ntre otras cosas, el documental épico The Beatles: Get Back, de Peter Jackson, sirve como papel tornasol para medir el grado de beatlemanía de cada uno. Divididas en tres partes, las casi ocho horas de metraje le parecerán excesivas y tediosas al espectador medianamente interesado; en cambio, para el verdadero fanático son como maná del cielo: la oportunidad única de ver en acción al cuarteto más innovador y popular en la historia de la humanidad, en lo que componen y ejecutan las canciones que, a la postre, integrarían fundamentalmente el álbum Let It Be.
Según se sabe, Jackson tomó las 57 horas filmadas por el equipo de Michael Lindsay-Hogg en 22 días de enero de 1969 e hizo su propia versión de los hechos. Originalmente, se suponía que los Beatles compondrían material para estrenar en un concierto. El entonces director fantaseaba con hacer un especial televisivo en un anfiteatro romano en una playa de Libia, pero la logística se antojaba demasiado complicada. La idea fue desechada, pero se mantuvo el concepto del documental, filmar al grupo funcionando como unidad.
La primera parte los muestra intentando componer canciones en el ambiente frío y cavernoso de los estudios Twickenham. La vibra no es buena. Paul Mc Cartney asume el papel de jefe del grupo y da instrucciones a George Harrison y Ringo Starr de cómo deben tocar. El primero lo toma mal y, en medio de pláticas de si los Beatles deben separarse, decide abandonar al grupo con la naturalidad de quien pide un cigarro. (¿Qué hacemos?
, pregunta Lindsay-Hogg. Repartirnos sus instrumentos
, contesta cínicamente John Lennon). La primera parte concluye, así, con una nota de suspenso.
La segunda muestra a todo el equipo, incluido Harrison (tras pláticas de reconciliación), mudándose al estudio de los Beatles en las oficinas Apple en Savile Row. El ambiente es mucho más cordial. Lennon payasea ante las cámaras, McCartney sigue mandoneando, Harrison se muestra menos irritado mientras Starr cumple de buen modo y con paciencia. Al grupo se une, casualmente, el tecladista Billy Preston, a quien se le tilda de quinto Beatle
de ahí en adelante.
Los Beatles tocan de todo, desde ensayos de nuevas canciones – Don’t Let Me Down y Get Back se repiten hasta el cansancio–, rocanroles viejitos (con una preferencia por Chuck Berry) y, mañosamente, piezas que cada Beatle irá apartando ya sea para su último disco, Abbey Road, o para sus álbumes como solistas. Es fascinante ver cómo Lennon, por ejemplo, ya tararea la melodía de Jealous Guy, aún titulada On the Road to Marrakesh. O cómo Harrison es ignorado cuando propone un All Things Must Pass en versión embrionaria.
Sin embargo, lo más revelador es ver cómo los Beatles desmienten su inminente separación. La interacción es afectuosa –sobre todo, entre McCartney y Lennon–, y el buen ánimo reina cuando el grupo se avienta sus repetidos palomazos, a los que Yoko Ono se une en ocasiones con sus habituales berridos. (Tengo un recuerdo de que en el documental original, Déjalo ser, Lindsay-Hogg había incluido al cuarteto entonando Bésame mucho. Esa escena falta ahora. Quizá Jackson no sea fan de Consuelito Velázquez).
La tercera parte se dedica en su mayoría al célebre concierto en el techo de las oficinas Apple, para deleite de la mayoría de los transeúntes y la indignación de los impotentes policías que acaban por imponerse. Según informa un letrero, fue la última vez que los Beatles tocaron en público. Jackson recurre, gracias a las tomas de varias cámaras colocadas estratégicamente, a un montaje tipo Woodstock (Michael Wadleigh,1970). O sea, a la pantalla dividida que permite la diversidad de puntos de vista en un solo encuadre. El efecto es vivificante. Con su dimensión mítica intacta, los Beatles se divierten haciendo lo que mejor saben hacer. Y ese gozo es contagioso.
D: Peter Jackson/ F.en C: Anthony B. Richmond/ M: The Beatles; canciones varias/ Ed: Graham Gilding, Peter Hollywood, Tony Lenny, Jabez Olssen/ Con: John Lennon, Paul McCartney, George Harrison, Ringo Starr, Michael Lindsay-Hogg/ P: Apple Corps Ltd., WingNut Films. Reino Unido-Nueva Zelanda-Estados Unidos, 2021.
Twitter: @walyder