e manera rutinaria, los titulares de los diarios españoles anuncian nuevo récord histórico en el precio de la electricidad.
En España, el precio promedio del mercado mayorista ha sido hasta mil por ciento superior en comparación con 2020.
Francia y Alemania también sufren, en muchas ocasiones, precios mucho más altos que aquellos observados en España.
Paradójicamente Alemania, que apostó a las tecnologías intermitentes (fotovoltaica y eólica), subsidiando su desarrollo a través del programa de garantía de precios para la electricidad producida por esas tecnologías; con un costo a los alemanes de más de 200 mil millones de euros, ahora tiene precios promedio de electricidad por encima de los 400 euros por megavatio hora (en México el consumo básico, cuesta 32 euros por megavatio hora) y es el segundo país con mayor intensidad de emisiones de dióxido de carbono por cada megavatio hora producido, emitiendo 500 gramos, sólo detrás de Polonia.
En España, ya se usan velas, al estilo del siglo XX; la electricidad se ha vuelto un lujo y el invierno apenas comienza. Se esperan precios mucho más altos.
Los daños serán brutales. Desde 2003 en Reino Unido se habla de 8 mil fallecimientos adicionales por cada grado de caída en la temperatura en hogares en situación de pobreza energética.
En Francia se enviará un apoyo a 6 millones de personas por 115 euros para afrontar la subida de los precios.
En España se quiso reducir las ganancias desmedidas de las empresas eléctricas. Éstas amenazaron con dejar el país a oscuras y el 21 de diciembre, el gobierno aceptó regresar mil 900 millones de euros a dichas empresas.
Todo esto no es sorpresa, ya en 2011 el dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre el tema La pobreza energética en el contexto de la liberalización y de la crisis económica advertía sobre la enorme concentración del mercado de electricidad (más de 80 por ciento del mercado en manos de sólo tres empresas en 14 estados), y el terrible fallo del mercado para conseguir mejores tarifas para los consumidores (sólo 4 por ciento reportaba una baja, 36 por ciento que se habían mantenido y 60 por ciento un alza en sus tarifas).
Habrá que esperar a que termine el invierno para conocer los daños, económicos y sociales que el libre mercado en la electricidad ha causado. Después de tres décadas ha fallado en todas sus promesas.
A pesar de tener la posibilidad de observar el brutal fallo, en México se insiste en que lo que pasa es que no hay suficiente mercado, que aquí no va a pasar lo que ha pasado en todo el mundo, y que aquí no habrá abusos, sólo beneficios. Que por eso no es necesaria la reforma eléctrica del presidente Andrés Manuel López Obrador. ¿Vale la pena arriesgarse, sabiendo lo que ha sido en todos lados?
* Especialista en temas energéticos y maestro en finanzas en el sector energético por la Universidad de Edimburgo
Twitter: @aloyub