Los saharauis son un pueblo del Norte de África marcado por sus raíces nómadas, sus tradiciones, por la ocupación española, por la descolonización inconclusa y por la ocupación marroquí; por la lucha, el exilio y todo lo que éste implica.
Actualmente viven en un contexto de ocupación, guerra, exilio y olvido, que resiste a través de sus tradiciones culturales, mismas que les dan su identidad. La vestimenta, el ritual del té, su lengua, la poesía, la música y la danza son algunas de estas manifestaciones que hablan de sus orígenes, de la forma de vida, la lucha y la injusticia a la que Marruecos los ha empujado.
A pesar de este panorama, los saharauis afirman su amor por la naturaleza, revelan los profundos y asombrosos paisajes del desierto y hablan de la colectividad y el amor a través de la poesía, la música y la danza; que surge espontánea entre los vientos de arena, las noches estrelladas de los campamentos de refugiados en Argelia, que se da más comúnmente en las celebraciones sociales como bodas y nacimientos, y que en los escenarios internacionales se viste de un tinte político para ser un grito que clama justicia.
La música tradicional, el haul, está basada en un sistema musical estricto que se desarrolló antes de las colonias; en una región conocida como Trab el Bidan que abarca cinco países africanos: el Sáhara Occidental, Mauritania, el sur de Marruecos, el suroeste de Argelia y el noreste de Malí. Lo que une a esta región es la expansión del Islam en el s. VII a través de los Almorávides, y luego con las comunidades de Hassan del siglo XI al XV. La sociedad Hassani fue asentada en la región de Trab el Bidan, logrando su consolidación en el siglo XV. De esta sociedad es que surge el nombre del dialecto que hablan los saharauis, el hassanía.
Gran parte de la música tradicional, folklórica y popular de los países del Magreb tiene su desarrollo en la poesía de la región y está influenciada por el modo de vida de sus habitantes, los paisajes, las luchas, la añoranza y las actividades cotidianas. La poesía saharaui, por ejemplo, tiene un papel fundamental dentro de la sociedad. Dice el poeta Mohamed Salem Abdelfatah “Ebnu” que la mejor manera de conocer la geografía del territorio saharaui es la poesía. Si alguien se pierde en el desierto, la poesía puede ayudar a ubicarse a través de las descripciones que contiene.
La canción tradicional está llena de alabanzas al profeta Mohamed. La música y la danza popular hablan de elementos de la naturaleza, retratan la vida de los animales, los paisajes y actividades como la caza o la construcción de la jaima a través de la tuiza, que es también un retrato vivo y en movimiento de la especial relación que mantienen entre sí las mujeres saharauis.
Los instrumentos tradicionales de la música saharaui son el tidinit, una pequeña guitarra de cuatro cuerdas hecha de madera de acacia y piel de camello o cabra, que es tocada por los hombres y el tkbal o tambor tradicional saharaui, que es un instrumento de percusión que tocan las mujeres hecho de acacia y piel de camello, de sonido grave y seco, que recuerda la firmeza de los pasos en su trayecto por el desierto. Los cantos tradicionales también son acompañados por las palmas y las voces de las mujeres, con las que se enriquece la calidad rítmica de la música haul.
A partir del exilio de su tierra, cuando España abandonó el Sáhara en 1975 y Marruecos inició la marcha verde para ocupar el territorio del Sáhara Occidental, la cultura, la poesía, la música y la danza saharaui comenzó a incluir temas políticos en donde la patria, la añoranza por la tierra perdida y las relaciones sociales tomaron un papel medular. Y es a partir del exilio que la música saharaui, el Haul, comienza a verse influenciado por otros instrumentos como la guitarra eléctrica y el teclado, que en su natural evolución comenzó también a mezclarse con ritmos de otros territorios como el blues o el rock, para dar paso a la canción moderna.
Los modos tradicionales de la música Haul utilizan frases melódicas que mantienen una estructura similar a la manera de recitar poesía, y de estas frases melódicas surgen las danzas. Cada danza tiene su propio nombre y se baila en un momento particular. Por ejemplo, la danza Aichetou describe el encanto de las mujeres; el Laayam o baile de las tapadas, se caracteriza por la manera en que las mujeres se cubren la cara con la melhfa, vestido tradicional de la mujer saharaui; Tfaila es una danza que se usa para las bodas, en esta danza las mujeres mueven la cabeza de un lado a otro para mover las trenzas típicas saharauis, sanamanas, que adornan su peinado; la danza Shauda es la danza del hechizo de una mujer sobre un hombre y habla del deseo. Entre las danzas populares se destacan la danza del avestruz, Ragsat Naama, Boishiri que retrata a un ave recolectando sus semillas, Bleida un baile potente que deja ver la destreza de la bailarina, y la Tuiza o el trabajo colectivo, siendo Bleida, Chaara y Serbet unos de los ritmos más utilizados.
La danza saharaui es muy expresiva, cuenta historias y emociones. En ella, la calidad del movimiento de brazos y manos es muy especial y se adorna con los acentos de los dedos de las manos. El movimiento del cuerpo es discreto, suave y estilizado; la cadera tiene un movimiento sutil y cadencioso que a veces es acompañado por los hombros. Los pies se despegan suavemente del piso y se siguen uno al otro en un movimiento continuo para marcar el ritmo. Los gestos del rostro son delicados pero firmes, la danza saharaui habla con la mirada y escenifica un momento muy particular de la vida en el desierto y del mundo interior, de sus habitantes que siempre van en busca de la libertad.
En la danza, el lenguaje corporal contiene una memoria que se mantiene de generación en generación a través de la transmisión directa de la cultura saharaui. Las mujeres más jóvenes copian los pasos de sus madres, abuelas y de otras mujeres de la comunidad y así es como se ha mantenido la tradición de la danza saharaui a través del tiempo.
La cultura saharaui es una cultura de tradición oral, por lo que las historias, la poesía y las costumbres son también parte de la memoria del pueblo que se transmite de generación en generación para mantenerse viva, para reafirmarse de manera orgánica, y revelar la visión de un pasado beduino, el conflicto político y la lucha actual a través de un carácter narrativo.
Para los saharauis, la poesía, la música y la danza están íntimamente ligadas, como lo están también a la lucha pacífica que mantienen contra el genocidio cultural. Son ecos contra el olvido y son su manera de buscar la paz, la justicia y una vida digna. •