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El héroe mexicano en Nueva York
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rancisco Puebla, migrante del pueblo nahua originario del estado al que le hace honor su apellido, ahora es el héroe de cientos de personas que vivimos en Nueva York. Francisco, gerente de una ferretería en la zona conocida como East Village, en Manhattan, identificó a Frank James, presunto responsable de los ataques en el Metro de Brooklyn el 12 de abril, dejando más de 23 personas heridas.

Oriundo de la localidad de Colonia Agrícola Ocotepec, ubicada en el oeste del municipio de Atlixco, en Puebla, migró hace más de 30 años después de que sus primos le platicaron las maravillas de Estados Unidos. Decidió dejar su milpa, su familia y todo lo que conocía para emprender una nueva vida en este país. A sus escasos 14 años cruzó la peligrosa frontera, donde muchas personas han perdido la vida.

Me vine bien pequeño, no me querían dar trabajo, cuenta con cierta nostalgia Francisco. Ahí comencé haciendo mandados a las personas de una maquila. No había de otra. Me veía tan niño que para regularizar mi estatus migratorio quisieron adoptarme mis patrones de aquella época. Sin embargo, sus padres al enterarse de esto, se opusieron rotundamente: Cómo te van a adoptar, tú tienes una madre y un padre aquí; no eres huérfano. Se hicieron presentes los lazos familiares que los mexicanos tenemos tan fuertes. Ante esas importantes razones, Francisco rechazó el ofrecimiento.

Continuó su vida, se estableció en Brooklyn, trabajó en varios oficios, hasta terminar de ayudante en una ferretería al este de Manhattan. Tengo más de 20 años laborando en este lugar; empecé desde abajo y poco a poco, gracias a mi trabajo, me ofrecieron el puesto de gerente. Con esto he sacado a mi familia adelante. Francisco es padre de dos hijos, uno de ocho años y otro de 12. Ambos se sienten orgullosos ante la valentía que su padre mostró al identificar a la persona más buscada en Nueva York, por más de 24 horas. Su hijo menor le expresa con orgullo: Papá, tú eres mi héroe, mientras que el mayor le lanza un tímida sonrisa y le dice: Muy bien hecho.

El discurso de las autoridades es que se desplegó un gran operativo de búsqueda para dar con la ubicación de Frank James; sin embargo, el relato de Francisco dista mucho de eso. Menciona que se encontraba en su negocio, instalando un nuevo sistema de cámaras, cuando en ellas se ve pasar a una persona que se ajustaba a la identidad de James. Fue ahí cuando decidió salir a tratar de reconocerlo. En ese mismo lugar se encontraba Zack Tahhan, de origen sirio, el técnico que hacia los ajustes, quien al escuchar lo que pasaba, salió del local junto con Francisco. Una patrulla acababa de pasar junto al señor, no lo identificó. Por su parte, Francisco paró la unidad y le señaló que alguien que se ajustaba a las características del presunto autor de los atentados en el Metro acababa de pasar frente a su local. Lo extraño de este suceso es que el barrio de East Village es una zona muy transitada, donde hay restaurantes y tiendas a cada lado de la calle. Francisco no entendía cómo nadie más lo vio: Iba caminando como cualquier persona sin cubrir su cara. Creo que esta ciudad se ha deshumanizado, no vemos a las personas que pasan a nuestro alrededor. Francisco lo comenta con asombro, pero también compara cómo era en su pueblo: Ahí nos preocupamos los unos por los otros. Sabemos quién vive en tal casa, de qué familia es y, si algo pasa, vamos a buscarlo. Aquí la cosa no es igual: la gente va caminando y no sabe lo que pasa a su alrededor. Me preocupo por mis hijos, que ahora les tocó crecer aquí, que no mantengan mis tradiciones. Lo que daba orgullo a mi padre y a mi madre.

Los pueblos indígenas de México saben la importancia de crear comunidad y lo relevante que es para la sobrevivencia. Lo realmente complicado es que en una cultura como la estadunidense, donde todo esta mercantilizado, muchos de estos valores se van perdiendo. En diversas zonas de Nueva York, como en todo Estados Unidos, se lucha para mantener nuestra identidad como pueblos latinos, y sobre todo, como mexicanos. Buscamos preservar nuestras tradiciones, pero ante el bombardeo mediático, la discriminación y la xenofobia, el legado es difícil de mantener. Francisco lo dice: Mis hijos conocen México y mi pueblo; fueron hace muchos años. No sé si se acuerden. Quiero regresar a mi comunidad y vivir ahí; esa es mi mayor ilusión. Él vive la gran disyuntiva de cientos de migrantes en Estados Unidos: entre el poder dar una mejor vida a su familia o estar en su país con los suyos.

Francisco menciona que se siente orgulloso de que un mexicano ayudara a ubicar a Frank James, la persona que nos hizo recordar lo vulnerables que somos en esta urbe de hierro. La ciudad se paralizó en las primeras horas del martes, cuando en las redes sociales se reportó la agresión con arma de fuego y bombas de humo en un vagón de Metro en la calle 36, en la zona conocida como Sunset Park. Creo que el secreto es no vivir con miedo, y hablar lo que vemos. Muchas veces como pueblo no queremos ni levantar la cara por el temor de ser deportados. Es muy difícil vivir donde en cualquier momento te pueden correr y que nuestro valor lo determinan unos papeles.

Es por esto que su hazaña es doblemente heroica: enseña a cientos de personas migrantes que el temor hay que dejarlo de lado y luchar por nuestros derechos. En una nación que constantemente nos recuerda que no es la nuestra, levantar la voz es una cuestión de honor. Es por ello, que hoy el pueblo nahua debe de estar orgulloso de su hijo, pues mantuvo lo que sus padres le enseñaron: No te avergüences de quien eres y mantén tu legado. Con ese mensaje Francisco ha luchado por más de 30 años, en un país ajeno, donde en reiteradas ocasiones lo han hecho sentir que aquí no pertenece y que, sin importar las dificultades que ha enfrentado, se ha convertido el héroe indígena mexicano en Nueva York.

* Integrante del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan