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10 de abril, la lucha sigue
F

ue el propio general Emiliano Zapata Salazar quien leyó en la Convención revolucionaria, en Puebla, el documento que resolvería los ya inaguantables problemas agrarios. El proceso revolucionario estuvo envuelto en múltiples acontecimientos que entorpecieron la consolidación definitiva de la Revolución Mexicana. No faltaron, por supuesto, la traición, el acoso, las amenazas y los crímenes. Sin embargo, los ideales y principios de esa lucha armada lograron trascender. Y, por eso la importancia de la recuperación y la defensa del artículo 27 de la Carta Magna, el cual señala que los recursos naturales pertenecen al pueblo mexicano. Lo cual se traduce en soberanía nacional que debe ser defendida, principalmente, por el Presidente de la República. En el periodo neoliberal sucedió todo lo contrario.

Rescatar los principios del Plan de Ayala, reflejados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ni es populismo ni añoranza oportunista por aquel extraordinario movimiento armado, político y social. Tampoco es la ausencia de nuevas propuestas que solucionen problemas actuales, como lo han señalado algunos analistas políticos.

No coincidimos con los señalamientos de que la mexicana fue una revolución incompleta. Muestra de ello son los escritos claros, legítimos y convincentes, como el Plan de San Luis, el Plan de Ayala, la Constitución de 1917, el surgimiento de la Reforma Agraria, etcétera. La Revolución fue un movimiento fuerte por sus demandas legítimas, pero la opción más riesgosa para la empobrecida gente del campo fue la vía armada. Fue una alternativa lastimosa y cruel por todo lo que implicó en el plano de la supervivencia y el largo periodo de resiliencia.

Es decir, tanto en los años revolucionarios de principios del siglo XX, como en la propuesta actual por una cuarta revolución y por una transformación política de fondo, la táctica de los porfiristas y sus compinches es la misma que utiliza la oligarquía actual; pagar y controlar a los medios de información para tratar de distorsionar los objetivos de los movimientos sociales y desprestigiar a sus líderes, difamando y amedrentando, sistemáticamente.

Y, como siempre pasa, la Revolución pagó con mucho más de un millón de personas, entre civiles, combatientes hombres y mujeres de todas las edades. Sin mencionar a los mejores líderes revolucionarios, intelectuales, estrategas y protagonistas inolvidables de múltiples hazañas de guerra. El acervo literario, musical, fílmico, de artes plásticas y demás expresiones artísticas es invaluable. Fue una Revolución completa que trascendió. El lado oscuro está marcado por las múltiples traiciones que cobraron demasiadas vidas, así como el surgimiento de vicios y corrupción que desvirtuaron su carácter revolucionario, social y político.

Como podemos observar, la historia parece repetirse. Cuando las revoluciones surgen es porque los de abajo ya no quieren y los de arriba ya no pueden algoritmo leninista que se ha venido produciendo durante el siglo XX y principios del XXI.

Actualmente, el movimiento de la Cuarta Transformación, tiene en contra a las oligarquías, agringadas y proeuropeas, corruptas, racistas y criminales. Al frente de éstas, ha estado el Partido Revolucionario Institucional, cuyas raíces provienen del maderismo y con todo y su principio sufragio efectivo no relección se convirtió en una dictadura durante 70 años. De su ideología revolucionaria y nacionalista, sólo quedan los tres colores de la bandera nacional. Su orgullo como partido democrático ha quedado manchado por los fraudes electorales, los hábitos de corrupción desde su inicio y por los crímenes políticos en contra de activistas líderes, militantes de izquierda, periodistas y gente de oposición a la derecha y sus gobiernos. De ahí la importancia de hacer valer el principio constitucional de demandar al Presidente de la República el cese de sus funciones por la pérdida de la confianza para seguir gobernando.

Hoy tenemos la oportunidad de contar con la Ley Federal de Revocación de Mandato. La propuesta enviada al Congreso por el jefe del Poder Ejecutivo, permitirá a la población ejercer su derecho a determinar si el Presidente debe ser removido por acciones ilícitas y por ejercer su cargo en contra de los intereses de la sociedad mexicana.

Como haya sido, manipulada, distorsionada, o mutilada, la extraordinaria Revolución Mexicana, la importancia del Plan de Ayala y el innegable liderazgo del general Emiliano Zapata, no murieron con su asesinato el 10 de abril de 1919. ¡Zapata vive, la lucha sigue!

Emiliano Zapata (1879-1919)

@AntonioGershenson