Se confunden quienes suponen que los Estados Unidos de Norteamérica, de buena fe y a través de sus fundaciones “altruistas”, tiene como propósito prioritario y misionero disminuir la muerte materna “modernizando”, desplazando y desapareciendo las parterías tradicionales en México. Se equivocan, quienes piensan que esta intromisión no persigue fines políticos y económicos.
De 1921 a 1949 la Fundación Rockefeller intervino en la conformación y control de la profesión médica, la enfermería y el personal administrativo sanitario impulsando la Escuela de Salubridad y otorgando becas de posgrado en la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins. Estos médicos, administradores sanitarios y enfermeras, ya egresados, pasaron a ocupar puestos directivos en las instituciones mexicanas de salud y puestos clave en el Congreso. Siendo fieles a las enseñanzas adquiridas en Estados Unidos diseñaron, operaron políticas sanitarias y propusieron iniciativas de ley “recomendadas” por el país del norte. Este intervencionismo de la Rockefeller pretendía erradicar en México la malaria y oncocercosis para que su proyecto económico pudiera avanzar en las zonas tropicales.
La estafeta del intervencionismo sanitario de la Rockefeller fue retomada por la Fundación MacArthur que, a través de su proyecto “Fortalecimiento de la partería profesional en México, 2015-2018”, intentó desplazar a las parteras tradicionales. Las estrategias eran: gubernamentalizar la partería profesional y enviar a todas las mujeres embarazadas a los hospitales. Estos hospitales adquieren medicamentos, materiales de curación, insumos quirúrgicos (para cesáreas) y aparatos producidos, en su mayoría, por empresas farmacéuticas norteamericanas. Para ganarse aliados, la MacArthur aplicó el viejo señuelo “altruista” utilizado por la Rockefeller: la donación de miles de dólares a instituciones gubernamentales nacionales e internacionales, Organizaciones de la Sociedad Civil y personas “clave”. Entre 1984 y 2019, otorgó 102.621,405 millones de dólares en 535 fondos para operar su Programa de Salud Reproductiva. El último período de aceleración de esta estrategia de “inversión” inició en 2015 y terminó en 2018 con un financiamiento de 17.120,000 millones de dólares en 50 donativos. Dentro de estos donativos (al tipo de cambio dólar/peso 17.40), en 2017 y 2018, Asesoría, Capacitación y Asistencia en Salud (ACASAC,) de Chiapas, recibió 9 millones de pesos; Kinal Antzetic, 4 millones 365 mil; Sakil Nichim Antzetic, de Chiapas, 10 millones 962 mil; la Organización Panamericana de la Salud, 6 millones 786 mil; Formación y Capacitación (FOCA), de Chiapas, 5 millones 916 mil. FOCA cobijó a dos jóvenes parteras profesionales indígenas, egresadas de la escuela de partería profesional CASA, para conformar y dirigir la “Red de Parteras Nich Ixim”; ambas parteras profesionales fueron apoyadas económicamente por la MacArthur para ser capacitadas en Estados Unidos.
El propósito secundario “filantrópico” y visible de la MacArthur pretendía lograr la disminución de la muerte materna, en zonas rurales e indígenas, a través de la imposición de un modelo de obstetricia igual al de Suecia, país que desapareció a sus matronas originarias sustituyéndolas por parteras profesionales. Para mediatizar la lucha de las parteras tradicionales que se oponen a su proyecto, la MacArthur financió la conformación de redes mixtas de parteras tradicionales y profesionales, como la Red de Parteras Nich Ichim. El mecanismo de convencimiento para que las parteras tradicionales ingresaran a estas redes fue la creación de una “bandera de reivindicaciones de lucha”, donde se incluyen: la defensa de sus derechos como mujeres, solicitud de apoyo económico al gobierno, ser visibilizadas y reconocidas por el Sector Salud y pertenecer a su plantilla de trabajadores de base, diseño de formato de Constancia de Atención al Parto, y participar en capacitaciones con contenidos biomédicos. Un número relativo de parteras tradicionales y Organizaciones de la Sociedad Civil fueron seducidas y engañadas con estas reivindicaciones, otras participaron conscientemente y sabedoras de los impactos negativos para las parteras tradicionales. Las redes de parteras tradicionales y profesionales aún son asesoradas por Organizaciones de la Sociedad Civil, principalmente por Kinal Antzetic y ACASAC, de Chiapas, e instituciones de investigación antropo-médica (CIESAS-Sureste, Pacífico Sur, y Occidente). Una antropóloga del CIESAS Pacífico Sur fue contratada por la MacArthur para la elaboración, evaluación y redacción del informe final del proyecto/diagnóstico/operativo de la MacArthur “Fortalecimiento de la partería profesional en México, 2015-2018”. El CIESAS-Occidente ha recibido recursos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) para llevar a cabo en Chiapas, Oaxaca y Guerrero el proyecto/diagnóstico “Situación actual de la partería en México”. Una de las coordinadoras de este proyecto/diagnóstico es la misma que participó en la elaboración del proyecto de la MacArthur 2015 -2018, mencionado anteriormente. Cabe aclarar que el diagnóstico situacional de la partería tradicional, en Filipinas y Sri Lanka, fue la primera etapa para su desplazamiento y posible desaparición. Estas circunstancias conforman un conflicto de intereses, expresados en la relación económica de la MacArthur con algunas investigadoras del CIESAS, Organizaciones de la Sociedad Civil y líderes y asesoras de las redes de parteras conformadas.
Los mecanismos heredados de la maquinaria imperial siguen actuando en 2022. El deseo de la ex directora de la MacArthur, Sharon Bissell, se está cumpliendo: “llegar a un punto de no retorno” a las parterías tradicionales mexicanas. •