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Ojo con Steve Bannon
E

n los pliegues de la alta política siempre han circulado personajes que ejercieron el poder con astucia y perversidad. Artes malévolas descritas por Maquiavelo en El príncipe, que en el temido cardenal Richelieu (1585-1642) tuvo a un discípulo insuperable.

Richelieu murió en la paz del señor, legando parte de su gran fortuna a sus gatos. Pero era tan odiado que la Guardia Suiza masacró a los indefensos mininos. No sólo esto. Después, en diciembre de 1793, los revolucionarios franceses decapitaron su cadáver depositado en la capilla de la Sorbona.

En la segunda mitad del siglo pasado, grandes intrigantes y asesores del poder corrieron suerte parecida. En España y Gran Bretaña, por ejemplo, la ETA y el IRA hicieron volar por los aires al almirante Luis Carrero Blanco (1973) y Lord Mountbatten (1979), por los servicios prestados al franquismo y la reina Isabel II.

América Latina también tuvo famosos intrigantes con gran poder. Entre otros, José López Rega (cerebro de la siniestra Alianza Anticomunista Argentina, 1974-76), Fernando Gutiérrez Barrios en México (1964-97), Vladimiro Montesinos en Perú (1990-2000). Y en 2017, de la nada misma (o relativa), apareció el estadunidense Steve Bannon, a quien la extrema derecha del Partido Repúblicano ( Tea Party) calificaba de ultraconservador…

Ex miembro del cuerpo de Marines (1976-83), exitoso inversionista en Goldman Sachs (1984-90), publicista, productor y director de cine, Bannon produjo la exitosa serie Seinfeld, y la sangrienta Tito Andrónico, de Shakespeare, con Jessica Lange y Anthony Hopkins.

En 2012, Bannon se convirtió en editor de Breitbart News (2012), portal de la web alineado con la alt-right (derecha alternativa), partidaria del supremacismo blanco, la xenofobia, la islamofobia, la judeofobia, el anticomunismo, el neonazismo, y el neofascismo, y plataforma decisiva para el triunfo de Donald Trump.

Trump devolvió los favores recibidos. Nombró a Bannon consejero presidencial y, posteriormente, asistente permanente en las reuniones del Consejo de Seguridad Nacional. Otros asesores, susurraban: no sabemos qué hace allí. Disimulaban apenas su incomodidad, porque Bannon era el único que andaba en el Salón Oval sin saco y corbata, quedando a solas con el presidente cuando los demás se retiraban.

El nombramiento provocó la oposición de la sionista Liga Antidifamación, el Consejo de Relaciones Estadunidenses-islámicas, la minoría demócrata en el Senado y 169 representantes de la Cámara, y de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (Naacp, por sus siglas en inglés).

Bannon fue el autor intelectual de los decretos presidenciales que en los primeros días de gobierno suspendieron el programa de refugiados, limitando la emisión de visas para viajeros de siete países de mayoría musulmana. Resultado: caos en el Departamento de Estado y protestas masivas en el país y en el mundo, que llevaron a la primera derrota judicial y política de Trump.

En agosto de 2017, Bannon renunció al cargo, una semana después del mitin sangriento de Charlottesville, organizado por supremacistas blancos. Renuncia que, según los medios, Trump habría aceptado por las presiones referidas. Aunque el periodista Michael Wolff, autor del superventas Fuego y Furia: en las entrañas de la Casa Blanca (Planeta, 2018), guarda una lectura distinta.

Y es que el judeófobo Bannon tenía su despacho pegado al del sionista Jared Kushner, operador de Tel Aviv en la Casa Blanca. De quien dijo (según Wolff), que probablemente lavaba dinero en cuentas de préstamos comerciales del Deutsche Bank. Mientras de Ivanka (hija de Trump, casada con Kushner) decía que era tonta como un ladrillo.

La Casa Blanca agradeció los servicios de Bannon, deseándole un futuro mejor. Cosa que no le costó mucho. En los años siguientes, nuestro héroe de la semana viajó por el mundo, coordinando una red global de movimientos y partidos políticos de derecha y extrema derecha.

Objetivo: combatir la globalización, el progresismo y, naturalmente, el crecimiento del comunismo (sic) a ambas orillas del Atlántico. La iberosfera, pues. ¿Entendió? Algo así como el nuevo Facebook de Mark Zuckerberg (da igual si metarrollo o metaverso) en el mundo virtual, aunque más peligroso y real.

En el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y sus hijos Steve Bannon encontró aliados poderosos para articular la nueva internacional conservadora. Cruzada libertaria situada a la derecha de la derecha, y siempre que sea posible más a la derecha, primero Dios.

La FBI detuvo a Bannon en agosto de 2020, por fraude en la captación de cientos de miles de donaciones (25 millones de dólares), para la construcción del muro fronterizo entre Estados Unidos y México, con fondos privados. Pero el 20 de enero de 2021, en uno de sus últimos actos, Trump lo indultó. Moraleja: en política, conviene tener buenos amigos.