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Inundaciones
Fue muy feo, y con el sismo, peor tantito
Enviado y Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 9 de septiembre de 2021, p. 3

Tula, Hgo., Las inundaciones en Tula y otras comunidades de Hidalgo, provocadas por el desbordamiento de las presas cercanas y las abundantes lluvias de los últimos días, se mantiene como una crisis que sube de intensidad y luego baja por momentos, pero cuya sensación de riesgo no se desvanece del todo.

Ayer, durante toda la mañana y buena parte de la tarde, las pocas personas que aún permanecían en las colonias anegadas del centro de la ciudad empezaron a ser rescatadas en lancha por las fuerzas armadas; incluso algunas salieron por sus propios medios, luego de que el lunes en la noche se viviera la peor parte del desastre, según los vecinos.

Entre los evacuados en embarcaciones ligeras del Ejército estuvo Carlos, un habitante de las colonias afectadas, quien junto con su esposa, su pequeño hijo y un perro que el niño llevaba en brazos, pudo recuperar algunas de sus pertenencias en mochilas y bolsas de plástico, y luego escapar de las aguas que cubrieron todo el primer piso de su casa.

Fue muy feo, y con el temblor, peor tantito. Me siento muy mal, amigo, muy mal. Perdimos todo... pero estamos vivos, dijo el hombre con voz cansada.

Otros vecinos, como Ricardo Reséndiz, prefirieron no esperar más y salieron por sus propios medios. Ahorita que nos salimos, el agua nos llegaba hasta el pescuezo. Estuvimos esperando las lanchas, pero nunca llegaron, y mejor nos salimos caminando, narró.

Aunque salió con tiempo de su casa, volvió para recuperar algunos documentos personales, y ya no pude salirme. Me tuve que quedar en el tercer piso, abajo de un rotoplás. Ahí pasé la noche, pero no dormí nada, contó el hombre mientras se exprimía la ropa y abrazaba a un chihuahua tembloroso... es lo único que alcancé a rescatar, dijo.

Aunque la ayuda del Ejército, la Cruz Roja y otras instituciones comenzó a fluir mientras pasaban las horas, para muchos este auxilio tomaba demasiado tiempo o, de plano, no llegaba.

Vecinos se organizan ante la falta de apoyo oficial

Mientras ayudaba a su esposo a vestirse, la señora Dominga, dueña de una tienda de abarrotes en el área que quedó bajo el agua, lamentó que las autoridades estaban tardando mucho en llegar y en cubrir necesidades tan básicas como la alimentación de los damnificados.

Comimos una torta y unos bolillos duros que tenían aquí, los conocidos que nos recibieron. Pero, ¿quién más nos ha traído algo de comer?, ¿quién nos ha ofrecido un pan, siquiera? Nadie, no hay ningún apoyo, denunció.

Ante dichos huecos, muchos ciudadanos comenzaron a organizarse para entregar comida de forma gratuita a todas las personas que veían en la calle –ya fuera rescatistas, damnificados o curiosos–, incluso para hacer recorridos en lanchas e identificar si algún vecino estaba en problemas.

Pasadas las 2 de la tarde, en diversas calles de la ciudad el agua comenzó a bajar claramente y las actividades se reiniciaron poco a poco. Pero mientras no deje de llover y el río pueda desbordarse de nuevo, la sensación de incertidumbre en Tula seguía sintiéndose como un paréntesis que aún no se puede cerrar.