En su edificación se recurrió a técnicas prehispánicas para aprovechar material, abaratar la obra y tener un lenguaje común con los constructores locales
arquitectura universal. En la imagen, Hipótesis Catedral unión proyectos Becerra-Palafox-Luey, ilustración en tercera dimensión incluida en el texto.Foto Sotero Ruiz Lacal
Miércoles 19 de enero de 2022, p. 5
La Catedral de Puebla es tan mesomericana como la pirámide de Teotihuacan, salvando la distancia en el tiempo y el espacio
, lo que la hace un ejemplo único dentro de la arquitectura novohispana y universal, según el historiador del arte Antonio Molero Sañudo.
Construida por otras manos, pero es un producto mesoamericano del que no hay parangón y que luego se reprodujo en otros sitios, como Guadalajara. Después este mismo tipo, al igual que el trazo de la ciudad de Puebla, se repitió en otras partes del continente, como en el Virreinato del Perú
, asienta.
El especialista español (Madrid, 1962) comenzó este miércoles 12 de enero un curso virtual sobre la historia de esa edificación poblana, cuya construcción fue iniciada en 1575 por el maestro extremeño Francisco Becerra, de quien fue respetado siempre el diseño original, incluso por Juan de Palafox y Mendoza, quien planteó algunas adecuaciones y consagró al recinto como catedral en 1649, sin que contara siquiera con torres ni la portada.
Molero es autor del libro La Catedral de Puebla, historia de su proceso creativo, coeditado por la Universidad Autónoma de Puebla y el ayuntamiento, que será presentado el jueves 27 de enero en el ex convento de Santa Mónica, en dicha capital.
El experto destaca que la singularidad de esta catedral se extiende a la ciudad de Puebla, al estar más mestizada en su concepción y construcción de lo que fueron otras
, no obstante haberse adelantado 42 años a las ordenanzas de población de Felipe II para trazar ciudades, pues esa urbe se fundó en 1531 y dichas normas fueron publicadas en 1573.
En entrevista, explica que si bien esa ciudad fue pensada para españoles y está trazada con calles en damero, una estructura renacentista, desde el primer momento las medidas de los solares y las calles van en consonancia con las del sistema métrico mesoamericano, en específico el náhuatl.
“La ciudad tiene una orientación que es prácticamente la misma con Tlaxcala y Cholula, asen-tamientos de origen prehispánico; sus lajas de pavimento –las antiguas y las modernas– tienen la medida de los sillares de la catedral, 42 centímetros, que no se usaba en España en ese momento, sino que corresponde a la medida en uso en la construcción náhuatl.”
De acuerdo con el historiador del arte, quien se ha dedicado más de 10 años al estudio de la catedral poblana, en principio como tema de su tesis doctoral, tal construcción religiosa, la segunda o tercera que se plantea en suelo americano, es única desde su concepción
, la cual tiene un reflejo casi canónico de las catedrales que se levantaron en España en aquella época.
Inspirada en las construcciones de Jaén y Málaga, la de Puebla está colocada no hacia la plaza mayor, sino hacia un costado, a lo que se suma que es la única –salvo el proyecto de Bramante para El Vaticano, que no se realizó– pensada desde un principio con cuatro torres, agrega.
Empero, su exclusividad principal estriba en el factor del sincre-tismo con el mundo mesoamericano: “Su aspecto es el de la religióntriunfante, absolutamente europeo, pero en su más íntimo corazón tiene ese mestizaje con la arquitectura y los sistemas indígenas.
“Esto no se ve desde afuera. Toda la parte del testero, la cabecera, las partes trasera y sur, donde están de forma respectiva el Altar de los Reyes y la Biblioteca Palafoxiana, todo el muro hasta la primera altura, hasta los techos de las capillas, están hechos con sillares de derribo; es decir, de construcciones prehispánicas anteriores.
Sillares que tienen 13 centímetros de altura, que es un sistema de medida náhuatl, y que por eso se edificaron de 42 centímetros. Porque tres sillares antiguos, prehispánicos, más la llaga, dan 42 centímetros. Se diseñó el sillar en esa medida para aprovechar el material de derribo. Pero, más aún, no sólo para abreviar y abaratar la obra, sino, de alguna manera, para elaborar un lenguaje común con los constructores prehispánicos de la zona, que eran muy buenos.
El curso de Antonio Molero, en su primer módulo, abarcará desde la fundación de la ciudad, 1531, hasta la llegada del obispo Juan de Palafox, 1640. Las sesiones se extenderán hasta el 16 de febrero, los miércoles, de tres de la tarde a ocho de la noche. Las inscripciones se mantendrán ésta y la próxima semana. Mayores informes en el whatsapp 555-4063-024.