Que todos se levanten, que nadie se quede atrás, que no seamos ni uno, ni dos de nosotros, sino todos
Popol Vuh.
La fiesta del maíz y la milpa se celebra en México desde hace 12 años. En virtud de ello, cada 29 de septiembre se llevan a cabo múltiples y diversas fiestas tradicionales (religiosas, culinarias y folclóricas) en todo el territorio, fecha que coincide con el día de San Miguel Arcángel, -protector de almas- quien lucha contra el mal y protege la milpa. Esta iniciativa ciudadana es inspirada en los festejos que las comunidades campesinas y pueblos originarios hacen en sus milpas para agradecer por la cosecha lograda, manteniendo una estrecha conexión entre el origen y la supervivencia de la especie humana, como lo narra el libro sagrado de los mayas.
La diversificación de actividades -en virtuosa celebración-, es una de las cualidades de las familias campesinas de Coyuca de Benítez. Son mujeres y hombres que hacen milpa desde el hogar, la cocina y en las labores de traspatio; también hacen comunidad, organización, asambleas y fiestas patronales. En sí, la diversificación está presente tanto en las tareas agrícolas como en las no agrícolas, que representa una forma de vida campesina. Esta forma de vivir, ilustra la pluralidad de la fiesta en honor al cereal milenario y al sistema prehispánico.
En la región coyuquense, desde hace una década se realizan celebraciones jacarandosas y polifónicas, -como si fueran milpas- que son representadas a través de marchas simbólicas, místicas, sociodramas, bailes típicos, foros, ferias, talleres, conversatorios, diálogos de saberes, degustación de sabores, venta e intercambio de productos del campo, circulación de semillas nativas y una lista innumerable de etcéteras. En esta celebración se ratifican las demandas comunes y colectivas, -como desde los inicios del movimiento nacional- es decir; frenar la entrada de los transgénicos, y hoy más que nunca, se exige el fortalecimiento de la agricultura familiar campesina mediante la incorporación de la agroecología y la eliminación gradual del glifosato, acciones que robustecen la defensa y la disputa por la soberanía alimentaria de la región y del país.
El intercambio libre de semillas nativas es fundamental para su adaptabilidad y circulación comunitaria. A nivel local, la importancia de la conservación de maíces nativos está intrínsecamente relaciona con la disposición de su riqueza genética para generar mejores semillas. Son las campesinas y los campesinos, quienes cultivan agrobiodiversidad (maíces Anchos, Pepitillas, Vandeños, Olotillos, Tepecintles, Conejos y Mushitos), también conciben la existencia, preservación y evolución de la diversidad de granos originarios a través de fondos familiares de semillas. Por eso, año con año durante o al final de la celebración intercambian y realizan la circulación de semillas de la milpa, situación que atestigua la movilidad del germoplasma vivo e itinerante. Posteriormente continúan el proceso de domesticación y diversificación al mantener una selección de tipos de maíces, calabazas, frijoles, chiles, jitomates y otros cultivos específicos de su interés, por su capacidad de adaptación y usos distintos en la alimentación, como bien lo dialogan en practicable fiesta: “En manos campesinas, buenas semillas se garantizan”.
Diálogos de saberes y sabores de Campesino a Campesino: es la base para construir nuevas epistemologías locales, gestadas en un encuentro horizontal entre iguales. Actualmente, esta actividad continúa marcando un antes y un después, dado que los conversatorios y los talleres han revolucionado la fiesta milpera. Por ejemplo, este año el conversatorio agrupo temas como: transición agroecológica, decreto contra glifosato y la importancia del maíz en la región; además, los talleres de selección y conservación de semillas, manejo agroecológico de plagas y enfermedades, y la biofabricación de abonos orgánicos, fueron contenidos relevantes para la población en general, incluso los participantes urbanos toman conciencia y encaminan acciones desde sus hogares para la producción de algunas hortalizas, separación y reciclaje de residuos orgánicos. Al mismo tiempo, están interesados en dejar de consumir los productos que ofrecen las corporaciones y en transitar hacia el consumo de alimentos tradicionales derivados de la milpa, comprados en mercados locales.
En otras palabras, la fiesta coyuquense cada año logra evidenciar ante los medios y las autoridades municipales que, en estos mercados locales los consumidores valoran la importancia de la buena nutrición y la procedencia de los alimentos, así como también las formas de producción y, en consecuencia, demandan mayores volúmenes de comida sana e inocua para su salud, representados principalmente por granos básicos, frutas, hortalizas, tubérculos y productos derivados de leche, miel y café. Cuyo propósito es fortalecer los sistemas alimentarios locales e incidir en el reconocimiento de espacios alternativos de venta y consumo para el abastecimiento de alimentos saludables y nutritivos para los habitantes del municipio.
Los desafíos más importantes de la fiesta son preservar nuestra historia como centro de origen en todas las regiones de Guerrero y del país. Ya que el maíz está metido en nuestra vida como alimento cotidiano, pero no está metido en nuestra cultura del hablar y del pensar, como bien lo dijo Salvador Mendiola: “Lo comemos mucho, pero lo pensamos poco”. Por esta mayúscula razón, en la fiesta de Coyuca de Benítez se multiplican las festividades bioculturales, que nos llevan a repensarnos y autoeducarnos como gente de maíz y de la milpa.
Vale recordar, que este abigarrado policultivo de acciones colectivas no son del Estado, sino de las propias organizaciones que hacen posible este movimiento agroecológico regional, abanderadas por la Unión de Pueblos para el Desarrollo Sustentable del Oriente de Coyuca y Poniente de Acapulco (UP), la Red de Campesinos Guardianes del Maíz Nativo (Regmaíz), la Red de Mujeres Trabajando por el Bien Común (Redemu), la Universidad Campesina del Sur (Unicam Sur), los Promotores de la Autogestión para el Desarrollo Social (PADS), los Agroecológicos Guerrerenses “Tierra Viva” (AgroViva), el Tianguis Campesino Agroecológico (Tiagro) y de otras organizaciones afines de municipios vecinos, en donde el maíz, la milpa y la agroecología son base de la agricultura tradicional para cientos de familias campesinas, de manera alternativa frente al modelo agroindustrial. Este colectivo de organizaciones, cuenta con más de veinte años de trabajo agroecológico: promueve proyectos, iniciativas y políticas públicas para mejorar las condiciones del campo en la Costa Grande. En estos momentos, con el cambio de gobierno municipal se valida la mutua colaboración entre actores sociales, con el objetivo de caminar hacia acciones mancomunadas que puedan transformar a Coyuca de Benítez en el primer municipio agroecológico del estado de Guerrero, en vísperas de otras utopías posibles. •