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Muchnik y la titánica labor de editar Guerra y paz, de Tolstoi

En un libro publicado este año con el sello Gris Tormenta, el editor fallecido el domingo pasado cuenta su experiencia al llevar a una nueva versión el clásico ruso

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▲ En el Otoño Cultural Iberoamericano, en 2019, se montó Mario Muchnik, el fotógrafo, en Gibraleón, Huelva. En la imagen, el editor al centro.Foto Europa Press
 
Periódico La Jornada
Martes 29 de marzo de 2022, p. 4

El reconocido editor argentino Mario Muchnik, fallecido el pasado domingo, contó en Editar Guerra y paz, la labor titánica de crear una nueva versión de la obra cumbre del escritor ruso León Tolstoi.

Muchnik (Buenos Aires, 1931-Madrid, 2022) narra la preparación de la novela clásica, que le llevó más de cuatro años: fue una sucesión de coincidencias, percances y sorpresas dignas de un sainete, obstáculos a duras penas superados, problemas con soluciones felices y, sobre todo, momentos de gracia probablemente suscitados por el mismo texto de Tolstoi.

Uno de los grandes profesionales en el ámbito editorial relata, en el título publicado este año bajo el sello mexicano Gris Tormenta, la forma en que realizó su actividad para uno de sus últimos y ambiciosos proyectos como editor independiente.

El texto, con prólogo de la poeta y traductora uruguaya Ida Vitale, tiene el subtítulo El diario de lectura, edición y traducción del clásico de Tolstoi: La historia de una relación épica entre la vida de un editor y una gran obra de la literatura universal.

En Editar Guerra y paz recuerda cómo inició su interés: “El café me supo a gloria, esa mañana de mediados de 1998 y, con el espíritu transido, tomé la decisión: editaría Guerra y paz”.

Consignó: “Cuatro veces había leído Guerra y paz hasta ese momento, en cuatro traducciones diferentes: una al español, dos al inglés y una al francés. Conocía la obra lo suficiente como para saber que las diferencias de fondo no dependían de la traducción, sino de mi propia evolución. Pero a esa altura de mi vida de lector también sabía que toda traducción traiciona el original y que las diferencias formales dependen de la calidad de los traductores”.

Con recursos limitados para conseguir un nuevo ejemplar, coqueteó con la idea de adquirir los derechos de una versión clásica de Planeta, hasta que con la traductora Lydia Kúper se dio cuenta que ésta tenía muchas correcciones, “para no hablar de la cantidad de términos, frases y hasta párrafos lisa y llanamente desaparecidos.

“Ni de los contrasentidos que nacen de errores de sintaxis; ni de los títulos alterados sin la mínima justificación: príncipe por conde, general, por coronel; ni de los posesivos ambiguos, esos ‘su’ que no se sabe si se refieren al sujeto o al predicado...”

El proceso de publicación fue tocado por un mundo en conflicto, tras del atentado contra las Torres Gemelas de Estados Unidos y la intervención militar en Irak. Muchnik consignó: Hay que haber vivido ese momento para comprender la desesperación que anidaba en todos, el sentido de impotencia ante la ciega tecnología y el radicalismo del laico terrorismo posmoderno, la comprensión de que quizá estábamos ante el fin de nuestra civilización, el fracaso de nuestros ideales, el punto final del universo mundo.

De mayo de 1999 a fines de agosto de 2003, Kúper y Muchnik estuvieron sumergidos en el universo de Tolstoi, maravillándonos de su idioma robusto, audaz; estremeciéndonos ante su conocimiento del alma humana; hallando explicaciones recónditas, pero explícitas, de muchas actitudes, afirmaciones, gestos y hasta sueños de muchos personajes, explicaciones que, en una lectura normal, pasan desapercibidas; en definitiva, haciendo esa lectura, única, que puede, quizá un tanto abusivamente, compararse con la lectura de su propio creador.

En plena actividad, cuenta cómo desarrollaban las revisiones, corrección de primeras, de segundas, idas y vueltas, y en medio de esa labor “estoy leyendo por sexta vez esta novela grandiosa. Es cierto que se trata de una lectura ‘editorial’, pero justamente por eso me está resultando fascinante párrafo a párrafo. Me permite entrar en los mínimos detalles, descubrir una infinidad de recursos del autor –su ciencia para comenzar o terminar capítulos, por ejemplo, lo que suele llamarse el ‘efecto teatral’”.

En esta descripción del proceso de Muchnik para editar se pueden entresacar ideas suyas sobre ese trabajo altamente especializado y cuyo éxito depende de una hálito particular de atención y entusiasmo. El texto abunda sobre el conocimiento del editor argentino de la estructura interna de Guerra y paz y la forma como se fue asentando en la cultura este texto ruso.