanco, está siendo capitalizada por la derecha.

Jorge Arrate, un histórico dirigente socialista, publicó una carta recriminándolo ásperamente. “Mientras más hablas de lo que te ha llevado a adoptar tu postura, más te hundes en un marasmo de argumentos aberrantes. Algunos lo han dicho: tus expresiones dañan la opción transformadora y favorecen a la derecha. Pero quisiera ir más allá: si gana el ‘apruebo’, tu rol será aun menor de lo que ya es. “Sólo el ‘rechazo’ te daría la oportunidad de negociar con la derecha, una vez más, nuevos retoques a la Constitución pinochetista. Como rúbrica de una trayectoria política es indecorosa. ¡Qué pena, Ricardo!”, le dijo.

Una estratagema lanzada por la derecha y apoyada por sectores de la ex concertación que votan por el rechazo, entre los cuales hay parlamentarios de la DC, ex ministros y/o cercanos al ex presidente Lagos que han admitido su derechización, consiste en impulsar un quorum de 4/7 para reformar la actual Constitución, para así quedar en posición de retocarla si en septiembre gana el rechazo, pero sin alterar el fondo del modelo.