Sábado 19 de febrero de 2022, p. a12
La música de Arvo Pärt tiene un espejo: se llama silencio, también clamor. Y es la otra ala. Vuelan juntas.
El autor de ese otro lado del espejo es Alfred Schnittke (1934-1998).
Salieron juntos al exilio, escribieron simultáneamente, vivieron aventuras mil. Estrenaron al unísono sus obras. Arvo un año más joven; Alfred sucumbió hace 24 años: después de varias embolias, hizo esfuerzos por vivir. Escribió con la mano izquierda su Novena Sinfonía; debido a la grafía tan difícil de descifrar, por la dificultad motriz del compositor, sus amigos terminaron de escribirla y la pusieron en discos. Murió joven.
Precisamente una nueva grabación discográfica los vuelve a poner en vuelo conjunto: Alfred Schnittke. Choir Concerto. Three Sacred Hymns. Arvo Pärt. Seven Magnificat-Antiphons, es el título. La interpretación está a cargo del Estonian Philharmonic Chamber Choir, bajo la dirección de Kaspars Putnins. Es un disco de belleza celestial, literalmente.
Ambos, Alfred Schnittke y Arvo Pärt, son arcángeles que escriben música para ángeles. Los puntos de contacto entre ambos pensamientos musicales son evidentes: el efecto de pequeñas campanas, en el caso de Arvo por el sistema que inventó: tintinnábuli, y en el de Alfred por una voluntad y vocación por lo sublime.
Ambos compositores provienen de una tradición cultural compartida. Los dos se convirtieron al catolicismo y escribieron mucha música religiosa, algunas de esas partituras para uso litúrgico, otras para salas de conciertos.
Ambos adoptaron la fe ortodoxa en los años 70 del siglo pasado, como parte de un amplio movimiento cultural mientras se relajaban las restricciones de la Unión Soviética.
Schnittke escribió su primera obra religiosa en 1975: un Réquiem de acuerdo con la tradición católica, pero en los años 80 regresó a la tradición litúrgica de Rusia y en los Three Sacred Hymns, de la novedad discográfica que hoy nos ocupa, evoca el canto ortodoxo, mientras su Choir Concerto, compuesto en 1984-1985, se dirige a desarrollos estructurales decimonónicos, combinando melodías cantadas de inspiración lírica enriquecida con armonías provenientes del romanticismo.
Arvo Pärt adoptó el cristianismo como resultado de un estudio detallado del canto de la tradición religiosa ortodoxa rusa y así desarrolló su sistema tintinnábuli como una extensión de las prácticas armónicas de la música coral de la iglesia ortodoxa.
Recordemos: el estilo tintinnábuli de composición lo inventó Arvo Pärt emparentando dos voces simultáneas: una que toca las notas de una escala (voz melódica), y la otra toca las notas de una tríada (voz tintinnábuli).
Los títulos de los cuatro episodios del Concerto for Choir, de Schnittke, hubieran sido una delicia para el estudioso Mircea Eliade: 1) O Master of all living; 2) This collections of songs, where every verse; 3) To all who grasp the meaning; 4) Complete this work which I began in hope.
Hay un contenido en esos títulos que conectan con un sistema de vasos comunicantes: budismo, humor zen, significados multívocos. La belleza de esta obra de cerca de 40 minutos de duración es conmovedora, plena de momentos de éxtasis, cánticos de ángeles, voces nacidas de la eternidad, el mar, el bosque, el paraíso.
El término Choir Concerto se refiere originalmente a una obra corta, en varios movimientos, interpretados durante la liturgia, mientras el clérigo imparte la comunión. Como muchos de los géneros litúrgicos de la iglesia ortodoxa, evolucionó hacia un formato de concierto en el siglo XIX. Esa fue la tradición en la cual Chaikovski y Rachmaninov escribieron sus obras corales a gran escala.
Schnittke extiende la idea al escribir en estilo romántico al mismo tiempo que evoca estilos antiguos de canto.
Los textos fueron escritos por el poeta medieval armenio Gregory de Narek (951-1003) y provienen de su obra magna, El libro de las lamentaciones. Se trata de invocaciones escritas en armenio clásico, pero Schnittke usa transcripciones modernas rusas, realizadas por Naum Grebner. El libro consiste en 95 cantos que hablan de la búsqueda de consuelo y esperanza en Dios.
