La Jornada del Campo ha documentado y analizado desde el 9 de octubre de 2007 (fecha en la que apareció su primer número), los devastadores impactos del neoliberalismo en el campo mexicano: a lo largo de 14 años consignó los efectos del Tratado de Libre Comercio en los territorios rurales, las afectaciones al ejido y a la comunidad a causa de la contrarreforma agraria de Carlos Salinas, el abandono de los campesinos a su suerte, que se tradujo en más pobreza y en el crecimiento del éxodo migratorio del campo a la ciudad; privatización o desaparición de empresas estatales y paraestatales que apoyaban técnica y financieramente a los campesinos; despojo de tierras y territorios rurales a causa de concesiones mineras de millones de hectáreas con Fox, Calderón y Peña; violencia y narcotráfico en los territorios rurales, desplazamiento forzado de comunidades y pueblos enteros; imposición de cultivos transgénicos sobre todo en maíz, pero también en soya, algodón, etc., llegada de grandes monopolios agroalimentarios que instrumentaron el control corporativo de las semillas, impusieron paquetes tecnológicos ajenos a los territorios a partir de plaguicidas, fertilizantes, fungicidas y herbicidas, mejor conocidos como agrotóxicos, con un severo impacto en la salud y en el medio ambiente; la vulnerabilidad de los y las jóvenes campesinos, el drama de la niñez rural, el hambre y la desnutrición, el envejecimiento en el campo y las dificultades para asegurar un relevo generacional, la problemática de los jornaleros y jornaleras agrícolas, o casos tristemente emblemáticos de represión al movimiento indígena y campesino como Aguas Blancas, El Charco, Acteal, Atenco, Ayotzinapa y una larga lista de agravios que no caben en estas páginas, pero todos producto del régimen neoliberal y corrupto.
A diferencia de todos los candidatos del PRI o del PAN en las elecciones presidenciales de 2006, 2012 y 2018, el único contendiente que abiertamente se pronunció por rescatar al campo mexicano de la devastación neoliberal, fue por su puesto Andrés Manuel López Obrador, que incluso firmó en Zacatecas el Plan de Ayala del Siglo XXI 2.0 con más de cien organizaciones campesinas, con las que se comprometió a llevar a cabo una agenda de reactivación del campo mexicano con presupuesto, acompañamiento técnico, acceso a crédito y un proceso de transición agroecológica.
A tres años de haber iniciado el gobierno de la Cuarta Transformación, podemos observar un decidido cambio de rumbo que parte de la construcción de un nuevo paradigma, el cual coloca como sujetos protagónicos a pequeños y medianos productores, poseedores de menos de cinco y diez hectáreas, que representan el 70% de los campesinos del país y que, por cierto, a pesar del abandono neoliberal, aportan el 50% de los alimentos que consume el pueblo mexicano.
Una de las prioridades estratégicas de la actual administración, es recuperar la autosuficiencia alimentaria, para lo cual reconoce que es necesario rescatar al campo, incentivando la productividad y al mismo tiempo, promoviendo la diversificación productiva.
Veamos algunos ejemplos: en los sexenios pasados era algo generalizado que los subsidios para el campo llegaran después de las cosechas o de la temporada de pesca, ya cuando no se les requería con urgencia. Esta tardanza burocrática empezó a cambiar en este sexenio. Por ejemplo, en 2021, entre enero y junio se dispersaron 21,828.9 millones de pesos a 2,531,238 a agricultores, pescadores, apicultores, acuicultores y otras modalidades de productores rurales, a través de diversos programas y proyectos como Producción para el Bienestar, Fertilizantes, Precios de Garantía a Productos Alimentarios Básicos, Fomento a la Agricultura, Ganadería, Pesca y Acuicultura, entre otros.
Un ejemplo del que poco se habla es BIENPESCA, que otorga apoyos a pescadores ribereños por $ 7,200 sin intermediarios, de manera directa. Ya en junio había dispersado 1,246.5 millones de pesos a 173,000 familias que trabajan en el mar y al terminar el año habrá llegado a 201,436. Quienes se dedican a la captura de camarón saben de la importancia de que estos apoyos lleguen antes de agosto-septiembre, que es cuando se liberan las vedas de esta especie, pues de esa manera tienen tiempo de reparar sus artes de pesca y sus embarcaciones sin tener que endeudarse con los proveedores. Algo inédito en este programa es que no reconoce solo al pescador que sale a marea para la captura, pues el subsidio llega también a la mujer pescadora o que participa en actividades post-pesca (desvicerado, fileteado o descarnado de las especies marinas). Al respecto, una trabajadora ribereña de la costa sur de Sonora señaló: “nunca el gobierno había reconocido nuestro trabajo como mujeres en la pesca, hasta apenas ahora”.
Importantísimas son también las labores de desazolve que ha realizado el actual gobierno en lugares como el sistema lagunar Los Patos Solo Dios, municipio de Pijijiapan, Chiapas, la Boca-Barra en Boca del Oro, municipio de Pinotepa Nacional, Oaxaca y en Laguna Camaronera, municipio de Alvarado, Veracruz, abandonados durante décadas y ahora con posibilidades de recuperar su productividad pesquera gracias a las acciones para retirar el sedimento que estaba acabando con la vida acuática.
A pesar de muchas dificultades, Sembrando Vida también está cambiando el rostro de los territorios rurales, con más de un millón de hectáreas reforestadas con sistemas agroforestalales y miles de beneficiarios que reciben un apoyo mensual de 5,000 pesos. Este es el testimonio de un campesino totonaco de la Sierra Norte de Puebla que está participando en el Programa: “Si no hubiera este programa, Sembrando Vida, ya no estuviera yo aquí, me hubiera ido de migrante. Nadie se había preocupado por el campo, por el campesino de esta forma. Nos está sacando adelante, ya estoy recuperando mi parcela. Aquí vemos que la cuarta transformación se está haciendo desde el campo”.
Otro proceso importante es el que se desarrolla en torno al Programa de Abasto Rural (PAR) que opera a través de una red de tiendas comunitarias en todo el país, basadas en la organización popular (asambleas y consejos comunitarios), que permiten la distribución de productos básicos y complementarios, garantizando el abasto, el precio más bajo, calidad y valor nutritivo, en beneficio de la población que vive en condiciones de marginación y pobreza. Este programa ha beneficiado durante este año a 23 millones de personas a través de casi 25 mil tiendas que son abastecidas con más de 4 mil vehículos.
De suma importancia para los productores y sus familias, son las acciones de Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero (FND) y los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA), que en lo que va de este año ya han brindado apoyos a 820,522 productores, de los cuales el 98.1% son micro, pequeños y medianos productores agropecuarios y rurales.
Todo ello y más se puede conocer en el Tercer Informe de Gobierno 2020-2021 https://www.gob.mx/tercerinforme. Como se puede observar, las cifras son contundentes, aunque podemos identificar que aún existen errores en la ejecución de los programas que se tendrán que ir corrigiendo, además de que es fundamental asegurar un mayor presupuesto que permita ampliar la cobertura para que estas iniciativas se consoliden y se conviertan en una tendencia nacional irreversible. Sin embargo, más allá de números e indicadores, justo es reconocer que los testimonios que estamos recabando entre productores rurales de diferentes latitudes dibujan claramente un camino a la esperanza.•