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Los Mirlos alistan documental y libro para celebrar 40 años de cumbia sicodélica
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▲ Los Mirlos en la pasada feria del libro de Guadalajara.Foto tomada de su cuenta de Facebook
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 18 de diciembre de 2021, p. 5

Los Mirlos vienen caminando en fila por la avenida México-Tenochtitlan, preparados para probar sonido en el foro Hilvana. La voz principal, Jorge Rodríguez, se presta a la entrevista, mientras el otro integrante fundacional, el guitarrista Danny Fardy Johnston, avanza con el resto del grupo hacia el escenario.

En la puerta, quieren comprar entradas, pero se agotaron; lo mismo sucedió en su presentación multitudinaria en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y seguramente volverán a terminarse en sus próximos espectáculos.

Jorge intenta explicar el fenómeno de forma pausada: “La mirlomanía empezó en los años 70, después del rock; popularizamos la cumbia instrumental, algo que algunos grupos mexicanos han retomado, como Sonido Gallo Negro. En Lima tuve relación con Los Doltons, de cruzarnos en diferentes lugares, no es que fuéramos amigos”.

El reconocimiento del público fue rápido, aunque no tanto el de los medios: “Al ser de Moyobamba, departamento de San Martín, en el Amazonas, los periódicos titulaban: ‘Los Mirlos vienen a Lima a intentar conquistar la capital’. Luego siguieron las giras fuera de Perú: “Nos recibieron muy bien en países como Uruguay y Argentina, donde filmamos la película Las vacaciones del amor, junto a Camilo Sesto. También en Colombia, país de gran tradición tropical. En México nos ayudó mucho Discos Gas, que editó el material del sello Infopesa”.

Jorge sonríe brevemente cuando le pregunto si han tocado en una fiesta privada como alguna vez Héctor Lavoe en casa de Pablo Escobar: Nos saludaban todos, desde los terroristas hasta la policía; como no nos metimos en política, tuvimos esa posibilidad. Yo me he sentido querido y seguro en todos lados.

En 2007, el compilado Roots of Chicha repopularizó el estilo de la cumbia sicodélica, al ampliar la cantidad de países con acceso a este estilo; algunos seguidores fuera de Perú se indignaron por tener que compartir sus ritmos preferidos con muchas otras personas. Como el ritual chamánico de la ayahuasca, al que refieren en una cumbia, los nuevos conversos parecían más interesados en el efecto que en la historia. Para Rodríguez, fue útil para difundir nuestra música. En parte, el compilado es responsable de que haya grupos de otras latitudes tocando cumbia sicodélica. Nos sirvió, por ejemplo, para tocar en un gran festival en Eslovenia, donde sólo se veía una bandera peruana a lo lejos.

La agrupación planea el lanzamiento de un documental y un libro, La danza de los Los Mirlos, que celebrará 40 años de carrera, sin un final a la vista: Los grupos de cumbia sicodélica de Perú vamos sumando integrantes de las nuevas generaciones, eso permite seguir, que los grupos tengan 70 años más de vida y que sobreviva algo más que la música.

En tanto, en el Hilvana abre el concierto La Terrorista del Sabor, la colombiana Mariana Dávila, quien logra dominar a un público para el que es desconocida. Armada con un acordeón Roland rojo, bases digitales y un guitarrista, revierte deliberadamente el papel femenino en la música tropical, al tiempo que marca una continuidad con la música tropical tradicional.

“Tal vez la cumbia no tenía un mensaje claramente contestatario, pero creo que la resistencia de todos los pueblos de Latinoamérica fue una acción política inherente a la cumbia, el ritmo en acción más que en palabras. A veces tengo historias bizarras o surrealistas, y me salgo de lo político. Desde el nombre, La Terrorista del Sabor, la ecuación tiene algo de humor, pero últimamente estoy más seria.

“Salí de mi zona del confort del humor: tuve la necesidad de hacer una canción sobre el estallido social en Latinoamérica; fue un proceso que empezó en 2019, no me sentía tan cómoda haciendo una canción tan panfletaria, tuve que quitarme el miedo para poder hacer una que fuera completamente así. A veces está bien decir las cosas sin tanta poesía, porque estamos en un proceso histórico que lo amerita.

La gente siente que, en cuanto a lo contestatario en la música, todo ha sido dicho y hecho; tal vez por eso es un momento en que ni lo alternativo tiene un mensaje.

Al presenciar un show de Los Mirlos surge la duda sobre cómo calibrarán sus presentaciones, teniendo en cuenta que suelen tocar para un público ya ganado antes de empezar, y no es que no lo hayan trabajado por conseguirlo, pero es como tocar todos los días el 31 de diciembre a las 12 de la noche.

Hacen La danza del petrolero y su estribillo sobre el oro negro podría resignificarse en la era del revival del disco de vinilo. Pasan a Ya se ha muerto mi abuelo, de Juaneco y su Combo, otro de los grupos fundamentales de su época en tener su versión mexicana en un simple azul en manos del sello Gas, catalogado G 647.