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El horario de Dios no existe
C

omencemos con una precisión: el horario de Dios no existe, como dijo en junio pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador. Ni la hora del reloj solar coincide con la hora del reloj social, el reloj de Dios, como sostuvo hace poco el secretario de Salud, Jorge Alcocer. Ambos funcionarios abonaron en favor de terminar con el horario de verano por los males que causa a las personas y no constituir un ahorro sustancial de energía. Fue el inventor y científico canadiense Sandford Fleming quien propuso en 1879 un horario universal para nuestro planeta. Lo dividió en 24 zonas horarias delimitadas por meridianos que irían de norte a sur. Desde Greenwich (Inglaterra), el primero de todos. Hacia el este el reloj se adelantaría una hora de forma consecutiva. Y así hasta hoy, sin mediación divina.

Mientras, los centros de investigación relacionados con el clima reportaron las intensas olas de calor que hubo el mes pasado a los principales países de Europa y Asia. Y cuando la temporada de verano apenas se iniciaba en el hemsiferio norte. Los especialistas coinciden en que es un anuncio de que en este julio y en agosto y septiembre, habrá otras peores. La Organización Meteorológica Mundial (OMM), sostuvo que la ola de calor en Europa provino del norte de África acompañada de polvo del Sahara, lo que afectó mucho al ambiente.

No solamente en Francia, España, Portugal, Suiza, Italia, Alemania, Noruega y Finlandia, por ejemplo, registraron en junio olas de calor nunca vistas. También en Japón, Irán, India y Pakistán las temperaturas fueron más de 10 grados centígrados por encima de la media para el mes pasado. En Francia, mayo fue el más cálido y seco de que se tiene información. Y si en España la sequía es severa, en Portugal cubre 97 por ciento de su territorio y mayo ha sido el más cálido desde 1931.

Japón tuvo este año la temporada más corta de lluvia y, en contraste, temperaturas récord. El sentido inverso lo vive China: mucha lluvia en junio y ahora la peor ola de calor en décadas. Más grave es el panorama en África. El caso crítico se tiene en Somalia, donde la sequía desplazó a casi un millón de personas y ya mató a más de 200 niños.

En todos los casos analizados por los centros especializados se muestra que a medida que el clima se calienta, la frecuencia de las olas de calor aumenta drásticamente y afecta la vida de las poblaciones, las actividades económicas (en especial la agricultura), la flora y la fauna. También alertan de que lo que sucede tiene una relación directa con una mayor cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Los científicos australianos a ello le atribuyen el que ese país padezca cada vez más sequías, altas temperaturas y devastadores incendios forestales.

Y mientras la Corte Suprema de Estados Unidos acaba con los intentos gubernamentales por luchar contra el calentamiento global, el calor extremo es la principal causa de muerte relacionada con el clima en dicho país. Además, cumple dos décadas de sequías la región oeste, lo que afecta, por ejemplo, su mayor embalse, el lago Mead. A lo anterior se suman las altas temperaturas combinadas con poca lluvia, lo que afecta la economía de estados clave, como California, donde no se dispone de suficiente agua para la agricultura y la generación eléctrica.

En México todas las ciudades y pueblos fronterizos con Estados Unidos tienen severos problemas de abastecimiento de agua, tanto por el anárquico crecimiento de la población, como por la presencia de empresas maquiladoras que demandan mucho líquido. A ello se suma el acaparamiento del vital elemento en el agro por grandes intereses. Por ejemplo, y por enésima ocasión, los campesinos de Chihuahua denuncian su concentración por la comunidad menonita. También, cómo explotan pozos sin el permiso oficial.

Sigue también sin solución el abasto de agua en Monterrey y su área conurbada; y hay carencias en Guadalajara, Zacatecas, Oaxaca, Puebla, León y La Paz. En resumen, las 50 ciudades más importantes agravan su situación hídrica y todos los embalses del país están en sus mínimos históricos. El peor, Cerro Prieto, en Nuevo León, a 2 por ciento de su capacidad. Esto, pese a las lluvias recientes. ¿ Y el plan de acción del sector público y el poder legislativo para evitar la crisis el resta del año y en el futuro? No lo hay. Sólo promesas.