Sábado 11 de diciembre de 2021, p. 21
Washington. La inflación en Estados Unidos –la mayor economía mundial– se aceleró a un nivel anual de 6.8 por ciento en noviembre, el mayor desde junio de 1982, impulsada por las alzas en los costos de la energía y alimentos, al tiempo que continúan los problemas de aprovisionamiento ligados a la pandemia de coronavirus.
Estados Unidos es el mayor socio comercial de México, alrededor de 85 por ciento de las importaciones mexicanas, desde alimentos hasta combustibles, provienen de su vecino del norte, por lo que la inflación de allá se traslada
o tiene efecto también en México.
En términos mensuales, la inflación experimentó en noviembre un crecimiento de 0.8 por ciento, frente al de 0.9 por ciento del mes anterior, informó este viernes el Departamento de Trabajo, por lo que el encarecimiento de precios mantiene su espiral alcista con máximos de casi cuatro décadas.
Se trata de un reto para el presidente Joe Biden, quien había anunciado el mes pasado que sería su prioridad invertir la tendencia inflacionaria.
El repunte siguió a un alza de 6.2 por ciento en octubre, que ya había sido el dato más elevado desde 1990.
En el undécimo mes del año, los precios de los alimentos registraron un incremento de 6.1 por ciento, pero al igual que en octubre, fueron los precios de la energía los que más aumentaron en el periodo de 12 meses, con un repunte de 33.3 por ciento, en momentos en los que a penas comienzan los meses del invierno.
Si se excluyen los sectores volátiles de la energía y los alimentos, la inflación estadunidense sigue siendo importante, al ubicarse en 4.9 por ciento, más del doble del objetivo de 2 por ciento del banco central.
La inflación ha intensificado la presión sobre los consumidores, sobre todo los hogares de menores ingresos, también ha anulado los aumentos salariales y complicado los planes de la Reserva Federal (Fed) de reducir su ayuda a la economía, además coincide con la caída del apoyo público al presidente Biden.
El impulso a la inflación proviene de una serie de factores resultantes del veloz rebote, luego de la recesión provocada por la pandemia: un torrente de estímulos del gobierno, las tasas ultrabajas gestionadas por la Fed y la escasez de insumos en las fábricas en Estados Unidos y el extranjero.
La persistencia de la inflación elevada ha sorprendido a la Fed, cuyo presidente, Jerome Powell, la había caracterizado durante meses como una consecuencia transitoria
a corto plazo de los cuellos de botella en las cadenas de suministro. Pero hace dos semanas, Powell reconoció que el encarecimiento de mercancías y servicios ha persistido más de lo previsto y dijo que el banco central apunta a abandonar su política de tasas de interés ultrabajas antes de lo previsto.
Por otro lado, se informó que la confianza de los consumidores mejoró inesperadamente a principios de diciembre, luego de anotar hace un mes su nivel más bajo desde noviembre de 2011.