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Gran Guerra Patria
E

ste término es todo un emblema del sentido heroico y dramático de lo ruso. Es el nombre dado por la Unión Soviética a la guerra contra la invasión alemana de sus territorios durante la Segunda Guerra Mundial. El vocablo se hizo lema a través del periódico Pravda el 23 de junio de 1941.

En ella perdieron la vida unos 26 millones de rusos. Guerra que se inició con la invasión nazi, el 22 de junio de 1941, y culminó con la caída de Berlín a manos del Ejército Rojo, el 2 de mayo de 1945.

Evoca a la Guerra Patria que enfrentó la Rusia zarista contra Napoleón en 1812, así se logró convencer a la población soviética del dramático paralelismo entre ambas luchas. Reforzó el patriotismo de las masas con un mensaje nacionalista que reiteraba el grave peligro que para la Unión Soviética significaba la ofensiva nazi. Fue un gran acierto propagandístico alcanzando un admirable adoctrinamiento.

Fue el interpretar las profundidades del alma rusa. Hoy proyecta el sentido de grandeza de ese pueblo, lo intenso de su patriotismo y dimensiona tanto su agudeza, gran espíritu de sacrificio como su disposición a la fiereza.

Ha estado presente desde Iván el Terrible, Pedro el Grande, Catalina la Grande, Potiompkin, Kutuzov, Lenin, Stalin, Brezhnev y está en Vladimir Putin. La línea dura, a la larga eficaz. A ello se enfrenta el presidente Biden.

Lenin, en su texto El derecho de las naciones a la autodeterminación, defiende el nacionalismo de izquierda. Postula que cada nación tiene derecho a autodeterminarse ante un contexto imperialista. Ofrece así una idea que traída 100 años después podría referirse a la amenazante hegemonía anglosajona.

El espíritu de lo ruso está presente en constantes históricas: indiferencia ante lo ajeno, aislamiento y desprecio por la cultura occidental, rechazo a toda responsabilidad, asumir a la tragedia, el sacrificio y el sentido de lo heroico como normas para interpretar la vida.

Esos rasgos se formaron con el intenso adoctrinamiento, plasmando sobre un firme sentido de lo propio, íntimo, templado, heroico y trágico que ha sido su historia. El carácter actual del ruso genuino no está lejos de ser un lobo estepario.

Estas características vistas en el actual momento llevan a adjudicarles un claro sentido de invencibilidad, fertilizado por un ánimo épico. Lo testarudo y estoico de lo ruso, llevado hasta la inmolación es la síntesis de ello. ¿Tendrá Biden presente este perfil de su oponente?

Con esta óptica habría que ver el actual conflicto con Estados Unidos, país sólo formalmente seguido por algunos miembros de la OTAN respecto de Ucrania. Y obsérvese que se dice algunos porque el conjunto no es sólido.

Gran Bretaña sin gobierno, Francia promoviendo un arreglo y usándolo en pro de la relección de Macron, Alemania ya probó esa medicina en 1914 y 1941. Los demás poco suman. Entonces, ¿qué queda, cuál OTAN?

La personalidad de Putin es muy rusa. Esto es, es una síntesis histórica muy del genio de los grandes personajes y así actuará. Hoy subsisten tensiones por los planes de Washington de desplegar un escudo nuclear en Europa, que Rusia considera una amenaza para su seguridad. En correspondencia, Rusia juega con el miedo occidental. Despliega 120 mil tropas para abrir un juego más sicológico que real y guiña el ojo a Xi Jinping. Estados Unidos está en jaque a la primera jugada.

La Rusia de Putin seguirá mostrando el agudo colmillo de otros tiempos, recuérdense los misiles en Cuba. Mantendrá asustado a Estados Unidos y en su momento cobrará las cuentas. Exige de ese país una declaración renunciando a su inicial belicosidad. ¡Imposible! Putin sabe que su exigencia es absurda, por eso afloja y se burla repartiendo cartas otra vez.

De un modo u otro, hoy o mañana Putin se saldrá con la suya. Parte de la sabiduría rusa es saber ceder, saber esperar y cerrar la pinza. Pregunten a Napoleón, Hitler, Roosevelt o Truman cómo fue al final. El ruso sabe ser el jugador agudo, sereno, sin prisas ni presiones sean internas o externas. Es el gran dueño de la cancha.

Mientras Putin domina el juego, Biden lucha en muchos frentes: Rusia, China, Siria, Afganistán, los latosos mexicanos y las migraciones; el Partido Republicano, el fentanilo, los partisanos antivacuna.

Quizá sus halcones le dijeron que necesitaba ruidos afuera que opacaran los de adentro, pero le salió al revés. Súmese su avanzada edad y evidente debilidad dentro de la misma Casa Blanca, donde los eternos rapaces afilan sus garras.

A países como México bien les haría calcular los riesgos derivados de ese conflicto que apunta a tener más episodios de efecto universal.