Sábado 4 de diciembre de 2021, p. a12
El más hermoso sonido cercano al silencio. Eso define la música que nace hoy día en Noruega.
En palabras de Manfred Eicher: la luminosidad de ese sonido es un hermoso tono. Tintinea y asemeja en su andar la estela que deja un cometa y también la luz que descarga una estrella cuando cae.
Es el sonido de más allá del horizonte, el sonar del intersticio entre esa línea blanca de nieve y la línea nimbada del cielo. Líneas rectas que se curvan, ondulan, nos hipnotizan.
Halo, aureola, luminosidad del espíritu.
Lo que Michal Tucker definió como manto septentrional de tonos boreales
.
Este Disquero estaba destinado al nuevo álbum de Thomas Stronen. Luego de escucharlo durante días enteros, se activó un poderoso y mágico, vasto sistema de vasos comunicantes: la batería de Thomas Stronen nos condujo al piano de Ayumi Tanaka que nos condujo al piano de Maria Kannegaard que nos condujo al piano de Jakob Davidsen, todos ellos hilvanados por el silencio, pues todos ellos hacen música donde el silencio es el elemento primordial, la savia, la summa.
De manera que hoy no solamente tenemos un disco para recomendar sino muchos discos de música noruega, grabados por los músicos que acabamos de mencionar.
Decir jazz noruego ya resulta insuficiente. La música que nace hoy en día en Noruega rebasó hace décadas el swing, la síncopa y todos aquellos elementos que reinaron más de medio siglo en el ambiente.
No fue solamente la visita de músicos estadunidenses a los países nórdicos a la mitad del siglo XX, como tampoco lo fue en Japón, el motivo por el cual surgieron movimientos musicales en aquellas geografías que hoy por hoy signan la vanguardia en el planeta entero.
Manfred Eicher, ese músico muniqués, es el responsable directo de la gran revolución musical que bulle en Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Polonia y lugares circunvecinos.
En el libro Tocando el horizonte, el fundador y director de la disquera más importante en el orbe (con el usted disculpe para la Deutsche Grammophon), cuyo nombre son las siglas ECM, Manfred Eicher incluye un par de ensayos definitivos para entender el misterio de la música nórdica.
El concepto, ente, misterio, entidad, punto geográfico, universo, que encierra el término nórdico
tiene que ver con la blancura extrema de su paisaje y su temperatura, sus noches largas y veranos cortos, sus auroras boreales, su obligada mirada meditativa, introspectiva, su actitud mental, es lo que mueve a la música que se hace hoy en día en Noruega.
Músicos noruegos: Jan Garbarek, Nils Petter Molvaer, Ketil Bjonstad, Silje Nergaard, Terje Rypdal, Arild Andersen, Tord Gustavsen, Anja Garbarek, Susanne Sundford .
Muchos Disqueros les hemos dedicado. Sumaremos hoy a cuatro músicos más: Thomas Stronen, Ayumi Tanaka, Maria Kannegaard y Jakob Davidsen.
El nuevo disco de Thomas Stronen se titula Bayou, y es una joya porque, para empezar, tenemos al frente de un grupo, en este caso trío, a un baterista, tradición que no es nueva. Lo novedoso es la manera en que Thomas Stronen convierte una batería en un dispositivo generador de sonidos inauditos, insólitos, propios de una orquesta de cámara.
Atrás quedaron los solos
de batería, los estruendos, el circo, la maroma; ahora el teatro es dramaturgia, porque resulta evidente el sistema de referentes culturales que mueve Thomas Stronen cada vez que hace sonar sus adminículos.
Hay momentos en que escuchamos campanas tibetanas y después un bullicio de sonidos que efervescen, luego música de las esferas, y todo eso nace de un instrumento tradicional llamado batería pero que en manos de Thomas Stronen se convierte en lámpara de Aladino, alfombra voladora persa, auriga del Olimpo, nave espacial y nube especial.
El disco Bayou nació en las aulas de la Academia de Música de Oslo donde Thomas Stronen es profesor y Ayumi Tanaka y Marthe Lea, alumnas.
El ubicuo Manfred Eicher deambulaba por los pasillos del colegio cuando su sexto, séptimo y enésimos sentidos se activaron al escuchar un ejercicio escolar que realizaban aula adentro los tres músicos mencionados en el párrafo anterior.
Manfred Eicher tocó a la puerta del salón, presentó sus respetos y sugirió grabar el disco que ahora disfrutamos: Bayou: 10 composiciones donde la batería de Thomas Stronen se pone al servicio del piano de Ayumi Tanaka y ambos, baterista y pianista, tienden campos floridos al canto de Marthe Lea, quien además de cantar una cantinela milenaria noruega, toca el clarinete y algunas percusiones.