Provienen de las ricas tradiciones de poesía y filosofía que se desarrollaron en Armenia a finales del siglo décimo. Un individualismo humanista con poesía que expresa directamente emociones escritas en primera persona.
El disco que hoy recomendamos es complemento, espejo, gemelo de uno anterior: Schnittke and Pärt: Choral Works.
Alfred Schnittke escribió sus Psalms of Repentance en 1988, para las celebraciones del milenio del cristianismo en Rusia. En ese álbum, Kaspar Putnins, director del Coro Filarmónico de Cámara de Estonia, combina estos salmos de Schnittke con dos obras cortas de Arvo Pärt que comparten esa serena belleza.
Existen otras grabaciones discográficas, disponibles en Spotify y otras plataformas digitales, que reúnen obras religiosas de Alfred Schnittke y Arvo Pärt. De entre ellas recomiendo ampliamente el disco Voices of Nature, bajo la dirección de Tonu Kaljuste, el intérprete por antonomasia de Arvo Pärt, con quien viajó a México hace algunos años.
Ese disco incluye la obra de Alfred Schnittke titulada Voices of Nature, además del Concerto for Choir, también de Schnittke, y de Arvo Pärt la Piccola Cantata Dopo La Vittoria, I am the True Vine y una obra poco conocida de Arvo: Bogoróditse Djévo (Mother of God and Virgin). Otro disco que rebasa lo sublime.
La música de Alfred Schnittke es fascinante. Sus nueve sinfonías son océanos de belleza, asombro, fascinación.
En su Primera Sinfonía, por ejemplo, están los elementos que caracterizan a la mayor parte de su música: lo que él definió como poliestilismo
, donde reúne influencias, ambientes sonoros, atmósferas de mundos otrora contrapuestos. Alfred Schnittke se trazó como misión borrar la frontera entre música culta
y música popular
.
Si decimos que fue gran admirador de Frank Zappa, estamos definiendo a Alfred Schnittke.
En esa primera sinfonía hay elementos comunes entre Zappa y Schnittke: por ejemplo, en el primer movimiento escuchamos aplausos, en el segundo movimiento un ritmo de combo de baile y otros guiños característicos del jefe de Las Madres de la Invención. Por supuesto, un delicioso sentido del humor.
El poliestilismo de Schnittke incluye las citas de sus pasajes favoritos de sus autores más queridos: en primer lugar, Mozart, su amado Mozart, quien fue su modelo para conseguir sonrisas en los escuchas, alegría en los corazones y, otra vez, mucha diversión.
En el primer movimiento de la Primera Sinfonía de Schnittke escuchamos un breve fragmento de la Novena de Beethoven y en el siguiente movimiento observamos la evidente influencia de otro de sus maestros: Dmitri Shostakovich, y enseguida, un pasaje de boogie woogie, y en el cuarto movimiento, un fragmento de En el bello Danubio Azul, que se convierte en un pasaje del Concierto Uno para Piano de Chaikovski, para convertirse el todo en un pasaje delicioso de jazz, con clarinete solista y la sección de cuerdas haciendo las veces de contrabajo acústico, y aparece al fondo una batería y de pronto la orquesta sinfónica ya es un cuarteto de jazz.
Cuarteto. Los cuartetos para cuerdas de Alfred Schnittke constituyen otro de los capítulos fundamentales de toda su obra. Recomiendo escuchar los Cuartetos para Cuerda de Schnittke y toda su música de cámara, plena de hallazgos y alegrías y buen humor, entre ellas su célebre Música nostálgica, en distintas versiones e instrumentaciones. Una auténtica maravilla.
El tango, ah, el tango, es una de las músicas favoritas también de Schnittke. Escuchando alguna de sus obras, de pronto la atmósfera cambia y estamos en un salón de baile en Buenos Aires, bailando tango.
Bailando tango, cantando, moviendo el cuerpo a ritmo de rock, jazz, percibiendo las transformaciones de las orquestas sinfónicas, cuartetos de cuerdas y distintas agrupaciones, en combos de jazz y música de baile donde no falta, por supuesto, el vals.
Tenemos en Alfred Schnittke a un compositor entrañable, amoroso, inaprensible. Cubre, como Mozart, su autor preferido, todo el rango de emociones. Y, como Mozart, siempre sonríe.
Es el alma gemela de Arvo Pärt.