La Pensión para Adultos Mayores (PAM) que entrega la Secretaría de Bienestar de forma universal se lleva más de 50 por ciento de los recursos de los que disponen los programas sociales prioritarios de esta administración, al mismo tiempo que se han reducido los fondos de otros esquemas de ayuda más focalizados en los sectores de pobreza extrema.

El investigador universitario Máximo Ernesto Jaramillo agregó que aunque la existencia de un presupuesto abundante para la PAM es buena señal en sí misma, es necesario que el gobierno del país corrija algunos detalles de su política social para equilibrar el mencionado plan de ayuda con otros que también son importantes.

En entrevista con La Jornada, el experto en temas de pobreza y desigualdad celebró que, de acuerdo con las cifras de la más reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi, entre el primer trimestre de 2021 y el mismo periodo de 2022, la cobertura de los programas sociales subió 4 por ciento en promedio, para llegar a 34 por ciento de los hogares.

Sin embargo, el académico de El Colegio de México y la Universidad de Guadalajara también resaltó que el número de hogares más pobres que reciben dichos esquemas se ha reducido 5 por ciento de 2016 a la fecha, pues en aquel entonces 68 por ciento de ese sector de la población gozaba de algún plan de ayuda, contra 52 por ciento que los tienen hoy.

Jaramillo señaló que la PAM tiene asignado más de 50 por ciento de fondos de los programas sociales prioritarios –cuyo presupuesto total es de cerca de 500 mil millones de pesos–, mientras otros esquemas de apoyo social han registrado bajas en sus recursos.

Luego de aclarar que la alta disponibilidad de fondos de la PAM es una señal positiva, el investigador alertó que el problema es la baja presupuestal que han tenido los programas focalizados en los hogares con mayores carencias, como Prospera, hoy rebautizado como Becas para el Bienestar Benito Juárez.

Jaramillo destacó que el gobierno de México debe encontrar un mayor equilibrio entre los esquemas de entrega universal –como la PAM– y los que se otorgan únicamente a los sectores más precarios, pues si se opta por aplicar sólo uno de estos modelos, el combate a la pobreza no suele tener buenos resultados.

Las autoridades están a tiempo de corregir. Si se dirigiera una cantidad similar a la de la PAM a los programas dirigidos sólo a los sectores en pobreza o pobreza extrema, sería algo muy importante, y eso es lo que propondremos para 2023. La intención está ahí, sólo es que tomen estas alternativas en el diseño de la política social, afirmó.