Estamos frente a una revolución musical en su esplendor: la combinación instrumental del Trío de Thomas Stronen nos conducen hacia lo mágico, lo nítido, lo cristalino.
Esta música, además, posee poderosas cualidades sinestésicas. En el disco Bayou, del Trío de Thomas Stronen, escuchamos y al mismo tiempo vemos fractales. Los colores de esos fractales: magenta, gris-plata, naranja, rojos intensos, azul cobalto.
¿Cómo sucedió que al estudiar un disco de música noruega tenemos en realidad muchos discos para reseñar y recomendar?
Sucedió así: además del uso intensivo de los silencios, estos músicos conforman una familia ampliada en Oslo: Thomas Stronen, además de tener su propio Trío, es baterista del Trío de Ayumi Tanaka y también del de Maria Kannegaard y también del de Jakob Davidsen.
Así fue como del disco Bayou pasamos al disco Subaqueous Silence, de Ayumi Tanaka con su trío, conformado por Thomas Stronen en la batería y el formidable músico Christian Meaas en el contrabajo.
Desde su título, Silencio bajo el agua (Subaqueous Silence), este álbum es una experiencia zen, una meditación trascendental, una hermosa sesión de sinestesia también.
El uso insólito de los elementos que conforman el instrumento llamado batería nos pone ahora frente a una orquesta sinfónica que entona himnos y conduce rituales. Tenemos frente a nuestros ojos y nuestros oídos una batería que es en realidad una catedral ecuménica.
¿Qué colores vemos al escuchar este disco, Subaqueous Silence?: blancos, muchos blancos en todas sus tonalidades y alrededor de esas esferas blancas brilla una luminiscencia plateada y cuando Thomas Stronen golpea un címbalo y hace temblar campanas diminutas atadas a sus dedos pulgar e índice, vemos salpicaduras volando en su elegante tonalidad rojiza.
Subaqueous Silence termina siendo, una vez que cerramos los ojos y abrimos todos los sentidos, una serie de voces interiores que resuenan en nuestro plexo solar, nuestras cavidades todas, nuestro bajo vientre, todo nuestro ser interior, y nos damos cuenta entonces de que todas esas que estamos escuchando son nuestras propias voces interiores.
El contrabajo acústico con arco a cargo del gran Christian Meaas crea sonidos que abren portales dimensionales y el sonido asemeja coros de monjes tibetanos entonando el asombroso canto de garganta (khöömei, originario de las montañas de Mongolia) y enseguida asistimos a escenas que nos parece que estamos soñando.
Pasemos ahora al nuevo descubrimiento del Disquero: Silence Trio 3 es un prodigio, una obra de arte, un tesoro y es también un sueño que soñamos mientras suena el piano del maestro Jakob Davidsen y su trío, conformado por, adivinen: Thomas Stronen en la batería y el maestro prodigioso Jesper Egelund en el contrabajo acústico.
Los títulos de las ocho hermosas piezas que conforman este disco asombroso, Silence Trio 3, son amenos, poéticos, didácticos y con el delicioso sentido del humor noruego: por ejemplo: Lazy Afternoon (Non figurative), y otro: Even so Slow but Still in Motion (The Art of Zen), o este: Dust Motes Dancing in the Sunbeams y vemos las motas de polvo bailando en los rayos de sol, de manera similar a cuando Debussy hace danzar a los copos de nieve en su pieza Snowflakes are Dancing.
Lo que escuchamos en este disco son pinturas. Aquí la sinestesia consiste en un recorrido museístico por la pintura contemporánea. Además de los referentes a los grandes pintores sinestésicos Paul Klee y Piet Mondrian, tenemos aquí homenajes a Edvard Munch y Per Kirkeby, dos maestros de la pintura nórdica.
Escuchar estos discos y todos los demás que han grabado juntos y por separado los músicos Thomas Stronen, Ayumi Tanaka, Maria Kannegaard y Jakob Davidsen, es una experiencia mística, mágica, sinestésica. Nos brinda paz interior. Nos tranquiliza.
El término noruego vaer stille
significa silencio
y también significa tranquilizarse
.
Escuchamos todo cuanto nos circunda cuando ponemos atención al silencio. Nos escuchamos a nosotros mismos y escuchamos a todos los demás y nos tranquilizamos.
Escuchar el silencio es privilegio de todos los seres sintientes. Y el más hermoso sonido cercano al silencio es tu sonrisa.