Ogros, brujas y monstruos
uele a carne fresca… ñam, ñam”, es la temible expresión de los ogros desde que Perrault publicó Pulgarcito en 1697. Charles Perrault fue un escritor reconocido por darle forma literaria a cuentos europeos tradicionales como Barba Azul, El Gato con Botas, Caperucita Roja, La Bella durmiente y muchos otros, cuyas versiones orales eran muy crueles; la pluma de Perrault las suavizó. Años más tarde los hermanos Grimm hicieron su propia versión.
Los monstruos son reales y los fantasmas también: viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan
, ha dicho Stephen King.
Pero todos los cuentos de horror que conocimos en la niñez han sido rebasados en México por una realidad que amenaza la vida y la seguridad de los infantes, especialmente si son pobres. Los cuerpos ultrajados de Tadeo, Fátima, Jessica, Gabriel, Ricardo, María Isabel... y tantos otros causan más que desolación, pues sabemos que esa violencia es cotidiana por la barbarie y la decadencia moral a la que hemos llegado. Aunque los asesinatos, las violaciones, los raptos y el comercio de cuerpos infantiles son ejecutados por manos delincuentes, la complicidad de toda la sociedad está comprometida mientras no logremos proteger física, ética y jurídicamente a los niños, sus cuerpos y sus sonrisas.
Los niños tejen y cantan el desengaño del mundo
, escribió Federico García Lorca.
La infancia en México ha sido abandonada durante 36 años de gobiernos neoliberales. Esperábamos por eso asistir hoy a programas de reparación y rescate de lo más valioso y vulnerable que tenemos. Lamentablemente, para la 4T la protección de la niñez no es prioridad ni preocupación.
Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. El resto es memoria
, dijo Louise Glück.
Hay que recordarle al todavía andante Ogro Filantrópico que la pobreza en la niñez significa ¡Vio-len-cia!: hambre, enfermedad, muerte temprana, falta de escuela, trabajo explotado, golpes, abandono, abuso sexual, prostitución, resentimiento y maldad. Esos delincuentes desalmados, que nos dejan sin aliento por su modo de actuar y de matar, cargan en su corazón las propias experiencias de una infancia igualmente desolada y cruel.
“Hay abrazos que no llegan y duelen mucho; hay abrazos que llegan tarde y duelen más…”, APM.