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Economía moral

Historia de una vocación, 11ª entrega // Crítica demoledora de los estudios de bienserestar subjetivo

T

homson, Gill y Goodson (TGG), en Happiness, Flourishing and the Good Life ( HFGL, Routledge, 2021) libro reseñado en las entregas 8, 9 y 10 de esta serie Historia de una vocación (23 y 39 de julio y 3 de septiembre), señalan, al finalizar su exposición de la 4° y última tendencia errónea sobre el bienserestar (BSE), que consiste en ignorar la subjetividad de la experiencia, que los lectores pueden señalar que la sicología contemporánea no ignora los aspectos subjetivos del BSE y que hay una vasta bibliografía de las teorías del BSE subjetivo (BSES). Pero tales teorías usan el término subjetivo de una manera que muestra que no toman en serio la subjetividad, pues lo subjetivo es concebido sólo como sentimiento de placer o de satisfacción subjetiva con la vida. Así, juzgan el BSES de una persona sólo como la frecuencia e intensidad de sus reportes de sensaciones de placer o bien como qué tan satisfecha declara estar con su vida. Ninguna de estas dos ‘teorías’, dicen TGG, permite entender cómo y por qué la experiencia es parte constitutiva del BSE. No se interesan en el contenido, en cómo la persona siente su vida; les interesa sólo obtener mediciones externas. En el primer caso, el BSES se entiende como una función de momentos individuales de placer o felicidad (FL). “Esta narrativa, dicen, t rata el placer como evento mental sin mayor contenido que el de ser placentero. Ignora la intencionalidad de las experiencias: cómo es para el sujeto tener dicha experiencia. Tiene una visión radicalmente errónea sobre qué es la experiencia placentera. Podemos atisbar la importancia de este punto, dicen TGG, al considerar la variedad de placeres que una buena vida puede contener, y ponen en duda que uno pueda dar cuenta de esta variedad en un marco puramente cuantitativo constituido por unidades de placer. En el 2° caso, el BSES se entiende en términos de satisfacción con la vida autorreportada en respuesta a la pregunta ¿Qué tan satisfecho está usted con su vida? Este enfoque se limita a proveer un conjunto de medidas sin especificar cómo la experiencia vivida constituye el BSE. Tales afirmaciones autorreportadas no tienen criterio alguno para determinar su verdad o falsedad (VoF) excepto la admisión del sujeto. Cuentan sólo como expresión de sentimientos y no como afirmaciones VoF. Son expresión de sensaciones más que afirmaciones con valor de verdad acerca de la vida personal. La persona expresa una actitud positiva hacia su vida más que hacer una aseveración sobre los elementos positivos de ella. Sin criterios relevantes que pudieran hacer falsa la afirmación, nada puede constituir un error. Hecha la clarificación, dicen TGG, podemos ver que las teorías del BSES no se interesan en cómo las experiencias subjetivas de una persona constituyen su BSE. Más bien, su interés está en los autorreportes en tanto éstos proveen una medida de BSE. Lo anterior, implica que: 1) Las teorías del BSES no contestan a la crítica de que ignoran la subjetividad de la experiencia. Cómo vivimos nuestra vida desde el punto de vista de 1ª persona es un constituyente necesario del BSE. Tenemos que entender cómo la conciencia define el BSES: qué es lo más importante y por qué. P. ej. ¿Cómo son pertinentes la depresión, las inseguridades y la autoimagen de la persona? Las medidas del BSES suponen que lo que ha de medirse está ya definido. 2) La necesidad teórica de un mayor entendimiento de la subjetividad personal no se satisface con medidas autorreportadas o compilando puntajes. Requiere un enfoque fresco. Por ello, señalan TGG, llevamos a cabo entrevistas vital-narrativas con 50 personas sobre su BSE, cuyo propósito no fue probar empíricamente el marco teórico ofrecido en este libro, sino ilustrarlo con ejemplos de la vida real y establecer un diálogo interrogativo entre el estudio empírico y el desarrollo del marco conceptual. 3) El propósito fue escapar el linaje positivista que sostiene que la única manera de estudiar el BSE es a través de correlaciones cuantitativas y mostrar que las entrevistas vital-narrativas podrían proveer un método complementario fructífero. 4) En HFGL usamos ejemplos de nuestros casos de estudio para clarificar el marco teórico desarrollado, señalan.

BSE es un concepto evaluativo, dicen TGG, cuyo estudio está impulsado por la tensión entre dos afirmaciones sobre evaluaciones: 1) Puesto que las afirmaciones evaluativas (AEV) pueden ser VoF, necesitamos especificar los criterios empíricos que las hacen VoF; 2) Las AEV (sobre lo que tenemos razón para hacer) no son reductibles a afirmaciones empíricas libres de valores. Debemos rehuir narrativas delgadas del BSE que lo reducen a simple criterio empírico como sentimientos de FL. Estas dos afirmaciones parecen estar en conflicto, dicen TGG; una sostiene la necesidad de criterios empíricos y la otra niega su posibilidad. Este conflicto disminuye, pero no se resuelve, con la afirmación que no hay un único criterio de valor para el BSE. Si el BSE consiste en vivir ciertos valores y éstos son múltiples, entonces no se pueden reducir a un sólo factor común como placer o FL. Para una resolución plena de la antinomia, requerimos una narrativa no reduccionista de lo valioso intrínsecamente, con criterios plurales, dada en términos empíricos, puntualizan TGG. Esta resolución requiere investigación empírica, pues el BSE cambia con ciertos rasgos de la especie, la cultura y el sujeto. Esto significa que los juicios sobre BSE deben especificar para quién X es mejor que Y para el BSE de A. Esto no evita que en los juicios sobre el BSE subjetivos podamos equivocarnos, ni quiere decir que uno pueda decidir por sí mismo lo que constituirá su propio BSE; hay criterios en juego, cuyo contenido empírico es cambiante. Necesitamos trabajo conceptual para descubrir el marco de referencia y estudio empírico para descubrir las variaciones, concluyen TGG. “Necesitamos también investigación empírica dirigida a entender el campo de las posibilidades humanas. Puede haber modos de vida o maneras de vivir y serestar mucho mejores que los modos restrictivos en que vivimos. No sabemos qué tan bien podríamos vivir. Las AEV son comparativas: una cosa es mejor o peor que otra. Las AEV dependerán de la comparación implícita que hagamos. La comparación es importante para usar el concepto de BSE en la crítica social. P. ej. Podría sostenerse que la sociedad occidental contemporánea enfatiza el consumismo en detrimento de la calidad del trabajo y las relaciones. ¿Cuál sería la comparación pertinente? Para probar esto necesitaríamos investigación empírica de las alternativas para poder especificar la clase comparativa, para mapear el campo de las posibilidades humanas. Las AEV suponen un ámbito de aplicación. Al ampliarlo eliminamos restricciones, dejamos de tomar cosas como dadas: deseos, rasgos de carácter, marcos institucionales. Los seres humanos podemos vivir de muchas maneras; algunas serían mejores que las opciones sociales disponibles, concluyen. Así, podemos utilizar el concepto de BSE para la crítica de la sociedad y de las formas de vida. El concepto de BSE debe ser robusto para poder usarse en la crítica social. Esto requiere un marco que permita la investigación empírica sobre qué constituye el BSE. A eso dedican TGG su importante libro.

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