Marcharon colectivos, sindicatos, estudiantes...
Estoy aquí porque nada ha cambiado, pero no nos vamos a rendir
, advierte joven asistente
Martes 19 de octubre de 2021, p. 25
Santiago. Las emociones se derramaron una vez más en las calles de Chile durante la conmemoración popular del segundo aniversario del alzamiento social del 18 de octubre de 2019. Indignación, dolor, esperanza, orgullo, acompañamiento, alegría, son algunas de las que se expresaron en las manifestaciones, marchas, actos culturales y acciones de arte a lo largo del día, también violencia y vandalismo conforme avanzó la noche.
La jornada partió temprano con los estudiantes de secundaria saltándose los torniquetes en el Metro de Santiago, rememorando la evasión que en 2019 detonó la protesta; al rato, a las afueras de uno de los centros comerciales más ostentosos de la ciudad, el Costanera Center, en el barrio de Providencia, dos estudiantes se colgaron de una pasarela exhibiendo un lienzo en el cual se leía: El único camino es el ejemplo de octubre
, en alusión al 18-O, permaneciendo hasta que fueron bajados y detenidos por carabineros; mientras, en otro extremo de la ciudad, frente a la Cárcel Santiago Uno, familiares, amigos y compañeros de los presos de la revuelta exigían amnistía para los condenados y libertad para quienes permanecen encarcelados sin que el Ministerio Público les formule cargos penales (hasta agosto, los primeros sumaban 26 y 51 los segundos, de los cuales 34 sin condenas previas); más tarde, en el centro de la ciudad, en la sede de la Convención Constitucional, se aglomeraron pobladores para exigir que el derecho a la vivienda quede consagrado en el texto, justo en el día en que los convencionales comenzaron a redactar el nuevo articulado, después de tres meses y medio de sesiones en que aprobaron el reglamento.
Elisa Loncon, presidenta de la Convención, al abrir el debate, dijo que este 18 de octubre, a dos años del despertar del nuevo Chile, damos rienda suelta a la imaginación. Es imperativo que estemos a la altura de los tiempos, debemos trabajar arduamente para intentar sanar las cicatrices. Hagamos este trabajo desde la razón, pero también conmovámonos, trabajemos desde la ternura y el pensar. Hay un país que aprobó sin ambigüedades, sin polarizaciones nuestra existencia. Venimos de todos esos mundos y hemos llegado en paridad, con anhelos descentralizadores y plurinacionales
.
Y así sucesivamente hasta que, en horas de la tarde, multitudes, decenas de miles, confluyeron hasta Plaza Baquedano, rebautizada como Plaza Dignidad, cuando hace dos años se convirtió en el epicentro de la protesta, disputada una y mil veces en pelea franca con la policía. Otra vez se conjuntó ahí esa diversidad humana y de conglomerados sociales que sólo el Covid-19 logró sacar de las calles en marzo de 2020, cuando la pandemia fue utilizada por el gobierno piñerista para imponer el toque de queda y el control social, hasta hace dos semanas. Volvió a escucharse ahí El derecho de vivir en paz, la canción que en 1971 Víctor Jara dedicó al pueblo vietnamita agredido por Estados Unidos y que, quién sabe por qué misterios de la sabiduría popular, se convirtió en 2019 en el himno oficial del estallido. También Pateando piedras, el tema del grupo chileno Los Prisioneros que en 1986 narraba la exclusión y marginalidad de los jóvenes de las barriadas populares de Santiago, durante la dictadura de Pinochet. Y volvió a ondear la Wenüfoye, la bandera mapuche que ha sido protagonista del estallido del 18/O y que, junto a la chilena, son las únicas que se toleran.
Piñera, concha de tu madre, asesino igual que Pinochet
, cantaron por horas los asistentes; uno de los peores insultos que pueden proferirse en Chile.
Marcharon los colectivos feministas, los colectivos LGBT, las organizaciones sociales de base, representantes del pueblo mapuche y de sus organizaciones de resistencia, los pobladores que reclaman viviendas, los abuelos con sus nietos, los papás y mamás con sus hijos, también los encapuchados con sus iras irredentas, entre muchos más.
Estoy aquí porque nada ha cambiado, todo sigue igual, pero no nos vamos a rendir, vamos a seguir hasta lograrlo
, comentaba un joven enmascarado, empeñado en alimentar una fogata que ardía impetuosa con restos de basura y mobiliario público.
En Plaza Dignidad, los manifestantes perforaron el cerco que se instaló en torno a la base donde estaba la estatua del general Manuel Baquedano –militar que en el siglo XIX participó en la guerra contra el pueblo mapuche en la Araucanía–, la cual fue retirada en marzo tras quedar muy maltratada, cuya conquista fue épica del alzamiento. En su lugar colocaron la figura del Negro Mata Pacos
, el perro callejero que ganó popularidad en 2011, cuando se unía a las manifestaciones estudiantiles, hasta que murió en 2017, y que se volvió un símbolo de las protestas.
Llegaron hasta Plaza Dignidad la presidenta Loncon con la machi (chaman) Francisca Linconao; también dos víctimas/símbolos de la violencia piñerista y policial: Gustavo Gatica y Fabiola Campillai, ambos con ceguera total tras recibir el primero un disparo de escopeta en el rostro y ella el impacto de una bomba lacrimógena en la cara cuando esperaba el autobús para ir a su trabajo nocturno como obrera en una fábrica de alimentos.
Todo fue una fiesta, sí, con algunos excesos de esos que se cometen en estado cercano al paroxismo de constatar que el movimiento está vivo. Pero cuando avanzó la noche, las cosas cambiaron. Varios comercios y oficinas en el centro de Santiago fueron saqueados y/o vandalizados. También en diversas comunas de la ciudad, como Puente Alto, lo mismo en Valparaíso y otras ciudades, como La Serena.
El gobierno no perdió oportunidad de criminalizar la protesta. El ministro del Interior, Rodrigo Delgado, salió a decir que lamentablemente vemos el rostro de la violencia que quieren ejercer algunos delincuentes que utilizan estas fechas para robar, saquear, delinquir, atacar a carabineros. Son unos cientos o miles que no representan a los chilenos y chilenas que buscan el camino institucional
.
Él y Piñera habían permanecido todo el día en el Palacio de La Moneda, con doble y triple anillo de seguridad policiaco, alejados del mundo que conmemoraba en las calles.