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Ucrania y los demás, ¿a cuál le vas?
C

asablanca, 1942. En el café de Rick circulan los refugiados de Europa. Tratan de conseguir un pasaporte, un amor, un pasaje a la esperanza. Allí beben, intrigan, bailan, conjeturan y oyen al negro Sam tocando al piano As times goes by (ta-tá, ta-tá, ta-tán), mientras el dueño, pedísimo, pregunta qué hora es en Nueva York.

Los refugiados son demócratas, comunistas, anarquistas, gays, apolíticos, socialistas, liberales, artistas, feministas, y optimistas o pesimistas a todo dar. Pero todos, incluyendo el cínico jefe de la policía colonial, temen al mayor Strasser, quien suele detener a los que dudan de la misión civilizadora del nazismo.

Berlín, 30 de abril de 1945. A minutos de que las tropas soviéticas ingresen a la cancillería del III Reich, el jefe de Propaganda del führer, Joseph Goebbels, aplasta una ampolleta de cianuro en la boca de sus seis niños, mata a su esposa y se suicida en el jardín del lugar. Días después, Alemania se rinde incondicionalmente. La destrucción ha sido total. Hay que reconstruir, hay que reconstruirse.

Kiev, 24 agosto de 1991. Ucrania se independiza de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Pero a diferencia de otras naciones de la URSS (Estonia, Lituania, Letonia, Moldavia), no es admitida (y pocos saben por qué), en la Unión Europea (UE) y la OTAN, brazo militar del Pentágono en Europa. Así, frente al caos imperante en Rusia, Washington retoma el sueño guajiro de Napoleón, Wilson y Hitler: echar mano a los ingentes recursos naturales del país más extenso del planeta.

Interludio. El eurocentrismo surgió de la imaginación de un poeta ciego (Homero), se consagró con un poeta despechado (Dante), alcanzó el clímax con un poeta divertido (Shakespeare) y a partir de la revolución francesa se volcó a exportar sus ideas de libertad y democracia a los-pueblos-del-mundo.

Finalmente, en 1989, las finanzas anglosajonas absorben el eurocentrismo, actualizando la apodíctica sentencia de Nietzsche: No hay hechos, sólo interpretaciones. Un modo para justificar el pensamiento de la horrorosa Margaret Thatcher: la sociedad no existe, existe el individuo.

Moscú, mayo de 2000. Vladimir Putin gana los comicios presidenciales y propone la incorporación de Rusia a la UE y la OTAN. ¿Mande? ¡Horror! ¿Quién es este cosaco-eslavo con torva mirada de tártaro-mongol? Ni cagando. La OTAN acelera su marcha hacia el este.

Kiev, febrero de 2014. Cae el corrupto presidente de Ucrania Viktor Yanukovich, derrocado por un movimiento popular que lleva cuatro meses en las calles. Los ultranacionalistas y el batallón Azov (entrenado y armado por la CIA), se hacen cargo del poder. En la región de Donbás (actuales repúblicas populares Donietsk y Lugansk), matanzas de civiles rusófonos (15 mil asesinatos, en ocho años).

Simultáneamente, el batallón Azov organiza un mitin y en el estrado acomoda un ataúd conectado a varios tubos. Un comandante del Azov se dirige al público, diciendo: La propaganda comunista había dicho que el camarada Goebbels se suicidó. ¡Mentira! Sepan ustedes que nuestro líder fue rescatado por un grupo de científicos alemanes especializados en criogenia, y lo metió en esta caja que permaneció oculta 69 años en el sótano de un castillo de Transilvania. Y que ahorita, con vuestro permiso, procedo a destapar.

El comandante abre la caja y Goebbels los ojos, moviéndolos a izquierda y derecha. Mueve una mano, mueve la otra, estira una pierna, estira la otra, y fresco como una lechuga salta al escenario, en medio de vítores de la exultante multitud. Exclama:

“¡Damas y caballeros, pueblos del mundo, camaradas todos! El sujeto bélico comunicacional, o sea vosotros... ¡ha vuelto! El mayor Strasser (que en paz descanse), era un visionario. En adelante, los que duden de nuestra misión en Ucrania, serán detenidos y acusados de prorrusos. Es todo. Gracias”.

Donbás, frontera con Rusia, 27 de febrero de 2022. El ejército ruso invade Ucrania, y el mundo libre (o sea Washington y la UE) aplica a Moscú sanciones, pensadas durante 30 años. Entre otras, la de la Federación Internacional Felina (con sede en París), que decide prohibir la participación en exposiciones de los cotizados gatos rusos de pedigrí, e impedir el registro de nuevas razas. Con lo cual, los Husky siberianos (perros de trineo), entran en pánico y franco estado deliberativo. ¿Qué será de nosotros, se dijeron, “si hasta la sinfónica de Cardiff prohibió el repertorio de Chaikovski y la sinfonía Pedro y el lobo, de Prokófiev?”

Acabo de recibir un meme: Consejos para evitar estrés por conflicto Rusia-Ucrania. Dice: 1) imagine que estos países están en África; 2) imagine que Ucrania es Palestina; 3) imagine que estos países están en Medio Oriente; 4) imagine que Rusia es Estados Unidos. Remata: Con esas acciones mentales, verá como su indiferencia al conflicto crece.