Opinión
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Crisis hegemónica y energética
E

s de enorme complejidad la crisis hegemónica y energética de Estados Unidos (EU) que se transforma con inquietante velocidad en una profunda debacle moral y de legitimidad propia de casos para la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes contra la humanidad.

Hoy el vínculo entre ambas crisis lo puede apreciar quien revise denuncias tanto del presidente Nicolás Maduro como de Samuel Moncada, embajador permanente de la República Bolivariana de Venezuela ante la ONU.

Escandalosas y muy graves revelaciones del ex secretario de Defensa de Donald Trump, Mark T. Esper, en A Sacred Oath: Memoirs of a Secretary of Defense… (HarperCollins, New York, 2022). Comentadas por Moncada a la Asamblea Nacional ya que Esper ofreció de manera detallada una puntual enumeración de un verdadero arsenal de agresiones y ataques planificados contra la población y, literalmente, la estructura política a todo nivel del liderato político venezolano.

Moncada, con tino histórico, señaló a los representantes populares y al público nacional e internacional que “nunca antes en la historia de Venezuela habíamos estado tan cerca de una invasión. Nunca en nuestra historia –he hecho un esfuerzo por revisar– ha ocurrido una situación como la que estamos viviendo hoy, nunca. Lo más grave que hemos visto nosotros es como en 1902, hace ya 120 años exactamente, cuando los puertos venezolanos fueron bloqueados por cinco potencias europeas y unas compañías norteamericanas de Estados Unidos pagaron a un grupo de venezolanos para que montaran un ejército y se insurreccionaran en una rebelión –una revolución libertadora, la llamaron– contra el presidente, general Cipriano Castro, que fracasó. Pero nada de eso, por lo grave que sea, es tan grave como lo que estamos viviendo hoy” (emitido en Alba Ciudad 96.3, el 26 de mayo de 2022).

Moncada denunció 20 formas en las que Trump conspiró con el visto bueno generalizado de Guaidó, (a quien por cierto despreciaba por débil) para derrocar al gobierno venezolano que incluía hasta la invasión militar directa de Estados Unidos a Venezuela, persiguiendo objetivos criminales, como el asesinato del presidente Nicolás Maduro, ataques aéreos o marítimos a puertos petroleros venezolanos, bloqueo total naval a Cuba y Venezuela (en plena pandemia), detención de barcos petroleros venezolanos y robo de su petróleo, ataque con mercenarios y/o tropas colombianas o incluso multinacionales latinoamericanas desde Colombia a Venezuela (ya en 2019, las fuerzas militares argentinas invadirían Venezuela utilizando el TIAR –Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca– como justificación para la intervención), operaciones encubiertas disfrazadas de operaciones antidrogas, incluyendo recompensa por la captura del presidente y otros funcionarios; sabotaje a la infraestructura vital con instalaciones eléctricas y refinerías, usando a las oposiciones internas; financiamiento a bandas armadas en la capital y otras ciudades del país; operaciones cibernéticas de sabotaje a la infraestructura vital de los venezolanos; presión militar en la frontera, aviones espías y barcos con misiles que se acercan a pocos kilómetros de Caracas; operaciones conjuntas con fuerzas armadas de Colombia en la cercanía de la frontera con Venezuela; operaciones sicológicas y de desinformación para dividir a la Fuerza Armada venezolana, llevarlos a la guerra civil y justificar una invasión salvadora de Estados Unidos o un ejército multinacional; saqueo de bienes de la nación (más de 30 mil millones de dólares en bancos de Europa y Estados Unidos, así como el robo de empresas como Citgo); bloqueo de operaciones financieras y de comercio legal con otros países, usando amenazas y chantajes; así como secuestro de barcos usando amenazas, chantajes o sobornando a los capitanes.

Todo esto, como enfatizó el embajador, en medio de la pandemia de covid-19. Una estrategia de crueldad para matarnos de hambre y enfermedad, denunció.

El proyecto de atacar vía aérea o anfibia el Complejo Petroquímico e Industrial General de División José Antonio Anzoátegui, para paralizar la economía petrolera y, con el caos y sufrimiento popular, derrocar a Maduro e imponer a Juan Guaidó como jefe de gobierno (Abel Gonzalez Santa María, Portal Alba, 17/05/22 ) parece, además, un bombardeo a todo esfuerzo –histórico– para inhibir la industrialización de los recursos naturales por parte de países de la periferia capitalista.

Y uno se pregunta ¿por qué esta ofensiva que incluye ataques a la población, al liderato político de una nación, a sus dirigentes y a su territorio ? Les estorba esa nación por su jurisdicción sobre la principal reserva petrolera del mundo que Donald Trump y los suyos consideran, junto al propio país, Venezuela que es nuestra, como dijo Trump, lo que Biden y los otros comparten

El 3 de mayo de 2020, se ejecutó la operación Gedeón desde Colombia, con mercenarios y dos ex militares de EU: La operación fue frustrada por la FANB.

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