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Despertar en la IV República

Un Legislativo débil

E

n forma lenta y progresiva se va entendiendo que la colaboración entre los poderes es mucho más importante que el control que el Legislativo pueda ejercer sobre el Ejecutivo para impedir que se vuelva autoritario y hasta tiránico. La Constitución de 1824 intenta copiar a la de Estados Unidos, suponiendo ingenuamente que basta con promulgar una ley para que ésta modifique la realidad. Después de las constituciones centralistas que desvirtuaban al Poder Ejecutivo para convertirlo en autoritario, la Constitución de 1857 intentó crear un Legislativo fuerte que lo controlara, idea romántica de la Generación de la Reforma que acabó por colapsar en el porfiriato, que sujeta al Legislativo a la dominación del Presidente.

El Ejecutivo débil de Madero provocó su derrocamiento y asesinato por la maldad vesánica de Huerta como representante de la reacción del ejército porfirista. Entre 1913 y 1915 emerge la furia de la verdadera Revolución que abarca a todo el país y lo semidestruye. La Constitución de 1917, en sus artículos más radicales, es impuesta por la corriente revolucionaria contra la voluntad de Venustiano Carranza. El primer jefe propone un Ejecutivo fuerte. Toma las ideas del porfirista Emilio Rabasa y soslaya los contenidos democráticos de Madero, precisamente en respuesta del desastroso final del maderismo.

A partir de 1920 la ambición de los caudillos genera ejecutivos fuertes y despiadados hasta desembocar en un partido único que finalmente pacificó al país e inició la recuperación económica. El sometimiento del Legislativo al Presidente de la República parece imitar la solución porfirista. Al fin, en 2000 se logra la alternancia, pero el destino de Fox (PAN) es trágico porque carece de capacidad para negociar con el Legislativo las reformas prometidas.

Nos enfrentamos hoy a la existencia de un Ejecutivo fuerte y un Legislativo disciplinado. Sin embargo, en las elecciones de 2021 la oposición avanza y el Ejecutivo tiene que buscar alianzas para sacar las reformas fundamentales. Es de esperarse que la evolución política y la madurez de las instituciones lleven al fortalecimiento del Legislativo y que pueda contrarrestar el peso de la presidencia. Seguramente los políticos aprenderán a negociar y a permitir cambios importantes que se plasmen en las leyes y la Constitución. La colaboración será un signo de madurez política en el futuro.