Consolidar a Morena, reto de Pliego
l rumor que desde hace unas tres semanas venía creciendo, y al que no se le consideraba muy certero, decía que Tomás Pliego, entonces un funcionario importante del gobierno de Claudia Sheinbaum, se haría cargo de la presidencia de Morena.
Aunque en todos los ámbitos de ese organismo (Morena), se veía como una opción viable, nadie –y hasta podríamos apostar que ni él mismo–, creía posible que las condiciones se pudieran dar para que el puesto, es decir la presidencia del partido, quedara en sus manos.
Pero la urgencia le ganó a los pronósticos pesimistas y Pliego se hará cargo de Morena, en un momento en el que ese partido requiere de una total reconstrucción, luego del desastre al que lo llevó Héctor Ulises García, y que significó la pérdida de la mitad de las jefaturas de las alcaldías de la ciudad.
Pero no es sólo en el terreno electoral en donde las cosas no caminaron, las votaciones solo fueron el resultado de la desorganización, de la muy poca atención a la militancia, a la falta de cuadros nuevos distantes de las hegemonías de siempre, y a un proyecto partidista que sepa acompañar los esfuerzos del gobierno de Claudia Sheinbaum.
Morena está desecho, camina como zombi político, podrido, sin rumbo, lleno de preguntas sin resolver, y cuando menos hasta ahora, sin un ideario que marque la ruta en lo que a los trabajos internos urge.
Y a la agenda ya marcada, se le deberá añadir el frente de batalla que significa el Tribunal Electoral que ha golpeado a Morena más que el voto adverso, porque, desde luego, en el tribunal lo que menos cuenta es la voluntad popular.
La lista de males mayores y menores es enorme, y de ese tamaño deberá ser el trabajo de ese partido para dejar atrás las debilidades y hallar formas nuevas de fortaleza, entre las ideas y la labor de la propia militancia.
Pero de todo esto tal vez lo más importante y lo más doloroso sea limpiar a Morena, desde dentro. Esa acción, que tiene que pasar por impedir que los líderes de diferentes grupos, o tribus, impidan por sus intereses el quehacer del partido debe realizarse si se quiere mantener vivo a Morena.
Formar un partido no se trata, de ninguna manera de manejar un negocio rentable, significa, más bien, formar una corriente de pensamiento y de trabajo que según marca la 4T, tiene como obligación edificar formas de convivencia justas para todos.
Tomar conciencia de lo que ya ha pasado, como la experiencia con el chuchismo en el PRD, es una obligación de Pliego si no se quiere terminar como lacayo de la derecha, o inmóvil y debilitado, cómo está ahora, por las disputas internas.
Así las cosas el trabajo es largo y arduo. Los ataques de quienes profesan deseos tribales se multiplicarán conforme Morena defina su trayecto al lado de la 4T y se consolide como una fuerza partidista real, porque se quiera o no, Morena tiene que transformarse para sobrevivir a sus vicios.
La pregunta entonces será: ¿Podrá Pliego con la carga?, o será el enterrador del que hasta ahora ha sido el mejor proyecto de la izquierda en el país. Muy pronto habrá respuestas.
De pasadita
Y ya que andamos por eso de la limpieza, cada vez se hace más necesario aclarar que lo que exige este gobierno no es tener a su disposición lealtades compradas, sino por el contrario, aclarar el uso de los recursos, del dinero de la gente, para garantizar honestidad en cada uno las labores de gobierno.
Que en busca de proteger los beneficios que plantearon los silencios cómplices, se quiera confundir y levantar chismes eso es no entender que el saqueo, ya terminó.