Historias de indoblegables defensores
// Fuera el Estado
; vengan sus recursos // Condonación y multimillonarios Forbes
os indoblegables defensores del supuesto de que el gobierno no sirve para nada, y de que los resultados siempre serán infinitamente mejores mientras el Estado se mantenga alejado de la actividad económica, enfrentan un dilema, porque la cúpula privada, los magnates, los multimillonarios autóctonos marca Forbes viven en el paraíso gracias, precisamente, a las políticas gubernamentales y a los recursos del Estado que les han permitido acumular fortunas de ensueño.
Para justificar su política privatizadora a los genios tecnocráticos que dominaron al país a lo largo de casi cuatro décadas, les gusta pregonar que el sector privado es mejor administrador que el gobierno
, por lo que, siendo inteligentes
, no hay más que entregar el aparato productivo del Estado al sector empresarial (no a todo; sólo a los de hasta arriba) en charola de plata.
Con el correr de los años lo único que se demostró fehacientemente es que la cúpula empresarial resultó ser igual de corrupta y depredadora que los tecnócratas disfrazados de políticos (o viceversa), y totalmente fuera de lugar quedó aquello de que el gobierno y el Estado mientras más lejos, mejor, y de que el sector privado es un gran administrador
.
Privatizado todo, desmantelado el aparato productivo del Estado para favorecerlos, los magnates no sólo tuvieron a su servicio a seis gerenciales gobiernos neoliberales, sino que de ellos recibieron recursos públicos a manos llenas para incrementar sus fortunas, salvarlos de la quiebra en no pocas ocasiones y esconder bajo la alfombra su desastre como administradores
de los bienes nacionales.
Gozaron, siempre a costillas del Estado y gracias a la generosidad
de los gobiernos neoliberales, de todo tipo de rescates
, salvamentos
, crédito público sin retorno, subsidios cambiarios, multimillonarios beneficios fiscales, voluminosos recursos para el desarrollo tecnológico de sus propias empresas (dineros que debieron canalizarse a la UNAM, el IPN y demás centros de investigación del Estado) y otras canonjías, amén de que llenaron sus alforjas con abundantes concesiones, leyes hechas a su medida, contratos leoninos, obras públicas por doquier (a precio inflado, desde luego) y lo mucho que se queda en el tintero.
En síntesis, gracias a los recursos del Estado, esos indoblegables defensores del citado supuesto se hincharon de ganancias y poder como en ninguna otra parte del mundo, mientras los mexicanos se enteraron, por si hubiera duda, a qué intereses servía el gobierno y dónde quedaron los bienes del Estado, es decir, los mismos que aquellos alucinaban y de ellos exigían que se apartara al rincón más alejado, como la muñeca fea.
Entre lo más reciente está lo documentado por el presidente López Obrador: un grupo de 58 empresas se beneficiaron de la condonación de impuestos en los dos sexenios anteriores por 189 mil 18 millones de pesos, que dejaron de ingresar a la hacienda pública. El total condonado a empresas en los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto fue de 366 mil 174 millones
.
Esas 58 empresas (no necesariamente representativas de igual número de propietarios, porque algunos de ellos son dueños de varias de las beneficiadas) se quedó con cerca de 52 por ciento de las condonaciones. Sólo como referencia, aquellas representan alrededor de 0.001 por ciento del universo empresarial del país.
En ese inventario aparecen dos corporativos propiedad de Carlos Slim (Grupo Carso y Grupo Inbursa, con condonaciones por 17 mil 636 millones de pesos); otro par de Alberto Baillères (El Palacio de Hierro y Grupo GNP, 2 mil 175 millones); dos más de Ricardo Salinas Pliego (Grupo Salinas y Red Azteca Internacional, 9 mil 424 millones); no podía faltar Televisa (Emilio Azcárraga Jean), 20 mil 488 millones; Banamex –entre sus dueños aparecían Roberto Hernández y Alfredo Harp Helú, quienes no pagaron un solo centavo de impuestos por la venta, en 2001 a Citigroup–, con 15 mil 848 millones; Grupo Bancomer (lo mismo que el anterior: Eugenio Garza Lagüera no pagó un peso de impuestos por la venta al BBVA), 5 mil 279 millones, y así por el estilo.
No son los únicos, desde luego, pero todos los empresarios citados son multimillonarios Forbes, y todos, también, forman parte de los indoblegables defensores. Y así fue sexenio tras sexenio.
Las rebanadas del pastel
Entonces, ¿qué habría sido de sus fortunas de ensueño si –como exigen– el gobierno y el Estado se hubieran ido mucho al rincón por ellos marcado?