Las parteras tradicionales somos mujeres que en nuestra cotidianidad respondemos a las necesidades de nuestras comunidades y promovemos el fortalecimiento de nuestra identidad.
Las parteras tradicionales aprendemos la relación con la naturaleza, las plantas, el universo y el medio ambiente; conocemos nuestro cuerpo y sabemos relacionarnos con el cuerpo de las demás mujeres. Somos personas que generamos destrezas a partir de la sabiduría que proviene de nuestra espiritualidad.
Desde la partería tradicional trabajamos incansablemente para mejorar la salud materna e infantil en todos los ciclos de la vida reproductiva, especialmente el embarazo, parto y postparto; por ello, la partería no tiene que verse como el último recurso de las comunidades aisladas y sin atención hospitalaria, pues responde al conocimiento profundo de la mujer que pare y su entorno, al contacto con otras corporalidades, con la intimidad y las emociones de quien se enfrenta a un proceso reproductivo.
En términos comunitarios, la partería tradicional es una práctica de reproducción sociocultural en un constante intercambio de saberes y conocimientos; respondemos a las necesidades específicas de nuestras comunidades.
Ante los constantes cambios sociales somos resilientes, pues participamos en las luchas por la defensa de los derechos individuales y colectivos y por la defensa de nuestros territorios. En otras palabras, formamos parte de un sistema cultural que integra la vida comunitaria, además de tener elementos de identidad sobre las diversas formas de concebir el mundo y la vida. A pesar de este papel fundamental, la partería tradicional, reconocida por la comunidad, a menudo es socavada y criminalizada.
La profesionalización de las parteras, la tecnificación de los cuerpos, así como la mercantilización de la salud materna son mecanismos para imponer una sola forma de atender el proceso biológico-cultural del embarazo, parto y nacimiento. No se reconocen nuestros conocimientos como parteras, y la obstetricia se rige como el único conocimiento válido desde la época colonial y hasta la actualidad, pese a que las investigaciones actuales indican que las parteras tradicionales podemos contribuir a mejorar la atención materna y neonatal.
Desde esas visiones impositivas se insiste en desplazar nuestro conocimiento. Aunque existen programas de atención intercultural, no se ha logrado una colaboración con respeto por nuestro trabajo, por lo que se nos restringe, limita y en ocasiones abiertamente se nos niegan las posibilidades de atender y acompañar a las mujeres.
Tenemos que hacer frente desde varios ámbitos y espacios: comunitario, municipal, estatal, nacional e internacional, así como con diversos actores, instituciones del Estado, sociedad civil, parteras, mujeres, entre otros.
De la mano también hay que fortalecer los espacios de encuentro, intercambio y organización entre parteras; fomentar la participación ciudadana para el conocimiento y reconocimiento de lo que hacemos; cuestionar al sistema de salud y su tecnificación sobre los cuerpos; exigir al Estado un reconocimiento de la partería tradicional, una verdadera protección jurídica como un derecho cultural, que consulte a las parteras y a las autoridades comunitarias, que permita también la transmisión y difusión de saberes, por los medios que la comunidad de parteras elija como la transmisión oral, centros de formación, círculos de mujeres, medios electrónicos, redes sociales, entre otros.
El gran reto es volver a mirar el parto y el nacimiento no como acontecimientos medicalizados, sino como acontecimientos naturales y también como parte fundamental para promover y ejercer derechos de las personas y los pueblos, como el derecho a la identidad individual y colectiva y, por supuesto, a la salud materna.
Entre las principales propuestas de defensa y fortalecimiento de la partería tradicional están las siguientes:
- Apoyar la autodeterminación de los pueblos para la preservación de los saberes ancestrales en todos los aspectos de la salud reproductiva, incluida la transmisión y el reconocimiento comunitario, así como la organización de las parteras tradicionales de manera autónoma.
- Eliminar la criminalización de las parteras tradicionales reconocidas por su comunidad a través de reformas legislativas y reglamentarias.
- Asegurar los apoyos y recursos del Estado para la formación de nuevas parteras tradicionales.
- Dar legitimidad a los sistemas de salud ancestral.
- Garantizar que sean las abuelas parteras quienes decidan sus sucesoras y sus voceras, y no una institución.
- Dar una pensión para las abuelas parteras por parte del Estado.
- Declarar un día oficial para reconocer a la partería tradicional a nivel nacional. •