La Unión Internacional para la Protección de Obtenciones Vegetales (UPOV) fue creada en 1961, modificada en 1972, 1978 y 1991; protege los derechos de propiedad intelectual de las variedades vegetales mejoradas. México se incorporó a la UPOV al firmar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), a su Acta 78 en 1997. Antes promulgó la Ley Federal de Variedades Vegetales (LFVV) en 1996. En el Acta UPOV 78 no se patentan variedades ni genes, se privilegia el derecho milenario de los agricultores a usar e intercambiar libremente sus semillas, la protección de variedades es “sui generis”, se favorece la diversidad genética, se permite la “derivación esencial de variedades”, se permite que los campesinos obtengan nuevas variedades mediante mezclas de su semilla con otras variedades, como lo hacen por miles de años, es decir, a partir de combinar maíces mejorados con sus semillas, seleccionan nuevas semillas en sus parcelas. En esta Acta se ubican 17 países que, como México, poseen biodiversidad genética y usos similares de semillas propias como Guatemala, Perú, Ecuador, Bolivia, Chile e India, entre otros https://web.jornada.com.mx/2019/10/19/cam-patentar.html.
Desde años, se promueve que México se incorpore al Acta 91 de UPOV, lo que se detuvo en el año 2012, pues al estar en esta Acta, se favorece la patente de genes y variedades, se limita el uso e intercambio de las semillas por los agricultores, se prohíbe la derivación esencial de variedades, se insiste por los promotores de esta Acta 91, que se garantiza el respeto a los derechos de los campesinos para el uso e intercambio de sus semillas, pero no señalan que si se desarrolla una nueva variedad que posee genes de variedad protegida, se podría reclamar el derecho de propiedad intelectual en la nueva variedad por las empresas.
Se indica que se permite el uso libre de variedades protegidas cuando se trate de la producción de autoconsumo, no se podría comercializar si se produce más allá del autoconsumo. Si se contaminara, aun sin quererlo, la variedad nativa, se afecta la diversidad genética y extiende los derechos de las semillas patentadas, incluso, a los productos que genera. Es el escenario jurídico ideal para que los oligopolios controlen el mercado de semillas.
Con el Acta UPOV 91 se cometería el despojo más grave en la historia de la humanidad, ya que, si se contaminan los maíces nativos por híbridos patentados, los genes que tendrían los maíces nativos otorgarían el derecho de propiedad a los dueños de los derechos de propiedad intelectual. También promueve el uso de transgénicos, detenidos en México por el Decreto Presidencial publicado en el DOF el 31 de diciembre de 2020 y antes por la Demanda Colectiva, que logró la suspensión por un Juez Federal en septiembre de 2013 https://consumidoresorganicos.org/2019/07/03/firma-tmec-abriria-la-puerta-a-patentar-genes-cobro-regalias-a-agricultores-mexico-parte-transnacionales/.
La LFVV que se promueve, llevaría al campo mexicano a un desastre sin precedentes. En el T-MEC y TPP11, se incluyó la obligatoriedad de que México se adhiera al Acta 91, que debe ocurrir 4 años después de la ratificación de cada tratado. No se podría recuperar la autosuficiencia de maíz que tenía México antes del neoliberalismo, que sí se lograría con una gran cruzada nacional de abastecimiento de semillas públicas, con las variedades nativas y mejoradas disponibles excelentes, con el intercambio de semillas entre productores, privilegiando la biodiversidad genética, con la derivación esencial de variedades y con base en la tecnología de producción de grano, fortalecer la asesoría técnica, valorar y utilizar a los investigadores mexicanos. Urge apoyar la agricultura de subsistencia, tradicional y comercial a través de un gran número de empresas mexicanas con acompañamiento en asesoría técnica, sin simulaciones, aprovechando la experiencia de técnicos, investigadores y productores mexicanos, así como este gobierno que desea pasar a la historia por sus buenos actos.
México es el centro de origen del maíz y mayordomo de la mayor riqueza en diversidad genética del maíz y de sus parientes silvestres en el mundo. Se maneja cada año 20 veces la biodiversidad que hay en los bancos de semilla del mundo, sobre la que se ejerce gran presión de selección (una semilla de cada 100) para favorecer aquellas que por sus rasgos morfológicos representan el ideal para su consumo pluricultural, una alimentación saludable, diversa, agroecológica, de la milpa, que fortalece el sistema inmunitario. Los productores intercambian su semilla dentro de la comunidad, habiendo también productores que venden semilla local o regionalmente. La mitad de la semilla de maíz sembrada en México corresponde a sus más de 59 razas nativas, posee resiliencia, son robustas, con excelente adaptación. Entre 25 y 30 por ciento corresponde a híbridos modernos vendidos por un puñado de empresas multinacionales y por más de 70 medianas y pequeñas empresas de semilla de capital nacional. El resto de la semilla corresponde a materiales acriollados, producto de la interacción genética entre los maíces mejorados y las razas nativas, en interacción con los nichos ambientales https://viaorganica.org/semillas-en-peligro-las-amenazas-de-upov-91-y-el-proyecto-de-reforma-a-la-ley-federal-de-variedades-vegetales/.
La aprobación eventual de la modificación a la LFVV propiciaría, en el plazo corto, que desaparecieran las medianas y pequeñas empresas productoras y comercializadoras de maíces mejorados no transgénicos en México. Será imposible impedir la contaminación no deseada y eliminarla de sus líneas parentales, al convivir en el campo con las siembras comerciales de maíz transgénico o no transgénico. Ante la ley, su semilla sería considerada pirata. El pago de regalías a la industria las haría quebrar. Desaparecería el maíz mejorado nacional de México, porque el puñado de empresas multinacionales de semilla es el mismo que busca introducir el maíz transgénico, cuyo paradigma es la uniformidad. La contaminación consumaría el monopolio de la industria en el mercado de semillas, sin ganancia alguna para la seguridad alimentaria nacional. El reservorio genético de maíz nativo mexicano sería afectado 1) por la acumulación progresiva e irreversible de ADN transgénico en las razas nativas, estudio pendiente propuesto desde 2009 y 2) cualquier semilla contaminada, nativa o no, sería considerada semilla pirata. Esto equivaldría a despojar, mediante la ley, a los 62 grupos étnicos de México de su mayordomía del principal reservorio genético de maíz del mundo. Más rápido ocurriría el despojo.
A la Cuarta transformación, así como al país entero, le llevaría a la cancelación de lograr la suficiencia y soberanía alimentaria. Representa la crónica del desastre en el campo, es un despropósito frente a los principios nacionalistas que impulsa el presidente Andrés Manuel López Obrador, por ello debe conseguirse una excepción o salvaguarda para retirar del TMEC y TPP11 la obligatoriedad de que México se adhiera a UPOV Acta 91 y se mantenga en el Acta 78, adecuando a los tiempos actuales su LFVV. Decisión que corresponde a los senadores, diputados, al presidente de México y la nación entera. Lo que está en juego es un destino amargo y sin salida para los productores, para el campo y para México. Continuarían las presiones de las grandes corporaciones de semillas, exportadores de frutillas y berries, ornamentales, floricultores, sin que haya empresas nacionales de semillas de granos básicos que se beneficien con esta pretensión.
Por el bien de todos, México debe mantenerse en el Acta 78 de UPOV. •