Las redes de cuidados, con independencia de sin son de paga, literalmente sostienen la vida y absorben los costos que empresas, instituciones y Estado deberían asumir, afirma un estudio de Oxfam México, presentado en la novena Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales (Clacso).

El análisis Sostener la vida: las redes de cuidados en México demuestra que la existencia humana está ligada de forma indisoluble a los cuidados, a las cadenas de su corresponsabilidad.

Sin ellos, asienta, no sería posible producir, reproducir y sostener la vida de los individuos y la sociedad. La huella de los cuidados está en todas partes, no obstante, son invisibles.

La pandemia, además de que puso en crisis la provisión de cuidados, evidenció que este trabajo es valorado sólo por su ausencia.

En su gran mayoría, se asume que las mujeres forman redes con familiares, amistades o vecinas. Estas uniones subsidian a las empresas e instituciones, pues absorben el costo del cuidado que se requiere para que los individuos estén en condiciones de laborar y rendir.

Por otro lado, el Estado no sufraga los servicios públicos de cuidados porque ellas lo hacen, pero sin remuneración.

La investigación se llevó a cabo en tres localidades urbanas (Puebla, Oaxaca y Ciudad de México) y una rural (San Juan Zautla, Oaxaca).

Los cuidados se organizan en algo muy parecido a redes de transferencias, reciprocidades y remuneraciones. El de Martha es uno de los muchos casos abordados. Ella migró a la Ciudad de México desde Veracruz para cuidar la casa y al hijo de Diana; algunos fines de semana regresa a Veracruz con sus hijos y cuida a sus nietos mientras los padres de éstos trabajan.

Diana, en tanto, necesita el desempeño de Martha para estar al tanto de su hogar en ausencia del padre de su propio hijo. Gracias a Martha, puede trabajar en el centro de rehabilitación que dirige, donde, a su vez, cuida de otras personas.

El análisis testimonial revela que si los empleados siguen acudiendo a sus lugares de trabajo es porque necesitan el ingreso, pero antes que eso, porque han podido hacerlo gracias a que alguien los cuida, les prepara la comida, les lava la ropa y resuelve todo aquello que no se puede con salarios y jornadas o condiciones laborales.

Los testimonios demuestran que las mujeres involucradas en las redes de cuidados enfrentan severas consecuencias: menores posibilidades de llevar a cabo proyectos personales, afectaciones a la salud física y mental, pobreza, baja movilidad social, desgaste y sobrecarga que deteriora las relaciones sociales en las que ocurre el cuidado y desigualdad salarial con respecto de los hombres, entre otros.