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La prohibición mata
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n febrero de 2011, Eduardo Galeano, poeta y autor uruguayo, vino a México a recibir la Medalla 1808 de parte de la alcaldía de la Ciudad de México. En su discurso al recibir el reconocimiento, dijo: Ahora que esta tierra entrañable está siendo víctima de la hipocresía del narcosistema universal, donde unos ponen la nariz y otros los muertos, y unos declaran la guerra y otros reciben los tiros.

Ha pasado más de una década desde que Galeano, quien falleció en 2015 a la edad de 75 años, pronunció estas palabras, arraigadas en el imaginario latinoamericano de los efectos de la llamada guerra contra las drogas.

Desde el inicio de la iteración más reciente de esta guerra en México, hace 15 años, ha habido más de 350 mil homicidios, más de 100 mil de ellos en los últimos tres años. Según la Comisión Nacional de Búsqueda, hay más de 95 mil personas desaparecidas. El país pasó de tener cuatro registros de fosas clandestinas en 2006 a miles de registros hoy día.

Pero en los últimos años, otro fenómeno de larga data empezó a agravarse, algo que no figuraba en la visión de Galeano: las muertes por sobredosis en Estados Unidos y Canadá. Según la revista Science, la epidemia de sobredosis en Estados Unidos ha estado siguiendo implacablemente una curva de crecimiento exponencial desde por lo menos 1979. Entre 1979 y 2006, de acuerdo con la misma, casi 600 mil personas en Estados Unidos fallecieron por sobredosis.

Trágicamente, el número de decesos por sobredosis ha seguido creciendo. El mes pasado, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) confirmó que por primera vez, Estados Unidos sobrepasó 100 mil muertes por sobredosis en un solo año (abril 2020-abril 2021).

Más al norte, en la provincia canadiense de Columbia Británica, las autoridades declararon una emergencia de salud pública por la crisis de sobredosis en 2016. Desde entonces, más de 7 mil personas han muerto por sobredosis en la provincia, con una población de poco más de 5 millones. Similar a lo que ocurre en Estados Unidos, en Columbia Británica ocho de cada 10 de estos muertos tenía que ver con fentanilo, droga superpotente que viene mezclada, muchas veces a escondidas, con la cocaína, metanfetamina y opio.

La provincia, de pinta progresista y liberal, ha introducido programas como la provisión de naxolone (sustancia que puede revertir una sobredosis en curso), sitios de consumo seguro, acceso a un suministro más seguro, programas sociales y tratamiento para consumidores de narcóticos. Muchas de estas políticas fueron adoptadas tras campañas de activistas y grupos de usuarios organizados, que emprendieron acciones directas –muchas de ellas ilegales en su momento– para empujar la reducción de daños.

Pero los usuarios de narcóticos siguen terminando en las morgues: desde que se inició la pandemia, más personas han muerto en Columbia Británica por sobredosis que por Covid. Hasta noviembre pasado, hubo un número récord de sobredosis en Columbia Británica (mil 781), sólo en octubre fallecieron 201 personas.

Las crisis de sobredosis en Canadá y Estados Unidos están fuertemente ligadas a la guerra en México: la entrada de fentanilo en el suministro de drogas se puede entender como resultado de la militarización de la producción y tráfico de narcóticos.

La ley de hierro de la prohibición de drogas es que entre más intensas las acciones policiacas [para controlarlas], más potentes las drogas, escribió Richard C. Cowen en 1986. La sustitución del contrabando de cerveza y vino por el de whisky durante la prohibición del alcohol ejemplifica este fenómeno. En un contexto de prohibición, entre más potente la sustancia, menos riesgo corren los traficantes y vendedores.

Los activistas en Columbia Británica siguen enseñándonos el camino de salida de la grave crisis de sobredosis: la creación de un suministro seguro, es decir, legal, de narcóticos.

En osadas acciones directas, el Frente de Liberación de Usuarios de Drogas en la ciudad de Vancouver ha empezado a distribuir pequeños paquetes de cocaína, metamfetamia y opio –medidos y analizados– a personas usuarias. Lo hacen con el apoyo de Madres Parando el Daño, organización de mamás que han perdido una hija o un hijo por sobredosis.

Con el paso del tiempo y la profundización de la crisis de sobredosis, más organizaciónes se están sumando al llamado por un suministro seguro. La semana pasada, más de 20 organismos civiles en Canadá publicaron una plataforma que llama a la total descriminalización de todas las drogas, y la creación de un mercado controlado donde usuarios pueden acceder a drogas de forma segura y legal.

Ya tiene mucho que los países que ponen la nariz también ponen los muertos. Una estrategia continental de descriminalización y regulación de narcóticos es un paso urgente para salir de la mal llamada guerra contra el narcotráfico.

* Periodista canadiense y autora de Capitalismo antidrogas y Guerra neoliberal: desaparición y búsqueda en el norte de México