El llamado de la Mesa Directiva a la civilidad de los diputados no tuvo eco en las bancadas que, en la glosa del tercer Informe de gobierno en materia de política exterior, mantuvieron el tono soez, hasta que el priísta Augusto Gómez Villanueva dijo, regañón: ¡No somos un palenque!

Desde el inicio del periodo ordinario, la confrontación verbal entre Morena y el PAN se ha agudizado y ayer, el presidente de la Cámara, Sergio Gutiérrez Luna (Morena), dijo que ha platicado con los grupos parlamentarios para mantener el respeto en las intervenciones y respuestas de los legisladores.

Sin embargo, el conflicto se reinició este martes cuando Mariana Gómez del Campo (PAN), sobrina de Felipe Calderón y Margarita Zavala, afirmó que se recibió con alfombra roja al dictador Nicolás Maduro.

Ante los reclamos e insultos desde las curules de Morena y PT, exclamó desde la tribuna: ¡no estamos en un mercado! En su curul, la petista Margarita García le devolvió: ¡Panistas asesinos, vulgares, corrientes! La gente del mercado también merece respeto, pero ellos no se lo tienen.

Uno de los episodios más álgidos en el intercambio PAN-Morena ocurrió el jueves, cuando la diputada María Teresa Castell (PAN) planteó que los legisladores deben comportarse, para que no sea esto una verdulería; los ciudadanos ya están cansados.

En respuesta, su homóloga Marisol García Segura (Morena) –integrante de la compañía de teatro cabaret Las reinas chulas– afirmó que en su bancada también representamos a las verduleras, aunque les duela.

Ayer, Gómez del Campo rebasó en casi dos minutos el límite de su intervención y Amílcar Sandoval (Morena) afirmó que no respetar el reloj se trata de una provocación sistemática de Acción Nacional.

En su turno, Gómez Villanueva dijo que en las legislaturas donde ha participado “nunca hubo tal desorden ni tanta falta de respeto… hagamos honor a nuestra condición de legisladores”.

Planteó que después de tres años de gobierno, se practica una contradictoria política exterior: por un lado, hablamos de respeto a los derechos humanos y, por otro, estamos convirtiendo a la Guardia Nacional y al Ejército en un instrumento de contención y represión.