l 5 de junio, unos 12 millones de mexicanos de los estados de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas participaron en una inédita jornada electoral que transitó hacia la alternancia política en cuatro de seis estados (incluyendo el aumento de la participación ciudadana en Aguascalientes y Durango por Morena) que históricamente fueron dominados por las ahora minorías políticas PRI-PAN, cuya aprobación popular tiende ir a la baja hasta el riesgo de la extinción (en Quintana Roo, el PRI tambalea en su registro, tras una raquítica participación que oscila entre 2.5 y 3.1 por ciento, de confirmarse un resultado menor al necesario 3 por ciento simplemente dejaría de existir, después de 70 años de presencia en el estado), lo cual nos muestra una tendencia que se ha evidenciado desde los comicios presidenciales de 2018: el hartazgo de la sociedad de élites corruptas.
Cabe resaltar la labor que desempeñaron el INE y los institutos locales en la organización de los comicios. Se instalaron 99.8 por ciento de las casillas. Hubo visitantes extranjeros de más de 32 países. Por primera vez, se recibió el voto asistido, así como por segunda ocasión, se emitió voto en centros penitenciarios; además del voto por Internet para mexicanos en el extranjero. Gracias al trabajo constante de la consejera Carla Humphrey con los acuerdos de paridad, se logró que ahora otras dos gobernadoras hayan resultado electas, por lo cual, por primera vez en la historia, tendremos nueve gubernaturas encabezadas por mujeres.
En los estados con tradición política priísta, como Hidalgo y Oaxaca, para la elección de la gubernatura en el primer caso, Morena duplicó el número de votos del candidato de la alianza PRI-PAN-PRD (cuya unión también resulta difícil de dirigir tomando en cuenta que por décadas fueron la oposición en este país, pero que en la actualidad sólo refleja lo endeble de su ideología, que hoy no se sostiene o al menos no parece convencer al electorado nacional, carente además de liderazgos reales), con un estimado de hasta 63.2 por ciento. En Oaxaca, el conteo rápido arroja un estimado máximo de 61.4 por ciento frente al candidato del PRI con una participación que fluctúa entre 24.3 y 27.2 por ciento, y un porcentaje para el candidato del PAN que apenas rebasa el mínimo requerido, apenas 3.5 por ciento. La diferencia es abrumadora en estos dos estados que se ubican en los índices de mayor pobreza en México. El voto de confianza de la ciudadanía hacia Morena apunta a una agenda común en beneficio de los grupos más vulnerables y a recomponer el tejido social que tanto hace falta en nuestra democracia constitucional, cuyo postulado principal es la salvaguarda de los derechos humanos de las personas.
Otro partido en declive resultó ser el PRD, que obtuvo una votación menor a 3 por ciento en cuatro de los seis estados, lo cual significa con toda seguridad, que perderá su registro en 2024. Los estados panistas, Quintana Roo y Tamaulipas no fueron la excepción. Mara Ledezma, candidata de la coalición Juntos Hacemos Historia, obtuvo entre 55.3 y 58.2 por ciento del total de votos, una avasalladora ventaja que se puede apreciar frente al candidato de PAN-PRD-Partido Confianza, que consiguió entre 15.1 y 17.7 por ciento del total de participación. La contundencia en Tamaulipas por Américo Villarreal, de Morena, habla por sí sola, a pesar de los esfuerzos fallidos del actual gobernador para mantener en el poder a su candidato ad hoc y salir impune de los señalamientos que lo relacionan con corrupción, desvío de recursos públicos, enriquecimiento ilícito y su posible complicidad con el crimen organizado que opera en ese estado, el resultado de la elección proyecta a una ciudadanía tamaulipeca que le exigirá cuentas claras.
En las elecciones de 2018, el carisma del presidente Andrés Manuel López Obrador influyó en el resultado de los comicios del Poder Legislativo que culmina con éxito su tercera campaña electoral a la Presidencia, con 53 por ciento de los votos; esta presencia durante las dos últimas décadas se explica por la tenacidad y el carisma del Presidente. Esta influencia sigue siendo determinante en la extención de su proyecto político en los estados, con lo que se viene abajo la hipótesis que plantea que sólo la popularidad de AMLO jala votos hacia Morena, cuando se puede observar que superó 50 por ciento de la votación por parte de los candidatos de la coalición gobernante.
El hartazgo de la sociedad, señalábamos, fue otro factor en la elección de 2018. Debido a la baja calidad ética de los principales detentadores del poder durante la administración de Enrique Peña Nieto y la falta de medidas eficaces para el combate a la corrupción y la impunidad. Hoy Morena gobierna en 22 de 32 estados de la República. El próximo año habrá elecciones en el estado de México y en Coahuila. Para 2024, el terreno se habrá aplanado para continuar con el proyecto de izquierda de AMLO.