Miles de pescadores artesanales se hacen a la mar cada día para llevar sustento a sus familias. Además de las impredecibles condiciones climáticas y oceánicas, se enfrentan a la disponibilidad de especies pesqueras a la baja, debido a la sobrepesca, la contaminación o el deterioro de ecosistemas marinos, que han reducido la productividad y abundancia de los océanos, como evidencia la Auditoría Pesquera de Oceana.
La contaminación marina, sobre todo por hidrocarburos, desechos urbanos y agroquímicos; la destrucción de los hábitats acuáticos, como manglares y arrecifes, y la sobrexplotación por pesca ilegal y deficiencias en la gestión gubernamental, son las principales causas del deterioro de la biodiversidad marina y especies pesqueras.
Así como el camarón de laguna en Oaxaca, el mero en Yucatán, el huachinango en el Golfo de México, la almeja chocolata en Sinaloa o el callo de hacha en Baja California Sur, muchas especies se encuentran deterioradas y, como consecuencia, sus capturas son cada vez menores. Expertos, como Andrés Cisneros de la Universidad de la Columbia Británica en Canadá, menciona que 4 de cada 10, es decir, 43% de las especies están en dicha condición, lo que afecta principalmente a comunidades pesqueras artesanales, como reconoce el propio gobierno federal en el Programa Nacional de Pesca y Acuacultura 2020-2024.
La inadecuada gestión de la pesca por parte de las autoridades es la principal causa de la pérdida de especies.
Un análisis realizado por Oceana en 2021, muestra que en los últimos 20 años, la mayoría de los recursos, subsidios y atención gubernamentales se han orientado a pesquerías industriales, que reportan mayores volúmenes de captura. Por otro lado, las pesquerías artesanales reportan menores volúmenes y dependen de especies que se categorizan como “otras” y reciben menores recursos en investigación y generación de información. Paradójicamente, en México se privilegia el volumen del que dependen alrededor de 2,000 embarcaciones industriales y se dejan de lado los beneficios sociales que genera la enorme flota ribereña de más de 75,000 embarcaciones y de la que dependen directamente 300 mil pescadores y pescadoras.
Las autoridades elaboran evaluaciones poblacionales de manera minuciosa y determinan cuotas y volúmenes específicos por cada permiso que se otorga a las principales pesquerías industriales; en relación con la pesca artesanal se desconoce el estado de las especies, pues no realizan evaluaciones de las poblaciones y su gestión se reduce al otorgamiento de permisos.
La mayoría de las pescadoras y los pescadores artesanales basan sus actividades e ingresos en las especies que se aprovechan a su máxima capacidad o que se encuentran en deterioro. Todo el sector pesquero depende de la abundancia del océano, pero la pesca ribereña es la más sensible a la pérdida de las especies. La inadecuada gestión de la pesca por parte de las autoridades es la principal causa de la pérdida de especies.
Impulsar acciones para restarurar la abundancia del océano
Si se sigue perdiendo la abundancia de los océanos, las consecuencias para el sector pesquero y para la población mexicana serán el debilitamiento de la seguridad y soberanía alimentaria; la pérdida de puestos de trabajo y la disminución de bienestar de miles de pescadores y pescadoras y sus familias, quienes dependen de capturar lo suficiente para llevar sustento a sus casas.
De ahí la importancia de impulsar acciones para restaurar la abundancia del océano y que permitan recuperar especies que den alimento a más personas en México y el mundo. Como señala Oceana en https://oceana.org/blog/oceans-can-feed-billion-people-who-needs-fish-most/ si recuperamos las pesquerías deterioradas en el mundo, podrá haber alimento diariamente para mil millones de personas más. Solo en México, revertir el deterioro pesquero garantizará ingresos para las pescadoras y los pescadores y significará una fuente de proteínas de alta calidad para miles de hogares.
Este año ha sido decretado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como el Año Internacional de la Pesca y Acuicultura Artesanales (AIPAA 2022), al reconocer “la naturaleza tan variada de la pesca y la acuicultura de pequeña escala y a los muy diversos actores que participan en ellas, así como a la importante contribución que ambas hacen a la seguridad alimentaria mundial y a la nutrición” (FAO, 2017).
¿Qué le toca hacer a México?
México debe dejar atrás la explotación de los recursos pesqueros y hacer un manejo planificado y sostenible de los ecosistemas y especies marinas. Por ello, las autoridades tienen que asumir un rol protagónico en la inspección y vigilancia para el combate de la pesca ilegal, desde la captura hasta la venta, pasando por el transporte (www.gatoxliebre.org). La autoridad pesquera, CONAPESCA e INAPESCA, debe actualizar la información para la gestión del sector en la Carta Nacional Pesquera, incorporar todas las especies y pesquerías en planes de manejo sostenible y restaurar las especies marinas en deterioro con la participación de los pescadores y pescadoras
Por su lado, los legisladores deben reformar la Ley General de Acuacultura y Pesca Sustentables para considerar: la obligatoriedad del gobierno federal para restaurar pesquerías o especies deterioradas; la actualización periódica de la Carta Nacional Pesquera; la observancia obligatoria de los planes de manejo pesquero, con todas las pesquerías nacionales; y garantizar la participación de las pescadoras y los pescadores en la planeación y gestión del sector. •